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Caritas in Veritate: primer contacto

El día de San Pedro y San Pablo firmó el Papa su tercera encíclica, social. Pensada para publicarse el 2007, para conmemorar los 40 años de Populorum Progressio (1967), la necesidad de pensar mejor las causas de la crisis financiera ha motivado el retraso de su aparición. Se presentó el martes 7 de julio, realizadas ya las traducciones oficiales. Es un documento largo y denso. Ahora me limito a presentar algunos aspectos tras un primer contacto.

Lo que es y lo que no es Es un documento de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), orientado al desarrollo humano integral ("de todo el hombre y de todos los hombres", formulaba Pablo VI), desde una perspectiva creyente. El anuncio de Cristo es el primer y principal factor de desarrollo (8). Porque nos evidencia el amor de Dios a todos y nos estimula a vivir como hermanos. A lo largo de seis capítulos aborda facetas del desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad. A la relación entre ambas dedica la Introducción. "Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad." (3). "Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios" (n. 4).

No es documento político: La Iglesia no tiene como tarea dar soluciones políticas, sino orientar y estimular (9), como había expresado con claridad en Deus caritas est. Tampoco es económico: Se publica en tiempo de crisis pero no es mera respuesta a ella. No se puede encasillar: no es capitalista ni socialista.

Sus inspiraciones

Sin duda —lo dicen el título de la encíclica y de su capítulo I— se inspira en Populorum Progressio (PP): quiso conmemorar su 40 aniversario, es el documento más citado en sus 159 notas, a PP se dedican la primera y la última. Cita también al Concilio, Juan Pablo II, Juan XXIII y su propio Magisterio anterior. Alude a S. Agustín, Sto. Tomas y Heráclito. Aunque no la cita literalmente, está muy cerca de Quadragesimo Anno (QA). No es extraño: ésta salió a los dos años de la crisis de 1929. Algunas enseñanzas de Caritas in veritate (CiV) son eco de QA: subsidiariedad, recuperar el papel del Estado, necesidad de un nuevo orden para ser protagonistas y no víctimas de la crisis...

Una síntesis del propio Papa

Al día siguiente de la Presentación de CiV, Benedicto XVI reconocía que había tratado de los grandes principios indispensables para el desarrollo humano: la atención a la vida del hombre, como centro de todo verdadero progreso; el respeto del derecho a la libertad religiosa, siempre unido íntimamente al desarrollo del hombre; el rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considera artífice absoluto de su propio destino. La necesidad de romper la vieja idea de que la economía debe producir recursos y la política distribuirlos. La globalización es más económica que política y ésta se circunscribe a espacios limitados . La economía debe seguir criterios éticos en todas sus fases, y no de cualquier ética sino de una ética amiga del hombre (37).

Aplicación de una síntesis anterior


En el pontificado anterior, en 1986, siendo José Ratzinger Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, este Dicasterio publicó una Instrucción, la segunda, sobre la Teología de la Liberación. En ella por primera vez se expresaba una síntesis autorizada de los contenidos de la DSI. Los reducía a dos principios básicos:

  • el Mandamiento del Amor, que lleva al reconocimiento de la dignidad de todo hombre, sujeto activo y res‐ponsable de la vida social.
  • Los principios de solidaridad y subsidiariedad.

Es claro el sentido de esta síntesis:

  • Insiste en la raíz evangélica —de índole religiosa y moral— de la DSI: la base es el mandamiento del amor cristiano.
  • Subraya la necesidad de concretar este amor: dignidad de todo hombre, considerado como el sujeto activo y responsable de la vida social.
  • Presenta el ideal del quehacer cristiano en la vida pública: la solidaridad le abre a los problemas de los otros y condena el individualismo. Y la subsidiariedad le hace ser sujeto activo del cambio social, al reducir las competencias del Estado y condenar la abstención y el desinterés ante los asuntos públicos.

En CiV el amor es la base: la caridad es la vía maestra de la Doctrina Social (2). Y no un amor cualquiera: abierto a la verdad, a la dignidad de cada hombre. Y se basa repetidamente en la solidaridad y la subsidiariedad. La visión de la DSI que explicitó como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe la aplica ahora como Papa.

El camino hacia el desarrollo en CiV es declaradamente teológico: El nuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo (8). El desarrollo humano integral es una respuesta al Dios Creador. El humanismo que excluye a Dios es inhumano. (78). Negando a Dios se hace imposible la fraternidad y el desarrollo integral. Porque Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre (29).

El Papa mantiene también la visión del ser humano, sujeto activo y responsable de la vida social, que había expresado en el documento de 1986. Puesto que el desarrollo es una vocación (16), el desarrollo humano integral supone la libertad responsable de la persona y los pueblos: ninguna estructura puede garantizar dicho desarrollo desde fuera y por encima de la responsabilidad humana (17). Refiriéndose a la globalización, tras afirmar que no es a priori buena ni mala, sino que depende del uso que hagamos de ella, invita a ser protagonistas, no víctimas. Es decir, a ser libres y responsables. Era el ideal que exponía en la Segunda Instrucción sobre la Teología de la Liberación y sigue fiel a ese ideal.

El trasfondo de la encíclica

Es el muy repetido en el Magisterio del Papa actual: el diálogo entre la Fe y la Razón (56). Como éstas se completan, también lo hacen el Amor y la Verdad.

Era necesaria

Desde Centesimus Annus (CA, 1991), la última encíclica social, han pasado 18 años. El mundo ha cambiado. Recuerdo algunas novedades desde entonces: la técnica se ha impuesto en parte a las ideologías (lo subrayó ya Octogesima Adveniens). Lo que entonces llamábamos mundialización, acentuada, es la actual Globalización. Hay un auge del sentimiento religioso y ético, demasiado sincretista a veces. El mapa geoestratégico ha cambiado con nuevas potencias emergentes. Y la crisis, que debe ser una oportunidad para discernir: somos libres (21).

Selección de algunos temas

CiV aborda muchos temas. Indico sólo algunos, en selección quizá subjetiva, pero actuales hoy en España:

  • Cuestión social: se ha convertido radicalmente en antropológica (75).
  • El Estado: Con frecuencia llega tarde. La movilidad del dinero le quita poder (24). Pero debe recuperarlo para poder corregir y evitar injusticias (41).
  • Participación: Tanto en la vida de los Estados como a nivel internacional. Un caso es la subsidiariedad fiscal, que permitiría a los ciudadanos decidir sobre el destino de porcentajes de los impuestos que pagan al Estado (60).
  • Derechos y deberes: "Es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario. Hoy se da una contradicción. Por un lado, se reivindican presuntos derechos con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan (43).
  • La ONU precisa reforma, como la arquitectura económica y financiera internacional para que sea real el concepto de familia de naciones (67).
  • Vida y familia: La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad va hacia la supresión de la vida, no encuentra motivación y energía para esforzarse en el servicio del bien del hombre (28). Es necesidad social, incluso económica, proponer la hermosura de la familia y del matrimonio, unión de hombre y mujer, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. No es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico (44).
  • Empresa, finanzas: La empresa no puede responder sólo a las expectativas de los inversores, en detrimento de su dimensión social. Las finanzas no deben ceder a la tentación de buscar sólo el beneficio inmediato sin atender al servicio a todos (40). El principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria (36).
  • Actividad económica. En la época de la globalización, no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica (38).
  • Los pobres: No se debe considerar a los pobres como un 'fardo', sino como una riqueza incluso desde el punto de vista estrictamente económico (35).
  • Libertad religiosa: Cuando el Estado promueve, enseña, o incluso impone formas de ateísmo práctico, priva a sus ciudadanos de la fuerza moral y espiritual indispensable para comprometerse en el desarrollo humano integral (29).
  • Educación: un mayor acceso a la educación es condición esencial para la eficacia de la cooperación internacional Para educar es preciso conocer la naturaleza de la persona humana. Una visión relativista de dicha naturaleza empobrece (61).
  • El primer capital es el hombre. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad (25).

En la encíclica aparecen muchos más temas. Estos pueden despertar el apetito para leer CiV.

D. Rafael Mª Sanz de Diego, SJ
Profesor del Master de Doctrina Social de la Iglesia.
Universidad Pontificia de Comillas.




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