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La Paz como “obsesión” del pontificado de Pablo VI

La palabra PAZ aparece citada más de cien veces en el Nuevo Testamento con expresiones tales como que Dios es un Dios de Paz, que el Mesías es el Príncipe de la Paz o que los seguidores de Jesucristo se convertirán en constructores de la Paz. Las enseñanzas de Jesús estaban llenas de deseos de PAZ y es por ello por lo que en los Hechos de los Apóstoles (10:36) podemos leer que predicar la palabra de Dios es “anunciar el Evangelio de la Paz”. Este espíritu fue el que llevó a Su Santidad Pablo VI a decretar que todos los primeros de enero (desde 1968) se celebraría en todo el mundo la Jornada Mundial de la Paz.

Si bien es cierto que en la actualidad nos puede parecer que la Jornada Mundial de la Paz es una efeméride más o menos rutinaria, su proclamación en 1967 supuso una verdadera revolución a escala mundial. Hasta la fecha nadie había hecho una apuesta tan clara y tan valiente pon un concepto tan deseado como violado como es la paz. Para entender la dimensión de la iniciativa creada por Su Santidad Pablo VI vamos a destacar algunos aspectos que consideramos son de gran relevancia para su comprensión.

¿Por qué un “Día Mundial de Paz” promovido por el Vaticano? Si algo caracteriza a la política exterior de los Estados esto es sin ningún género de dudas la defensa de sus “intereses nacionales”. La propia naturaleza transnacional del Vaticano, cuyos intereses no se reducen a los de un grupo reducido de personas sino a aquellas alcanzan a toda la Humanidad, permiten que el Papa pueda agitar las dormidas conciencias de los seres humanos en asuntos tan globales como la explotación laboral (Rerum Novarum), la natalidad (Humanae Vitae), el medio ambiente (Laudatio Si) o en el caso que nos ataña la Paz (Pacem in Terris). Así pues, la particular naturaleza del Papa y del Vaticano le permiten hablar desde una posición moral cuyas palabras resuenan por encima de las explosiones de las más sofisticadas armas.

¿Qué alcance? Tal y como hemos avanzado anteriormente, las alocuciones de los pontífices suelen tener por objeto no solo a los creyentes sino también al resto de seres humanos. Su vocación normativa, más pendiente de lo que debería ser que de lo que lamentablemente es, permite que los papas puedan exhortar a toda la Humanidad (no solo a los cristianos) a tomar medidas que puedan mejorar la vida de las personas. En el caso del Mensaje de Pablo VI en el Día de la Paz la posición de pontífice fue muy clara ya que tal y como aparece en su discurso, el Papa se dirige a todos “los amigos de la paz”. Por lo tanto, podemos afirmar que el Mensaje del Día de la Paz tuvo una vocación universal con independencia de la etnia, la nacionalidad o incluso el credo de las personas.

¿Qué denunciaba? Su Santidad el Papa Pablo VI ya denunciaba algunas circunstancias que se daban en 1968 y que hoy siguen siendo verdaderos obstáculos para la consecución de la paz. Así, Pablo VI menciona expresamente los “armamentos exterminadores” o los “recursos financieros” inagotables empleados por los estados para lograr sus objetivos como instrumentos imprescindibles para quebrar la paz. Incluso el pontífice se atreve a señalar que los estados no dudan en violar tanto el Derecho Internacional como los principios morales más básicos para lograr sus objetivos que en ocasiones van en contra de la propia paz.

¿En qué se debe basar la paz? El principal elemento que debe inspirar cualquier esfuerzo internacional para lograr la paz debe ser, según Pablo VI, la creencia de que “las controversias internacionales pueden resolverse por la razón” En muchas ocasiones las partes implicadas en un proceso de paz desconfían entre sí y es esa desconfianza previa lo que acaba con iniciativas bienaventuradas y bienintencionadas que tienen por objetivo evitar futuros derramamientos de sangre. De nuevo, las palabras de Jesucristo nos resultan clave para lograr un mundo más pacífico ya que la verdad nos hará libres.

¿De qué deben huir los esfuerzos por lograr la paz? Pablo VI nos dejó claro que se debe huir de las “falsas retóricas” donde no se aprecian verdaderas intenciones de paz. No vale solo con decir que el objetivo es alcanzar la paz sino que se deben dar los pasos necesarios y asumir los sacrificios necesarios para que podamos alcanzar ese bien supremo que es la paz. Por ello, según Pablo VI todos esfuerzos por alcanzar la paz deben estar inspirados en la justicia y en la sinceridad como bases sobre los que apuntalar las relaciones entre estados, entre ciudadanos y de esos con los gobiernos.

Aunque desde la proclamación en 1968 del Jornada Mundial de la Paz la Humanidad ha sido testigo mudo de grandes atrocidades, este instrumento del que el Vaticano ha dotado al mundo, ha permitido despertar nuestras conciencias en casos tan terroríficos como Ruanda, Bosnia, Siria y más recientemente sobre el cementerio en el que se está convirtiendo el Mediterráneo. 

Siguiendo la palabra de Jesucristo cuando nos dijo “la Paz os dejo, la Paz os doy” Su Santidad Pablo VI también nos dio un ejemplo de que con buena voluntad y sobre todo con sinceridad la Paz es posible.

AlbertoPriego


Alberto Priego
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@AlbertoPriego




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