Discurso del Papa Pablo VI con motivo del nombramiento de Herrera Oria como cardenal

"Señor Cardenal, amadísimos hijos:

Parécenos justo, al acabar esta breve ceremonia, dirigir unas palabras a todos cuantos en la misma habéis tomado parte.

En primer lugar, y como corresponde a Vos, Señor Cardenal Obispo de Málaga, os expresamos nuestras congratulaciones más cordiales y os damos la bienvenida al Sacro Colegio, al senado de la Iglesia. Vuestra persona nos es bien conocida desde hace tiempo: por razón de vuestras funciones al servicio de la Santa Sede principalmente, hemos podido apreciar en su valor real vuestras actividades en bien de la Iglesia. La dignidad cardenalicia -lo sabéis- es una recompensa y, además -lo acabamos de decir en el rito apenas concluido-, es principio de nueva y más amplia responsabilidad.

Es un premio a tantos méritos contraídos en el campo del ministerio, de la cultura eclesiástica, en las organizaciones apostólicas, en las variadas instituciones de las que con vuestro celo e inteligencia -es la historia la que empieza a dar testimonio de ello- habéis sido ideador, promotor eficaz y valeroso sostenedor.

Mucho habéis hecho por la Iglesia y por las almas. Todo ello habla de frutos de bendición, que serían fáciles enumerar aquí; algunos incluso serán desconocidos a los hombres, mas todos bien patentes a la mirada de Dios. El camino andado proclama asimismo la riqueza de experiencia acumulada en una vida gastada con generosidad, de experiencia, decimos, que ensancha e ilumina el horizonte de vuestra visión eclesial y os confiere la capacidad de participar en la "sollicitudo omnium ecclesiarum". A esto nos hemos referido al llamaros a ser «adlaborator noster", participar más de cerca en nuestra responsabilidad y al deciros: "Cooperator enim consiliarius noster eris in Sancta Ecclesia Catholica regenda atque gubernanda."

Nuestro pensamiento en estos momentos va también a España: en ella revierte, como es natural, de alguna manera el honor que en la persona de UIlO de sus más ilustres hijos esta investidura cardenalicia significa. Tenemos bien presente su catolicismo vibrante, el fervor de obras apostólicas que caracterizan sus últimos tiempos, sus tradiciones y patrimonio religio.so acumulado en una historia gloriosa: no son estas expresiones de cortesía obligada, sino que quieren ser sentimientos que brotan de un afecto hondo y sincero, cordial y paterno al pueblo español.

Y, finalmente, un saludo cariñoso a todos los que hacéis corona en este día al nuevo Cardenal: a sus familiares, al dignísimo señor Embajador de España, al venerado Obispo Coadjutor con las representaciones civiles y eclesiásticas de la Di6cesis malacitana, a los amigos y colaboradores en las numerosas iniciativas suyas y a todos los aquí presentes.

Señor Cardenal, hijos todos amadísimos: recibid, salida del fondo de nuestra alma, una efusiva bendición apostólica."

Dada la bendición, con que terminaba la ceremonia, el nuevo Cardenal presentó al Padre Santo las personalidades españolas y familiares suyos. Fue un momento que difícilmente se puede describir. El Pontífice apretaba afectuosamente la mano a todos, y a cada uno le dedicaba cordiales palabras. Nos hacía la impresión del padre que no tiene prisas a la hora de compartir con sencillez el gozo que inundaba el corazón de sus hijos.

 




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