16/06/2025
Presentación de libro
Cosas que he aprendido de gente interesante. Filosofía, política y religión

“El cristianismo no se entiende sin un vínculo necesario con la hospitalidad al migrante”
Es fundamental una Teología de las migraciones para tener claro el punto de partida sobre el que dialogar, desde la Iglesia, con los que tienen en sus manos la gestión de un fenómeno complejo que es ya “el gran signo” de nuestros tiempos. La Iglesia, a través la Sagrada Escritura y la tradición; de las enseñanzas de religiosos a lo largo de los siglos y de la propia Doctrina Social de la Iglesia, ha dejado meridianamente claras las cuestiones fundamentales relacionadas con la hospitalidad, la acogida y la integración de las migraciones, pero no existía hasta ahora una teología como tal. “En Teología de las Migraciones. De la hospitalidad humana al derecho a no tener que migrar”, el profesor José Manuel Aparicio trata de cubrir ese vacío, a través de una completa y profunda recopilación de fuentes bíblicas, teológicas, patrísticas y ayudado por una selecta bibliografía. En 8 densos capítulos, Aparicio, investigador del Instituto de Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, ofrece una serie de claves para abordar, desde la fe, este fenómeno de la movilidad humana, especialmente cuando ésta es forzosa.
Un fenómeno que la Iglesia no aborda solo desde la teoría, sino también desde una práctica, que es la de la hospitalidad, la caridad y el compromiso, como explicó el Cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, durante la presentación del libro en la Fundación Pablo VI, con la presencia, junto al autor, de Julio Martínez SJ, catedrático de Teología Moral en la Universidad Pontificia Comillas; y Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI.
Mons. Cobo dio las gracias a Aparicio por un trabajo que da claves para desarrollar la hospitalidad en las parroquias, desde su conocimiento y experiencia, que es la de la “mirada al rostro concreto de cada persona”. Por eso, el profesor Aparicio, cuyo trabajo es el resultado de años de investigación, busca con este compendio no solo una interlocución con los actores implicados en el proceso de acogida, gestión o integración de las migraciones, sino con todos los bautizados, hijos de una Iglesia “que se ha revelado a través de las migraciones”. Durante siglos, “el cristianismo no se entiende sin un vínculo necesario con la hospitalidad”, explicó Aparicio. Y, en ese sentido, cree que, por encima de las cuestiones éticas o políticas, hay que entender que “somos hijos y dialogantes con las migraciones”, lo que implica, entre otras cuestiones, “evitar caer en discusiones polarizadas de aquellos que consideran la migración como tecnocracia o estrategia política”. Julio Martínez, que ha participado también en las reflexiones que recoge el libro, abundó en este asunto, saliendo al paso de todas aquellas críticas que hablan del “buenismo” de la Iglesia en materia de migración. “No queremos ser buenistas en el sentido de no pisar tierra, pero sí queremos ser buenos, de acuerdo con el Evangelio”. Y en aquellos que hablan de buenismo, dijo, hay muchos que quienes quieren dividir y que, apelando a las pasiones más bajas, “ponen a las personas como culpables de unas situaciones que no son”.
Necesidad de un flujo regulado a nivel europeo
Aunque no niega, porque, dice, “sería inconsciente”, que los países se acojan al derecho a regular sus flujos, sí apuesta por una gestión compartida en Europa. “Esto no significa abrir fronteras y que entre quien quiera, hay una soberanía nacional. Pero ese derecho ejercido de forma egoísta, autorreferencial o cerrada no se comparte con la Doctrina Social de la Iglesia”, apuntó.
Pero, además de esto, añadió el autor, no hay que olvidar aquello que indicó el Papa Francisco en numerosas ocasiones, que es el “derecho a no tener que migrar”; esto es, “trabajar para poner las condiciones para que las personas no se vean forzadas a hacerlo”.
La última cuestión formulada por Jesús Avezuela, moderador del coloquio, abordó el tema de la integración y cómo hacer compatible el respeto a la identidad, la cultura y la religión propias con las de aquellos que vienen de fuera. Aparicio aseguró que, aunque es una cuestión complicada, porque toca aspectos sensibles del protagonista y de las comunidades acogedoras, no tenemos en España especiales problemas con las minorías por esa capacidad de crear “una inteligente interculturalidad”. Lo mejor, dijo para concluir, “es que la decisión sea libre y no forzada”.