Javier Benayas: “para vivir mejor no hace falta seguir creciendo de forma ilimitada”
María Neira: “la contaminación del aire producida por la combustión de energías fósiles mata hasta 7 millones de personas al año”
Cristina Rivero: “los que proveerán las soluciones van a ser las empresas”
Nadie discute el origen humano del calentamiento global, el problema es cómo afrontarlo y encontrar soluciones para que el desarrollo sostenible no se convierta en una utopía irrealizable en el que salgan perdiendo los que menos tienen.
Ese ha sido el asunto central que ha vertebrado el encuentro “Desarrollo sostenible, ¿utopía?” celebrado en la Fundación Pablo VI el pasado 28 de abril, con la presencia de Javier Benayas, catedrático de Ecología de la UAM; Cristina Rivero,
directora del Departamento de Industria Energía, Medio Ambiente y Clima en CEOE; Juan Lasala, presidente no ejecutivo de Capital Energy y Valentín Alfaya, presidente del Grupo Español de Crecimiento Verde, además de María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS y Fidele Podga, coordinador del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas.
Los informes científicos, con casi total unanimidad, concluyen que el cambio climático no es un fenómeno cíclico, sino que está directamente relacionado con la acción humana, ya que, desde 1980, cada década ha sido más cálida que la anterior y la expansión del clima de tipo semiárido se ha expandido de forma alarmante. “El planeta está enfermo y esa fiebre hay que tratarla”, comenzó Javier Benayas. Por eso, en las Cumbres sobre el Cambio Climático, ya no se debate sobre el origen, sino las soluciones que pasan, necesariamente, “por un cambio en el patrón de consumo” buscando alternativas menos contaminantes y por la concienciación, educando a la gente para que las use. El catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, autor de “Hacia una educación para la Sostenibilidad. 20 años después del Libro Blanco de la Educación Ambiental en España”, alertó de que estamos consumiendo unos recursos finitos, y que nuestro modelo de crecimiento tiene que cambiar adaptándolo al funcionamiento de la Tierra. “Los últimos indicadores hablan de que, quizá, para vivir mejor no hace falta seguir creciendo de forma ilimitada”.
Valentín Alfaya, presidente del Grupo Español de Crecimiento Verde, apunta al modelo energético como la base del cambio. No sólo en cómo se produce, sino cómo se utiliza. “Tenemos capacidades tecnológicas para resolver el problema, con renovables, eficiencia energética, etc… La clave está en cómo hacer penetrar esto en el mercado y cómo reducir los costes de las energías verdes. “Nos cuesta ver el largo plazo, porque el ser humano tiene una conciencia más económica que ecológica”.
Las empresas españolas lo tienen claro, hay una agenda clara y asumen, incluso, el factor de condicionalidad de los fondos europeos, pero, apuntó la directora del Energía, Medio Ambiente y Clima en CEOE, Cristina Rivero, “en ningún caso debe suponer un freno al desarrollo”, porque entonces este cambio no sucederá.
Cristina Rivero, directora del Departamento de Industria Energía, Medio Ambiente y Clima en CEOE
El problema es la politización. “Hay mucha ideología y muchos intereses en ese triángulo sobre el que se sustentan los sistemas energéticos”, explicó Juan Lasala, y eso impide avanzar. Para esta transformación se requiere de capital privado que precisa de certidumbre y seguridad jurídica y eso, añadió Alfaya, “no puede depender del partido que esté en el poder”. “Necesitamos consenso político y eso es incompatible con la ideologización”.
La deuda ecológica con los países del Sur
Cada año, el reloj sobre el agotamiento de los recursos naturales llega antes. Según la organización Global Footprint Network, vivimos como si tuviéramos 1,75 planetas a nuestra disposición. Y, sin embargo, esa sobre explotación de los recursos no es equitativa. Manos Unidas viene denunciando desde hace tiempo que, mientras que 821 millones de personas no tienen para comer, tiramos un tercio de los alimentos que consumimos. “Esto exige una responsabilidad diferenciada” respecto al cambio climático, explicó Fidele Podga, coordinador del Departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, que no significa que a los países del sur no se les pueda pedir un modelo económico menos contaminante, sino reconocer que no pueden hacerlo sin apoyos.
El papa Francisco habla de la “deuda ecológica del Norte con el Sur”, que son los que más están sufriendo las consecuencias de la erosión de la tierra por la falta de lluvia, de las inundaciones por la subida del nivel del mar, de la contaminación y del aumento de enfermedades como en dengue, o la migración producida, precisamente, por las condiciones climáticas adversas. “En la Fratelli Tutti el Papa llama a empezar por los últimos. Esa puede ser la clave”, concluyó Fidele.
Fidele Podga, coordinador del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas
Los ODS ¿son una utopía?
El mismo año que se publicó la Encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la Casa Común, se publicaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un conjunto de compromisos globales, firmados por hasta… países que van desde proteger el planeta hasta asegurar la educación y la prosperidad para todos. ¿Son una utopía? ¿Se han como cosmética más que como una estrategia real? Valentín Alfaya lo tiene claro: no lo son y, además, deben ser más amplios. Porque “los números que están detrás son razonables y porque se pueden alcanzar”, pero es necesaria la “solidaridad económica y tecnológica, ayudando a los países del sur que a que cojan atajos y a que no vayan por el camino por el que fuimos nosotros hace 6 décadas”.
“Estamos obligados a ser optimistas”, añadió Benayas. “Cuando ponemos estos temas sobre la mesa, tendemos a ser negativos, pero los objetivos que se firmaron hace años, como el de la capa de ozono, se cumplió antes de tiempo”. “Convencer a los convencidos es fácil, pero hay que hacerlo con los que no se implican en estos problemas”.
Javier Benayas, catedrático de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid
El fin de los combustibles fósiles
Uno de los puntos clave en este itinerario hasta una economía sostenible es la transición paulatina hacia energías limpias y la descarbonización de la economía. En España un 50% de la energía es de petróleo, aunque con la tecnología adecuada esta transición a economía limpia puede producirse más rápido de lo esperado. Sin embargo, “no podemos pensar que todos los sectores parten de la misma base o todas las poblaciones tienen la opción de comprarse un móvil o un coche eléctrico”, advirtió Cristina Rivero. La hoja de ruta existe, “pero hay que hacerla accesible a todo el mundo”. Y esto no va a venir de los gobiernos, “sino que los que proveen de soluciones van a ser las empresas”, cuyo papel es fundamental.
En cualquier caso, puntualizó Lasala, responsable de Capital Energy, no se puede pensar en que todo se solucione con la electricidad. “Electrificar no es descarbonizar” y el coche eléctrico, por ejemplo, cuando arranca no emite, pero para hacerlo hay que usar una energía que no es renovable. Y, aunque el vehículo ligero tiende a descarbonizarse, el vehículo pesado, como el marítimo y el aéreo tendrá un itinerario mucho más difícil.
Hacia un desarrollo sostenible, también por la salud
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente, la contaminación en España produce 20 veces más muertes que el número de víctimas en los accidentes de carretera (unos 34 mil al año), al tiempo que es cada vez más evidente el impacto del cambio climático en la salud. María Neira, directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS habla de múltiples enfermedades relacionadas directamente con la destrucción de la biodiversidad. “Vemos que más del 70% de los nuevos virus se producen por un salto de la especie animal a la humana bajo una presión ambiental de estrés, como la deforestación, el comercio y el consumo de animales salvajes”. “La salud humana, animal y ambiental del Planeta están muy ligadas, y todo indica que si el ébola, el SARS o el SIDA saltaron en condiciones extremas, el COVID también lo pudo hacer”.
Por otra parte, apuntó la doctora Neira, la contaminación del aire producida por la combustión de energías fósiles mata hasta 7 millones de personas al año. Por eso, desde la OMS se pide una transición a energías limpias de la manera más ambiciosa posible, “porque es un problema de salud pública”. Frente a las críticas, Neira defiende el papel de esta organización internacional. “Si queda tocada su credibilidad quedamos tocados todos”.
Esto es un ejemplo más de que todo está interrelacionado, tal y como dice la Laudato Si´. Reaccionar con rapidez es tarea de todos, “empezando por el sector educativo y la universidad, que es donde están los líderes del futuro”, concluyó Javier Benayas.