Era el año 1967 cuando Pablo VI instauró por primera vez en la historia de la Iglesia una Jornada Mundial por la Paz. Aunque puede parecer una efeméride casi más o menos rutinaria, su proclamación en aquellos años fue una auténtica revolución, puesto que nadie había apostado de una manera tan clara por este concepto. Los escritos de Montini sobre la paz estaban muy condicionados por el contexto de la época: una Guerra Fría que se había instalado en Europa, la situación en la que se encontraban las naciones de Asia y África tras la descolonización, las revueltas en América Latina…
Casi 60 años después, la paz sigue siendo una asignatura pendiente. Lo vemos con los múltiples conflictos abiertos en el mundo: Gaza, Yemen, Ucrania, Siria, y todos aquellos conflictos latentes en numerosos países del mundo.
Con el coloquio Pablo VI y la paz, celebrado el día 10 diciembre, la Fundación Pablo VI ha iniciado una serie de reflexiones sobre el pontificado de Montini y su mirada a las distintas realidades del mundo actual: la paz, la política, el diálogo interreligioso, la mujer en la Iglesia, la justicia, etc… Unos temas que aparecen recogidos en el libro Pablo VI, hoy, editado por la BAC, en el que distintas personalidades del ámbito de la política, la economía, el derecho, los medios de comunicación, la teología, etc., ayudan a comprender un poco más la figura del Papa que clausuró el Concilio Vaticano II.
Porque, tal y como explicaron el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, y el director general de la BAC, Juan Carlos García Domene, es fundamental poner en valor, en estos tiempos de polarización, el diálogo que impulsó. “Pablo VI tiene que seguir siendo sal y luz para una Iglesia que necesita encontrar caminos de luz y de libertad", explicó Domene.
En este primer coloquio se contó con la presencia de Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz; Alberto Priego, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas; y José María Ferré de la Peña, diplomático. Con ellos se reflexionó sobre si la paz es solo la ausencia de guerra, si se están haciendo los esfuerzos suficientes para lograrla, especialmente en situaciones como la de Gaza o Ucrania, y si va acompañada de esa justicia y desarrollo que merecen y reclaman muchos pueblos.
“Pablo VI fue, en efecto, el primer pontífice que habló de forma tan explícita sobre la paz”. Así lo explicó, en su intervención, el profesor Alberto Priego, autor de una de las miradas que aparecen en el libro editado por la BAC. Sin embargo, apuntó, esa visión montiniana sobre la paz iba mucho más allá de la ausencia de guerra. “La paz no solamente era evitar que las naciones luchasen entre ellas, sino que él hablaba muchas veces de crear una civilización del amor, tratando de conseguir unas condiciones estructurales en las que la gente pudiera vivir dignamente”, explicó Priego. “Este sentido de la paz positiva y la paz negativa es la que a Pablo VI le obsesionaba, puesto que, desde sus tiempos de sacerdote, está muy centrado en estar con los desfavorecidos. Él busca la dignidad y el amor que identifica a todos en el Evangelio como pauta de relación entre los seres humanos”.
Federico Mayor Zaragoza, presidente de la Fundación Cultura de Paz, ahondando en esta idea, habló de la necesidad de que los seres humanos tomen conciencia de la importancia “de basar sus comportamientos cotidianos en la Paz", para que la ausencia de violencia sea un hecho en las sociedades actuales. Porque, en su opinión, son las personas quienes tienen la capacidad de crear esos entornos de paz frente al poder de aquellas organizaciones que “dominan el mundo”, como el G7 o las Naciones Unidas, que han demostrado ser “un gran fracaso”. En ese sentido, Mayor Zaragoza se mostró muy crítico con la postura que están tomando estas organizaciones internacionales, encabezadas por los EEUU, ante la situación que se vive en Gaza, por ejemplo, donde la suma de “4.500 niños muertos en el conflicto no es algo que puede aceptarse". En su intervención, el que fuera director general de la UNESCO entre 1987 y 1999 quiso poner en valor “la diplomacia de la palabra frente a la fuerza”. Hoy, más que nunca, dijo, “debería poder ponerse en práctica ese mensaje de Pablo VI”.
Precisamente, el conflicto que se vive en la franja de Gaza fue uno de los asuntos que más centró la reflexión de los participantes en el coloquio, quienes intentaron explicar, tanto el origen, como su evolución y futuro. En este punto, el profesor de Relaciones Internacional de la Universidad Pontificia Comillas quiso aclarar que, contrariamente a lo que se puede pensar, la guerra en esta zona no tiene un motivo religioso ni tampoco empieza todo el 7 de octubre. Tras hacer un recorrido por la génesis del conflicto, sí quiso explicar que éste no parte de una mayoría, sino de una minoría, que, tanto desde una parte como la otra, “se siente más cómoda en la guerra y la justifica con la búsqueda de enemigos externos”. Y esto se da “tanto en la parte más radical de Israel, como en los que están próximos a Hamas”. Sin embargo, aun siendo consciente de que la situación que se vive es una de las más difíciles de los últimos 50 años, sí cree que ésta pueda ser por fin una oportunidad para que Hamas desaparezca y las negociaciones se acaben encauzando de otra manera.
Por su parte, José María Ferré, diplomático conocedor del conflicto durante su tiempo como cónsul general en Jerusalén, embajador en el Líbano y embajador en Misión Especial para las Relaciones con las Comunidades y Organizaciones Musulmanas en el Exterior hizo un recorrido por la historia de un conflicto “que está siendo salvaje”. Pero habló también de posibles salidas, que van desde la creación de dos estados a la existencia de uno solo, “el que quiere Israel y el que quiere Hamás, que es islámico”. “Demográficamente, explicó, este último caso sería lo suyo porque el 20 por ciento de la población israelí es árabe”, pero la única posibilidad jurídica aquí sería “el apartheid”. Por eso, desde su punto de vista, la mejor solución sería la existencia de dos estados, “aunque pueda parecer un clavo ardiendo”. Algo que también compartió el profesor Alberto Priego.
En la última parte del coloquio se habló de las otras posibles amenazas a la paz y la estabilidad de los estados, como es la que se está generando con la tecnología digital y la inteligencia artificial, tal y como denuncia el Papa Francisco en el mensaje publicado con motivo de la próxima jornada mundial por la paz. Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia Comillas, detrás de estos populismos que vulneran o amenazan las democracias no está tanto la tecnología sino la “desgracia ajena”, como sucedió, por ejemplo, en EEUU con Donald Trump. “También ocurre con al radicalismo islámico, que bebe de lo mismo”. Por eso, cree fundamental “la inversión en políticas públicas que lleguen a la gente desfavorecida, para que no ganen los populistas, para que los radicales no tengan hueco y para que la gente gane condiciones de vivir correctamente”. En resumen, dijo, “la tecnología es un problema, pero hay otras causas más profundas que deberían atajarse completamente” para que esta paz sea efectiva.
El coloquio, que estuvo moderado por la directora de comunicación de la Fundación Pablo VI, Sandra Várez, contó, tanto para la introducción como para la conclusión, con la actuación musical de un dúo de clarinete y piano formado por Ángel Perdomo y José Vargas, dos jóvenes salvadoreños que, gracias a una beca de Misiones Salesianas, reciben formación musical en nuestro país.