"La actividad empresarial es esencialmente una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos". Lo dice el Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti y lo viene repitiendo el magisterio de la Iglesia en los sucesivos documentos referidos a la cuestión económica.
Caritas in Veritate de Benedicto XVI habla de que la “gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción y la comunidad de referencia”; y Centesimus Annus se refiere a ella como una comunidad de hombres que, de distintas maneras, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera (CA 35).
Para la Iglesia, la economía no es neutra y quien la ejerce desde el compromiso cristiano no puede convertir el crecimiento económico y los beneficios en el único indicador válido de la empresa ni el más importante. En este sentido, la Doctrina Social de la Iglesia ofrece un marco de principios de actuación para todos aquellos que buscan hacer de la actividad empresarial ese “noble” oficio del que habla el Papa.
ARTICULO COMPLETO PUBLICADO EN ECCLESIA (MAYO 2022)