El tiempo del descanso propio del verano favorece un mayor contacto con la naturaleza. Seguramente, muchas de las actividades que realizamos durante el esta época del año tienen relación con el medio ambiente y permiten un mayor conocimiento y disfrute de la creación.
Actualmente se tiene una gran sensibilidad en relación con la necesidad de respetar y cuidar la naturaleza. La conciencia ecológica es cada vez mayor, hasta el punto que el Papa Francisco ha escrito la encíclica Laudato si', en la que nos recuerda a los católicos que el cuidado de la casa común, que es nuestro mundo, constituye un auténtico deber moral. El uso egoísta de los bienes y recursos naturales por un deseo desmedido de enriquecerse, o la falta de respeto al medio ambiente, ensuciando los parajes o realizando actividades que los pueden dañar, son prácticas que no constituyen únicamente una agresión al medio ambiente, sino que son también una falta de respeto a los demás, porque les impedimos disfrutar de la belleza de la creación. El Papa nos ha recordado en esta encíclica que todos tenemos el deber de dejar a las generaciones futuras un mundo mejor del que hemos encontrado, también en lo que supone el respeto a la naturaleza.
El Papa nos dice que para concienciar a todos en esta exigencia es necesaria una educación para una ecología integral, que comience con el respeto y la protección absoluta del ser humano; que no convierta la ecología en un lujo únicamente accesible a aquellas sociedades que ya lo tienen todo y buscan simplemente una mayor calidad de vida; que nos lleve a unos hábitos de vida caracterizados por una mayor austeridad y sencillez, lejos de la mentalidad consumista que nos invade; que fomente actitudes y comportamientos en orden a una mayor responsabilidad ambiental; y que nos lleve a una mirada de las personas y de las otras criaturas que no esté caracterizada por el pragmatismo y el utilitarismo. Si interiorizamos estas actitudes estaremos luchando, según la medida de nuestras posibilidades, por una mayor justicia social en nuestro mundo y por dejar para el futuro un mundo mejor del que hemos recibido.
Para los creyentes, el contacto con la naturaleza es también una fuente de espiritualidad, un camino para llegar al encuentro con Dios. El Papa, en la Laudato si' nos sugiere unos principios de lo que él denomina una "espiritualidad ecológica", que alimente "una pasión por el cuidado del mundo" (nº 216): la percepción de la belleza de la creación nos evoca la belleza de Dios y nos lleva a reconocer que el mundo es un don que hemos recibido del amor del Padre; el sentirnos parte integrante de ella nos lleva a vivir en una mayor comunión con todas las criaturas; la contemplación de las obras de Dios nos debe llevar a respetar las leyes que Él ha inscrito en la naturaleza; la paz que percibimos en el contacto con la creación nos debe llevar a una paz con nosotros mismos, con los demás y con Dios, rompiendo la lógica de la violencia, del aprovechamiento y del egoísmo.
Que sepamos disfrutar de la creación. Con mi bendición y afecto.
+ Enrique Benavent Vidal
Obispo de Tortosa