Rosa García: “el 98% de las compañías van a tener que hacer ajustes con su grupo de profesionales”
Jesús Caldera: “la inteligencia artificial, la digitalización y la robótica tiene que estar al servicio de la persona y no las personas al servicio de las máquinas”
Elena González-Blanco: “la universidad tiene que acelerar muchísimo porque no somos competitivos en oferta académica y demanda de talento y la interdisciplinariedad no se oferta en los planes de estudio”.
Según el Foro Económico Mundial, para el 2025 la mitad de todas las tareas laborales serán realizadas por máquinas. La robótica, la inteligencia artificial y la automatización de muchos procesos han cambiado la tradicional organización industrial y los trabajos, las más repetitivos y rutinarios, están empezando a ser sustituidos. En un momento en nuestro país en el que el paro juvenil es de más del 40%, 3 veces más que la media de la UE, el futuro del trabajo es muy incierto. ¿Cómo impactará la robótica y la automatización en el futuro del empleo? ¿Están las empresas preparadas para los cambios que exige la revolución digital? ¿Hasta qué punto la educación y la formación universitaria están adaptada para estas nuevas demandas laborales? ¿Lograrán las empresas reubicar a sus trabajadores? ¿Cómo afectará esto a las relaciones laborales, al sostenimiento de nuestro sistema de pensiones, a la gestión del tiempo y a la conciliación entre vida laboral y familiar? ¿Qué papel tendrán los sindicatos?
Estas han sido las líneas de análisis del segundo foro de encuentros para una nueva era celebrado en la Fundación Pablo VI el 3 de febrero, con la participación de Rosa García, expresidenta de Siemens España y Microsoft Ibérica; Elena González-Blanco, directora general de CoverWallet Europe y experta en inteligencia artificial y humanidades digitales; Jesús Caldera, exministro de Trabajo y Asuntos Sociales; Román Campa, director general de Infojobs; Joaquín Nieto, director de la Oficina de la OIT para España; y Alfredo Pastor, economista y ex secretario de Estado de Hacienda.
En sus intervenciones, coincidieron en que, si bien el impacto de la tecnología en la desaparición de determinadas tareas va a ser muy grande, se van a generar otras nuevas que van a facilitar la creación de empleos que permitan “tener una sociedad más sostenible y feliz”.
La expresidenta de Siemens puso algunas cifras sobre la mesa: “El covid ha acelerado la tendencia a la automatización que ya estaba prevista y los ajustes que las empresas tenían que hacer en dos o tres años se han comprimido en 2 o 3 meses”. Esto significa que “el 98% de las compañías van a tener que hacer ajustes con su grupo de profesionales”: hasta un 45% sabe que va a tener que despedir a personal y cerca del 34 por ciento de las empresas van a tener que contratar gente o apoyarse en terceros para suplir esa falta de capacidades. “El cambio es brutal, porque en 5 años el 50% de las personas tendrán que reentrenar sus capacidades, algunos desde cero y dedicarle mucho tiempo a actualizar esas habilidades”.
¿Significa eso un varapalo para la economía o el futuro del trabajo? Elena González-Blanco, cree que “no hay que ser pesimistas y estar preparados para afrontar un cambio cultural dentro de las empresas”. Si bien es verdad que ha habido sectores que se están viendo muy afectados, hay otros en los que el cambio tecnológico ha permitido grandes avances. Jesús Caldera pone como ejemplo el impacto de la robotización en la medicina, para la creación de la vacuna. Conseguirla en 10 meses “ha sido un éxito para la historia de la humanidad”. ¿Cuál es la clave para un menor impacto? Poner “la inteligencia artificial, la digitalización y la robótica al servicio de la persona y no las personas al servicio de las máquinas”, aseguró el exministro de Trabajo.
Jesús Caldera, exministro de Trabajo
Román Campa, director general de Infojobs, uno de los mayores portales de búsqueda de empleo, hizo una radiografía de los perfiles de demandantes y oferentes de trabajo en nuestro país y cómo han cambiado con la pandemia: suben los perfiles tecnológicos y aguantan el tirón los perfiles relacionados con la sanidad y la educación. Y los que buscan trabajo, gente cada vez más joven, se interesan no tanto por la eficiencia de las plataformas de empleo de conseguir un trabajo inmediato, sino por una orientación para conseguir un perfil que se adapte más a su aspiraciones personales y profesionales.
Una muestra, dijo Elena González-Blanco, de que el modelo de trabajo tradicional está cambiando y de que “el corto plazo cobra cada vez más importancia”. La gente no busca tanto la estabilidad o las condiciones económicas, “sino los intangibles que aporta una empresa, como la diversidad o la sostenibilidad, y eso no tiene por qué ser negativo si va en la buena dirección”.
Una idea que comparte el exministro Jesús Caldera. “El trabajo bien hecho tiene que ser liberador y no alienador” y “debería ayudar a una persona a ser más feliz. Por eso es un paso positivo que busquen aquello donde pueden realizarse”.
Más formación profesional
¿Está la universidad a la altura de los retos que demanda el futuro del trabajo? ¿Se forma en competencias digitales? ¿Sigue el ritmo de transformación que exigen los nuevos empleos?, les preguntó Jesús Avezuela. Elena González-Blanco cree que no. “La realidad es que no somos competitivos en oferta académica y demanda de talento, y vivimos todavía en un mundo en el que la interdisciplinariedad no se oferta en los planes de estudio”. Por otra parte, añadió Caldera, sigue existiendo la necesidad de mejorar “la formación profesional y su conexión con el modelo económico”. “En España, por factores culturales y por la gran desigualdad de otras épocas, la aspiración de muchas familias ha sido que sus hijos pudieran ir a la universidad y eso ha generado una notable desviación de recursos y estudiantes al ámbito universitario”. Rosa García, expresidenta de SIEMENS y Microsoft, puso como ejemplo el modelo de formación dual alemana, que combina la teoría y la práctica en empresas y que ella conoció muy de cerca durante su etapa de presidencia en SIEMENS. Un modelo que “ajusta el currículum a las necesidades reales de la economía y la empresa y que permite que hasta el 90 por ciento acabe contratado”. En el caso de España, la formación dual no permite a los profesores interactuar con la empresa y al final acabas por coger cualquier empleado que te envíen, aunque no se ajuste a tus necesidades.
Y ¿dónde quedan las humanidades en esta formación práctica e imbuida por la tecnología? Elena González Blanco, fundadora del Laboratorio de Innovación en Humanidades Digitales (LINHD), desde su experiencia, lo tiene claro: “deberían ser transversales”, porque ayudan a “entender la tecnología”, favorecen “el pensamiento crítico” o nos ayudan a entender “por qué hemos llegado donde estamos y dónde podemos ir”.
Elena González-Blanco, directora general de CoverWallet Europe
Hacia un cambio de modelo
Otros de los puntos de reflexión durante el coloquio fue la adaptación de las empresas a la Agenda 2030 y la sostenibilidad. La pandemia ha puesto de manifiesto cómo han sido las economías más dependientes del turismo, como la española, las que peor paradas han salido de esta situación, con una caída del PIB turístico de hasta un 69 por ciento. Esto muestra, afirmó Caldera, “que hay que ir cambiando progresivamente nuestro modelo económico sin que nadie se quede atrás, y modernizar y mejorar la actividad turística para que la dependencia de ese tipo de actividades que se han visto más afectadas no sea tan grande”.
Y es que, continuó Alfredo Pastor, profesor de Economía del IESE, “la tasa de paro tan alta que tenemos tiene mucho que ver con la organización del mercado laboral”. Y, aunque la globalización y la digitalización implican cambios, “hay que procurar que durante ese tiempo la gente no se quede en la cuneta”.
En esta línea, el moderador, Jesús Avezuela, lanzó esta pregunta: ¿deberían pagar las máquinas la seguridad social para mantener el estado del bienestar? Pues “hay bastantes otras vías para aumentar la recaudación”, considera Jesús Caldera. “La economía vive de expectativas y “si se traslada la idea de que los robots sustituyen a personas, esto va a generar un impacto muy negativo. Generan una parte de la actividad económica, pero la economía es muy diversificada y amplia y hay miles de vías de financiación del estado de bienestar”, dijo. Rosa García insistió en la parte positiva de acabar con los trabajos más mecánicos con los que la gente no se sentía muy contenta. “Permitirá un trabajo más rico y se pueden promocionar otras cosas: el cuidado, las ventas, el marketing, los contenidos, la literatura, etc”. “Si lo hacemos bien, entre todos podremos tener una sociedad más sostenible y feliz”.
Rosa García, expresidenta de Siemens y Microsoft Ibérica
Teletrabajo y el futuro de la conciliación
Otro de los fenómenos que ha entrado de lleno con la pandemia ha sido el aumento exponencial del teletrabajo, que parece haber llegado para quedarse. Aunque empieza a estar normalizado en muchos sectores, son muchos los casos en los que el trabajador puede sentir que vive permanente conectado, por la flexibilidad en el inicio y la hora de finalización, o por la invasión de la actividad laboral en la vida cotidiana. ¿Nos ha hecho más esclavos el teletrabajo?, preguntó el moderador. En esto, cree la expresidenta de SIEMENS, como en todo, “hay que empezar a poner límites”, porque “los trabajadores son personas maduras y pueden encontrar un balance entre la vida personal y familiar, recuperando tiempo para estar con sus hijos, leer o hacer deporte”. Y en esto, las empresas “están aprendiendo a ser cada vez más efectivas”.
El valor del diálogo social
Otra de las cuestiones abordadas en el encuentro fue el valor del diálogo social que ha cobrado especial importancia durante la pandemia. El director de la Oficina de la OIT para España, Joaquín Nieto, puso especial hincapié “en la contribución del diálogo social en España, que ha permitido que sobrevivieran a esta situación los trabajos más humildes”. “Nuestro sistema ha aguantado, continuó Caldera, por el gran capital social que tenemos en nuestro país. Quien ha precisado ayuda la ha tenido y yo lo pondría en valor·”. “A pesar de la atmósfera de alarmismo generalizada”, que, en su opinión, se ha generado, “la actitud de los trabajadores, especialmente lo más esenciales, han demostrado que es un país en el que se puede confiar”.
El último punto de la reflexión se centró en si sigue siendo necesario o no hablar de cuotas o de discriminación positiva hacia la mujer en el trabajo. En opinión de Rosa García, las recomendaciones (que no exigencias), de introducir mujeres en los consejos de administración de las empresas está siendo positivo. Pero “aún falta mucho por hacer para lograr una diversidad real, porque también es preocupante el tema de la edad”, apuntó Elena: “cada vez se pone más de manifiesto que a partir de cierta edad la carrera laboral ha terminado”. Por eso, para la responsable para toda Europa de la plataforma de seguros Coverwallet, la diversidad de perfiles, de edades o de culturas en el ámbito del trabajo será efectiva cuando seamos capaces de dejar a un lado “esa cultura de cajas y de clichés” en la que estamos inmersos. “Poner los clichés encima de la mesa y pensar cómo podemos cambiar esto para que las cosas funcionen de manera distinta es un gran paso”, y para eso, más que las recomendaciones, lo que hay que hacer es “educar hacia la diversidad y hacia esa forma de trabajar en este entorno de cambio”.