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La encíclica del humanismo cristiano

ortegamartin

La nueva encíclica de Benedicto XVI  –“Charitas in veritate”- no es, como se ha dicho ya, una intromisión en la presente crisis económica. Responde, más bien, a la lógica del teólogo Ratzinger que abrió su magisterio papal hablando de Dios (“Dios es amor”), lo continuó apelando a la esperanza (“Salvados en la esperanza”) y ha rematado ahora su trilogía teológica: fe, esperanza y caridad, con esta excursión por la convivencia humana, buscando  las pautas de la justicia social como expresión del amor fraterno. Al hablar de las estructuras sociales, de la globalidad de los derechos, de las perspectivas humanitarias ¿era posible ignorar la crisis económica que azota hoy a la Humanidad?  “Caridad en la verdad” empalma deliberadamente con encíclicas anteriores, especialmente, las de León XIII; Pablo VI y Juan Pablo II, que han ido nutriendo la llamada doctrina social de la Iglesia.

Dentro de esta trayectoria doctrinal, Benedicto XVI no podía obviar el análisis de la crisis actual confrontado la economía con la ética, ejerciendo libremente su magisterio por encima de ideologías y partidos y ofreciendo a la crisis presente denuncias necesarias, reformas oportunas, valores consistentes e iniciativas saludables para el bien común universal. Con todo ello, el papa Ratzinger acaba de rendir a la Iglesia y a la Humanidad entera un impagable servicio. Su encíclica no es celestial sino terrena y comprometida. Lleva a la Iglesia por el camino de ser luz y sal según el criterio evangélico. Así, Benedicto XVI ha reformulado en nuestros días el humanismo cristiano. Ha confirmado aquello que ya dijo Pablo VI, que la Iglesia es “experta en humanidad”. Es más, el papa Ratzinger podría hacer suya la afirmación de Terencio, el comediógrafo romano:  “Hombre soy y nada de lo humano me es ajeno”.




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