14/01/2025
Foro de Encuentros Interdisciplinares con la presencia de Paolo Benanti.
Gabriel Boric: ¿nueva esperanza para Chile?
“Entender la democracia como un mero instrumento, como una competencia donde un grupo le gana otro cada cierto tiempo y obtiene la prerrogativa de imponer sus posturas, ha llevado a crisis que generan heridas y quiebras en la cohesión social de los cuales cuesta recuperarse con los años”
La elección de Gabriel Boric como presidente de Chile puede decirse que ha marcado un hito en la historia del país y ha generado gran repercusión a nivel global por la eficiencia y transparencia del proceso. La historia dirá si la elección de Boric da lugar a un nuevo ciclo en el proceso político chileno. De momento, genera esperanza la posibilidad de que, por su trayectoria, sea capaz de lograr acuerdos sólidos y transversales.
En cifras, la elección del 19 de diciembre ha marcado un hito pues nunca en la historia de Chile había votado tanta gente: 8.363.910 electores acudieron a las urnas, un 55,6% del padrón electoral, el más alto desde que se instauró el sistema de voto voluntario. Esos números, sumados a la participación del plebiscito para la definición del actual proceso constituyente, hablan de una institucionalidad democrática de Chile que se fortalece, luego de la constante tendencia a la baja participación electoral desde la recuperación democrática en 1990. A nivel internacional destacó la eficiencia al contar con resultados claros una hora después del cierre de las mesas, y el clima de respeto cívico que mostraron ambos candidatos al reconocer inmediatamente el resultado, lo cual espantó los aires de extremismo y agresividad que se asomaron durante el período de campaña.
Gabriel Boric lidera una coalición de izquierda con el Partido Comunista como socio mayoritario, que, como resultado de la elección de noviembre, solo cuenta con 37 diputados y 5 senadores, porcentajes minoritarios en el Parlamento que no permiten ni siquiera aprobar una ley simple. Si bien hay que reconocer que su campaña fue meteórica desde que lanzó su candidatura, en primera vuelta solo convocó casi el mismo número de votantes de las primarias de su coalición, pero en el último mes de campaña supo capitalizar un apoyo político transversal del centro-izquierda y sectores independientes.
A pesar de que se buscó encasillarlo en la extrema izquierda, hay que tener en cuenta que la moderación de su discurso y la búsqueda de apoyos transversales, llevándolo a incluir propuestas de candidatos de la ex Concertación, por ejemplo, reflejó su gran capacidad política de generar acuerdos y moderar su propia postura en la búsqueda de un bien común.
De la trayectoria política de Gabriel Boric se ha destacado su habilidad política para los acuerdos. Como dirigente estudiantil fue clave en la movilización del año 2011 que culminó en cambios radicales al sistema educacional, como la gratuidad universitaria. Ya como diputado se atrevió a participar en la comisión por la Infancia, convocada por el presidente Piñera para enfrentar la crisis del sistema de protección de menores (SENAME), que le generó críticas de su propio sector[1]. En el mismo sentido, fue uno de los líderes claves en el Parlamento por el acuerdo por la paz y la nueva Constitución[2], que permitió una salida institucional al estadillo social de octubre de 2019[3]. Este recorrido, entre otras acciones, demuestra su voluntad de generar acuerdos con quienes piensan distinto, desplegando una personalidad propia que le permite integrar distintas opiniones sin renunciar a sus convicciones y sin perder su independencia, hasta el punto de que se ha dicho de él que cree profundamente en la vocación transformadora de la política.
Ante la crisis social que se evidenció en Chile en octubre de 2019, que se venía arrastrando y acumulando hace décadas, y que en el último tiempo se acrecentó con la pandemia, el pueblo chileno ha optado por Gabriel Boric para ser parte del proceso transformador ya iniciado en el proceso constituyente. Después del estallido social se clarificó que la crisis en Chile no es de gestión, sino de política.
Chile, desde la vuelta a la democracia, ha mostrado un buen desempeño económico, una disminución considerable de la pobreza, una capacidad de respuesta ante emergencias como los terremotos, y un sistema público de salud que ha respondido con eficiencia a la pandemia, convirtiendo a Chile en uno de los líderes a nivel mundial en el proceso de vacunación. Pero esa eficiencia no ha ido de la mano de un sistema político que atienda los reclamos y las expectativas de la sociedad en su conjunto, como ha sido la escandalosa desigualdad y otros estándares a nivel global que de manera vergonzosa no se cumplen en el país, como la privatización del sistema de pensiones y de recursos naturales como el acceso al agua. Una gran expresión de la crisis que se acumulaba fue la constante baja en la participación electoral, llegando a mínimos cerca del 40% del padrón electoral, poniendo en cuestión la legitimidad de la institucionalidad del país y que explica en parte el estadillo social.
La elección del presidente Gabriel Boric señala con fuerza que Chile quiere cambios, pero no a costa de la debilitación del sistema político y que estos cambios tienen que sustentarse en acuerdos sólidos y amplios. Los chilenos nos hemos dado cuenta de que somos un país diverso en todos los sentidos, y que son diversas también las causas con las que nos queremos comprometer. La pregunta es cómo le damos cauce a esa diversidad de propuestas sin imponer la propia postura y generar descontento en otros grupos, tal y como ocurrió en el estadillo social de octubre de 2019.
Parece ser sano para la convivencia democrática que se empiece a hablar más de acuerdos que de mayorías. Entender la democracia como un mero instrumento, como una competencia donde un grupo le gana otro cada cierto tiempo y obtiene la prerrogativa de imponer sus posturas, ha llevado a crisis que generan heridas y quiebras en la cohesión social de los cuales cuesta recuperarse con los años. Hoy nuestras democracias deben ser capaces de impulsar acuerdos sólidos, donde cualquier grupo, por minoritario que sea, se sienta escuchado en la deliberación de los acuerdos, y así se expresen en reformas que sean un fiel reflejo del consenso ciudadano por un bien común para el futuro del país. Ojalá sepamos los chilenos instaurar esta dinámica de acuerdos sólidos como la nueva esperanza de Chile.
David Bruna Ortiz
Red de Liderazgo Iberoamericano para el Desarrollo
[1] LA TERCERA. Gabriel Boric: "No por buscar acuerdos con quienes piensan distinto uno deja de defender sus convicciones. 02.06.2018. [Consultado 23.12.2021 en La Tercera]
[2] EMOL. Gabriel Boric: el recorrido del ex dirigente estudiantil que liderar un recambio generacional en La Moneda. 18.12.2021 [Consultado el 23.12.2021 en Emol]
[3] BRUNA, D. Chile, un pueblo herido que se cansó de esperar. 28.10.2019. [Consultado el 23.12.2021 en Fundación Pablo VI]