En la crisis del COVID-19 el uso de datos y las redes de telefonía están jugando un papel esencial para facilitar la comunicación entre personas, en un momento de confinamiento y separación total entre personas. Gracias a la tecnología, se está ayudando a cumplir, incluso, un derecho negado por la propia pandemia, que es el de decir adiós a un ser querido, a través del suministro de tablets o la ampliación de redes de telefonía en hospitales fijos o de campaña.
Sobre este asunto responde Richard Benjamins, Chief AI & Data Strategist de Telefónica y miembro del Comité de Expertos del Seminario Permanente “La huella digital: ¿servidumbre o servicio?”
¿Hay datos que corroboren el incremento del uso de los datos y el papel estratégico de las redes de telefonía en esta situación de confinamiento?
Estamos observando que el uso de las comunicaciones se está incrementando significativamente. De hecho, a finales de marzo ya se ha cursado todo el tráfico que estaba planificado para el año 2020 entero. A mitad de marzo, se vio un aumento de 40% en el uso de llamadas de voz y un 60% en el tráfico de datos de Internet. El consumo de datos para Netflix se multiplicó por 4 (y eso que la Comisión Europea ha pedido a Netflix bajar la calidad de emisión por no estresar innecesariamente las redes) y WhatsApp por 8, mientras que el uso de las herramientas de teletrabajo y videoconferencia como Skype, Webex, se multiplicaron también por 8. En general, la red de fibra, que soporta todo este tráfico, lo está aguantando bien. España es el país europeo con más fibra desplegado con diferencia, y esto nos viene bien ahora.
¿Hay un efecto energético y medioambiental observable como consecuencia del sobreuso de teleconferencias, tráfico de dato, etc?
No tengo datos específicos, aparte de que a final de marzo hemos consumido la cantidad de datos y comunicaciones planificado para todo el año. Lo que sí se ha observado es un descenso radical, hasta un 80%, de la contaminación y las emisiones en las grandes ciudades por reducción del tráfico a raíz del confinamiento obligatorio.
¿Pueden los operadores de telefonía ayudar directa o indirectamente en la lucha contra el contagio?
Los operadores de telecomunicaciones móviles pueden generar una información muy valiosa para la lucha contra el coronavirus: la movilidad de la población. Todos sabemos que el virus es muy contagioso a través del contacto entre personas; por eso el gobierno ha decretado el estado de alarma y el confinamiento casi total de la población. Pero, para el gobierno (o mejor, los gobiernos) es difícil saber de una manera rápida cómo la población está siguiendo sus instrucciones. Obviamente, la policía aprecia claramente que hay menos personas y vehículos en las calles y carreteras. Pero esto no da una visión completa ni rápida. Y es aquí donde los operadores pueden aportar algo, y de hecho lo están empezando a hacer en todo el mundo. Cada móvil está conectado a una antena, siempre cuando no esté apagado, y cuando se mueve, el móvil se conecta a otra antena. Esto permite hacer matrices de movilidad de alto nivel (siempre con datos anonimizados y agregados) que dicen cuántos móviles se han desplazado de un lugar a otro (por ejemplo: Madrid-Zaragoza, 23 de marzo, 1.500). Según la granularidad de la matriz (comunidad autónoma, provincia, municipio) estos datos nos pueden decir en qué medida la movilidad se ha reducido y con esto los gobiernos pueden ver si sus medidas están sorteando el efecto deseado o no. Según la madurez de la empresa, es posible actualizar estos datos cada día con una demora de 12 o 24 horas. Hay que remarcar que no se rastrea ningún móvil individual, son simplemente conteos de grupos y nunca se incluyen grupos pequeños que están por debajo de un umbral. Desafortunadamente, esto es algo que los medios no entienden bien, o no quieren explicar bien, y siempre hablan de “rastreo” y “vulnerar nuestra privacidad”.
En los países democráticos, hasta ahora, los operadores de telefonía nunca usan datos personales para rastrear móviles de personas infectadas. Esto se hace mediante Apps que requieren el consentimiento de cada usuario. De todas formas, la crisis está generando un importante debate sobre el equilibrio entre proteger la privacidad y la salud pública, que en el fondo lleva a una discusión ética: ¿en épocas de crisis de salud pública, se debe respetar la protección de la privacidad aunque pueda causar más muertos?