Devolver los valores cristianos al centro del debate sobre el futuro de Europa es el mensaje que han lanzado los obispos miembros de COMECE en la antesala de las elecciones europeas. Ante la amenaza latente a la paz y seguridad, la colonización tecnológica, la pérdida del espacio geopolítico y el auge de los movimientos euroescépticos y posicionamientos ideológicos extremos, urgen a recuperar las bases sobre la que sustenta el proyecto que empezó a construirse hace 70 años: la paz, la solidaridad y la participación. Del 6 al 9 de junio próximo los ciudadanos europeos iremos a votar sin ser quizá conscientes de que lo que nos estamos jugando es nuestro propio lugar en el mundo y con él la capacidad de responder a los grandes desafíos del momento, como son el tecnológico o el propio valor de la democracia.
La Fundación Pablo VI, en el seminario permanente que se está desarrollando en estos meses sobre la Unión Europa, dirigido por el ex presidente de la Fundación Centesimus Annus, Domingo Sugranyes, pone el foco precisamente en la respuesta de Europa frente a la revolución tecnológica y la transformación del trabajo. Y también sobre la importancia de cuidar los cimientos de un edificio que corre el riesgo de desmoronarse más incluso por factores internos -el auge de los partidos euroescépticos y extremos- que externos, como explicó el exeurodiputado Ignasi Guardans en una de las últimas sesiones de este seminario. Como dice Sugranyes, la Unión Europea está basada “no solo en los valores del humanismo cristiano, sino también en tradiciones más recientes, como son el liberalismo económico, el socialismo, la protección social”. Todo ello, afirma, no solo es compatible con los retos actuales, sino también “imprescindible” para superar las múltiples dificultades que se presentan: la realidad migratoria, el drama de los refugiados o las desigualdades económicas. Como prosigue el director del seminario permanente, no en todas las épocas ha sido fácil mantener y aplicar estos principios “frente a las duras realidades de un mundo competitivo”, pero pueden seguir ayudándonos, “a analizar las situaciones y diseñar políticas generosas en un mundo imperfecto”. No en vano, a pesar de nuestra desventaja competitiva en el desarrollo tecnológico, la Unión Europea ha sido la primera en crear una ley sobre inteligencia artificial para proteger a los ciudadanos de los riegos que esta tecnología tiene para su seguridad e integridad.
Políticos del ámbito nacional e internacional, filósofos, académicos, responsables de instituciones europeas y de fundaciones que promueven los valores europeos se reunirán el próximo 23 de abril en la Fundación Pablo VI, en el marco de este seminario permanente para una jornada que hablará de “ciudadanía participativa” en Europa y promoverá, desde las aportaciones de sus propios protagonistas, un conocimiento genuino de la realidad política de la Unión Europea, “un ámbito en el que nuestra opinión y nuestro voto cuentan”, apunta Sugranyes. El expresidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; el expresidente de la Comisión Europa, Romano Prodi; el presidente de COMECE, Mons. Mariano Crociata; los filósofos Tomas Halik, (Universidad Carolina de Praga), Adrian Pabst (Universidad de Kent) y Julio Martínez SJ (Universidad Pontificia Comillas); el historiador Juan María Laboa; o los exministros Ana Palacio e Íñigo Méndez de Vigo, entre otros muchos, estarán en el elenco de participantes. También el profesor y jurista Leopoldo Calvo Sotelo, Letrado Mayor del Consejo de Estado, profundo conocedor de la figura de San Pablo VI y su papel en la creación de la Comunidad Europea.
A juicio precisamente de Leopoldo Calvo-Sotelo, la solidez de Europa depende más de la acción interna que de la externa y pone el foco en los nacionalismos excluyentes, que son, desde su punto de vista, los principales responsables del deterioro de Europa. Frente a ellos, reivindica la frase del poeta belga, Émile Verhaeren, cuando dice “¡europeos, admiraos los unos a los otros!, para que se aparque “la desconfianza en el vecino y se admire más lo que tienen los demás, que es mucho”. Para Calvo-Sotelo es fundamental también la defensa de las raíces cristianas puesto que abandonarla “supondría una pérdida del propio ser”.
Esta jornada internacional, coorganizada con el Istituto Paolo VI de Brescia, contará con representantes de otras confesiones cristianas y abordará también el diálogo interreligioso “tan necesario en el doloroso contexto actual de guerra en nuestras puertas”, explica Domingo Sugranyes. Una reflexión necesaria que puede ser fuente de inspiración, tanto para los partidos que concurren a las elecciones del mes de junio como para los que están convocados a la participación.
Sandra Várez
Directora de Comunicación de la Fundación Pablo VI
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