En España, esa voz común sonó en los días previos, a través de una declaración conjunta en la que llamaban a una “revolución moral”. Porque, dicen las entidades, el cuidado de la Casa Común no es una mera exigencia técnica sino un imperativo ético, porque de ello depende el futuro de las generaciones venideras y de los más vulnerables. Y, con ese mismo mensaje de unidad, se hicieron presentes en la ciudad brasileña del 6 al 21 de noviembre, pidiendo justicia a 3 niveles: en la acción (poniendo fin a la era fósil); en la transición (para evitar que esta transición ecológica no creara nuevas formas de pobreza); y en las finanzas y la fiscalidad (pagando la deuda ecológica que los países del Norte tienen con el Sur global).
Aunque los avances en este sentido han sido escasos, sobre todo en lo relativo a la firma del acuerdo para eliminar los combustibles fósiles, ─fundamental para cumplir el límite del 1,5%─, ha habido algunos pasos positivos, como ha sido el compromiso para combatir la desinformación y para contrarrestar las narrativas falsas que, por miedo o por intereses, jalean al negacionismo y a la anticiencia. Algo en lo que juega un papel fundamental esta sociedad civil que, desde sensibilidades y ámbitos diversos, trabaja en la concienciación para lograr una ciudadanía informada, con criterio y compromiso con un estilo de vida más austero, solidario y justo.
Así lo constataron algunos de los representantes de esta sociedad civil en el encuentro que tuvo lugar el martes, 9 de diciembre, en el Fundación Pablo VI. Todos los presentes en este encuentro habían estado presentes en la COP 30 como observadores: por parte de la Carmelite NGO Mª Carmen Molina, catedrática de Biodiversidad y Conservación de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del Instituto de Investigación en Cambio Global-URJC; por parte de ECODES Pablo Barrechena, director de la misión de clima y mercado de la sostenibilidad de la Fundación Ecología y Desarrollo, que lleva desde la cumbre del clima de París, en 2015 realizando vigilancia y seguimiento de las políticas globales de acción climática; por parte de Greenpeace Pedro Zorrilla, coordinador de las campañas de Cambio climático; y por parte de Arcores Internacional (REDES) Jazzeal Jakosalem, (hermano Tagoy) de la Orden de los Agustinos Recoletos, vinculado a la red Living Laudato Si en Filipinas, con gran presencia y experiencia en otras cumbres internacionales. Precisamente, desde esta experiencia, puso de manifiesto, en su intervención, el gran fracaso que supone la falta de compromiso y cumplimiento de los planes de desinversión, cuyas consecuencias se están viviendo, muy especialmente, en los contextos más pobres y vulnerables. En Filipinas, por ejemplo, en poco tiempo, sucesivos tifones han arrasado varias regiones, dejando centenares de muertos y millones de damnificados de manera directa o indirecta. Aun en este contexto, ni siquiera su gobierno firmó el documento inicial de desinversión que es, en su opinión, el mayor fracaso de esta cumbre. ¿El motivo? Los intereses económicos y el miedo, explicó Pablo Berrechena. Por una parte, el miedo a las consecuencias no hace vivir la negación; y, por otra, no querer cambiar los estilos de vida. También, como apuntó Pedro Zorrilla, priman los intereses de la industria fósil concentrada en pocos países con gran influencia estas cumbres.

En todo caso y pese a los pocos avances, Mari Carmen Molina celebró que haya podido escucharse la voz de los más afectados por esta crisis, las comunidades indígenas y quienes trabajan por sus derechos, como son muchas entidades de la Iglesia en América Latina.
A modo de balance, los 4 destacaron, también, la necesidad de seguir apostando por el multilateralismo frente a los bloques. Y por la unidad frente a la dispersión. Desde la aconfesionalidad y el mundo eclesial, como se ha visto en este encuentro, hay muchos puntos en común para trabajar en la sensibilización y la acción por la justicia climática y los derechos de los más vulnerables. Por una cuestión humana y moral. Las ideas, dijo Eduardo Agosta, están claras. Falta la voluntad. Una sociedad civil, unida y fuerte, es clave lograr una ciudadanía informada, políticas públicas coherentes y cambios de actitudes. De ello, dijo el Papa en su mensaje en la cumbre, depende no solo los bienes naturales, sino también la paz.
