NOTA PASTORAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL PORTUGUESA
Nuestro país, de año en año ha sido tan devastado por los incendios que se han convertido en una verdadera plaga de proporciones casi inmanejables. La zona quemada anual ya supera la de cualquier otro país europeo, incluso aquellos que tienen tiempo similar al nuestro. El patrimonio forestal se está perdiendo de una manera igualmente sin precedentes. Son notorios los costos humanos, sociales, económicos y ecológicos de este.
¿Qué hacer? ¿Nos resignamos a una herida con tales dimensiones, como imposible de contrarrestar, como si fuese inevitable? De algún modo. Estamos convencidos de que las causas de la plaga dependen directa o indirectamente de la voluntad humana. Y, como tal, sólo se puede prevenir o combatir en marcha efectiva, si todos, desde los más simples a los ciudadanos más responsables en vez de lamentarnos, cambiamos realmente nuestra mentalidad y hábitos sociales. ¿Qué?
Sabemos que la causa de muchos incendios, tal vez la mayoría, son el comportamiento criminal, algunos intencionados, otros negligentes. Es necesario determinar no sólo las causas de la dimensión de esta práctica -lo que realmente aún no se logró hasta la fecha- sobre todo porque no es detectar y combatir los intereses que se benefician de ella.
El castigo de los responsables, directa o indirectamente, de tales crímenes no sólo es una exigencia de justicia, sino que también debe servir como un mensaje de disuasión contra dicha conducta. No olvidemos, sin embargo, que la acción de las autoridades políticas y judiciales dependientes en gran medida de la cooperación de los ciudadanos con la información pertinente para acreditar los hechos. No es el valor del pago.
Sabemos que el fuego también depende del estado de conservación en que están la tierra y los bosques. Por lo tanto las medidas preventivas, incluyendo la limpieza de los bosques y el uso del suelo, que en este punto, han sido introducidas por las autoridades estatales. Es necesario respetar, apoyarlos y seguirlos.
Sin embargo, hay casos en los que tales requisitos pueden exceder las capacidades de los propietarios de la tierra cuando se les proporcionan bajos ingresos. El ser, en lugar de los elementos individuales, el bien común se ocupa, también hay que apoyar a los propietarios con otros incentivos. Y en el caso de la propiedad estatal, este es el primero en mostrar el camino en el cumplimiento de los requisitos que impone.
Afortunadamente son ciudadanos cada vez más entre nosotros se dedican activamente a prevenir o combatir los incendios. Hay quienes se dedican, sobre todo en el verano, los servicios de monitoreo de cierre. Especialmente en la lucha contra ella y se destacan de los bomberos por su profesionalismo y de manera desinteresada y desinteresado que lo hacen, arriesgando su vida y, a veces, la pérdida de sí mismo. Honor que se les hizo para el servicio que prestan. ¿Cómo siguen alabando las innumerables iniciativas y el humanismo de manifestaciones y la solidaridad, especialmente en los casos de pérdida de la vivienda y otros activos, han surgido entre nosotros.
Esto significa que todavía hay, como de hecho ha existido siempre, el sentido del bien común, absolutamente necesario para la lucha contra incendios y la prevención. Es necesario promover y extender de modo que se convierte en dominante en toda la sociedad.
Es de vital importancia que todos miramos a la naturaleza no sólo como una fuente de la utilidad y el rendimiento económico y, por tanto, fácilmente sujeta a las explotaciones de tal manera desordenada que destruyen por completo. Incluso para nosotros que no sea posible vivir sin ella, hay que respetarla y valorarla, en su bondad, la armonía y el equilibrio, como un regalo que recibimos y un legado que hay que esforzarse por transmitir a las generaciones futuras.
Vea cómo Francisco Pope refuerza la misma en una perspectiva cristiana: "La naturaleza significa por lo general como un sistema que analiza, comprende y maneja, sino la creación sólo puede ser concebida como un don que viene de las manos abiertas del Padre de todos como una realidad iluminada por el amor que nos llama a una comunión universal "( Laudato si ' , 76).
Por último, para un cambio de mentalidad y hábitos sociales, por lo que es necesario para prevenir y combatir los incendios, es necesario movilizar a toda la sociedad en sus diversos órganos: el Estado con su más directamente responsables; la Iglesia y todas las otras denominaciones religiosas; Las autoridades locales de mayor y menor amplitud; escuelas en sus sucesivos niveles de la educación; los medios de comunicación en sus diversas expresiones; las diversas asociaciones y muchas otras instituciones, cualquiera que sea su tamaño. Pero en concierto.
Por nuestra parte, hacemos un llamamiento a las comunidades cristianas a hacer todo lo posible para cometer sus miembros en esta causa que es tan cristiana como humana.
Fátima, 27 de Abril 2017
(traducción del original)