El diálogo está en los cimientos mismos de la Fundación Pablo VI, es parte de su ADN, así lo quiso el Cardenal Herrera Oria cuando en 1968 recogió en esta institución la herencia del Instituto Social León XIII.
El nombre de San Pablo VI también sabe a diálogo, la Encíclica programática de su pontificado está consagrada al diálogo, que entiende desde una perspectiva vertical, como coloquio salutis, coloquio de la salvación que Dios entabla con el mundo en la revelación; y, precisamente porque Dios inicia este coloquio con los hombres, la misión de la Iglesia será introducir este diálogo en el mundo. Para Pablo VI “nadie es extraño al corazón de la Iglesia. Nadie es indiferente a su ministerio. Nadie le es enemigo, a no ser que él mismo quiera serlo” (ES, 35).
Con este espíritu, la Fundación Pablo VI, con una larga tradición de diálogo con el mundo, promovió en 2018, secundando la invitación de la Conferencia Episcopal, un Congreso que abriera espacios de diálogo con la sociedad y fuera un punto de encuentro de la Iglesia con el mundo de la política, la economía y la cultura.
Después de la celebración del primer Congreso, llegó la pandemia de la COVID-19 que no solo paralizó la sociedad y a cada uno de los que la formamos, sino que ha supuesto una crisis humanitaria y social que aún es difícil de calibrar.
En este contexto, y siguiendo con la vocación de permanencia con la que nacieron estos congresos “Iglesia y Sociedad”, nos disponemos a celebrar su segunda edición, que hemos querido subtitularla “El mundo que viene”.
Cada vez son más las voces que hablan de un cambio de época, y no faltan signos que lo confirmen, de nosotros dependerá que este cambio de época sea un verdadero “Kairós”, que no sea un cambio hacia ninguna parte, una oportunidad perdida, sino un tiempo de oportunidades. El papa Francisco en su última alocución a la Asamblea General de las Naciones Unidas lo decía así: “De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo (..) Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores”. Y repite constantemente: “De esta crisis solo podemos salir juntos”.
En el Congreso queremos mirar el mundo que viene desde distintas miradas, siguiendo el camino de la escucha, de la propuesta, del derecho a disentir, del discernimiento. En el diálogo no se pierde nada, todo lo contrario, es una riqueza que fundamenta la propia identidad y la abre a los demás, porque “dando se recibe”. Sentimos como Iglesia que tenemos una misión y la hemos de realizar en el Hoy de la salvación. Esta iniciativa, por tanto, no quiere ser más que un granito de arena en esa misión de la Iglesia.
La nueva economía, los jóvenes y el futuro, el papel de la educación en la que sociedad que viene, los retos de un mundo global, o el horizonte político serán los temas que, un amplio abanico de representantes de toda la sociedad, debatirán en estos días.
El II Congreso de Iglesia y Sociedad es un motivo de esperanza, mucho más en el momento que los tambores de guerra vuelven a sacudir al mundo, pues de nuevo se demuestra que el diálogo es fundamento de una paz y una convivencia duraderas, de un mundo según el plan de Dios.
+ Ginés García Beltrán
Obispo de Getafe y Presidente de la Fundación Pablo VI