En las últimas semanas el tablero político europeo se ha movido de manera vertiginosa. La designación de Ursula von der Leyen como Presidenta de la Comisión Europea y la elección de Boris Johnson como Primer Ministro de Gran Bretaña, generan expectación e incertidumbre sobre el futuro de la región. A pesar de que estos dos líderes evidencian síntomas de una fragmentación de Europa, ambos han sido llamados a ejercer un liderazgo que haga frente precisamente a los desafíos que parecen debilitar el rol de Europa y de Gran Bretaña en el concierto mundial. Hay varios aspectos a tener en cuenta.
Legitimación ciudadana
El primer reto que tienen ambos es cómo contar con la legitimidad de su propia ciudadanía, fruto de los procesos electorales que culminaron en su elección. Porque en ningún caso ha sido una elección directa. En el caso de Ursula von der Leyen, su nombramiento como presidenta de la Comisión es el resultado de un acuerdo de los líderes de los países europeos, que optaron por dejar de lado la fórmula del spitzenkandidat[1], palabra alemana para definir el hasta ahora sistema de cabezas de lista. Aunque este sistema haya sido cuestionado a la hora de lograr acercar las elecciones a los ciudadanos, la nueva fórmula para designar a Von der Leyden tampoco les ayuda a legitimarse, pues los ciudadanos se sienten con menos influencia y capacidad para elegir a sus propios líderes. Un reto que la nueva presidenta deberá superar.
En el caso de Boris Johnson el reto es aún mayor, pues solo cuenta con el apoyo de su propio partido. A pesar de resultar de un proceso acorde con la institucionalidad británica, el respaldo ciudadano no es tan directo para defender su legitimidad. Esto exige, por lo tanto, por su parte un intenso trabajo para demostrar a sus ciudadanos que representa el liderazgo que el Reino Unido necesita.
La crisis del multilateralismo
Otro de los grandes desafíos a los que se enfrentan Von der Leyen y Johnson es cómo incentivar el multilateralismo, un modelo de gran valor en la Unión Europea, posibilitador de procesos de integración regional que han repercutido en beneficio de la ciudadanía y que hoy sufre una profunda crisis, provocada por ese intento de algunos gobiernos de usar las instituciones europeas para sus propios intereses regionales. Muestra de ello, el proceso de elección de los altos cargos de la Unión Europea o cómo se han producido hasta ahora las negociaciones del Brexit.
Si bien cada Estado tiene sus propios intereses, el punto de partida de negociaciones y acuerdos deben ser los intereses compartidos, que son precisamente los que dan sentido a la integración regional. Precisamente, hoy se requiere un multilateralismo que vaya más allá de las propias fronteras, donde los intereses particulares se evalúen desde los intereses comunes.
Tanto los líderes de la Unión Europea como Gran Bretaña tienen que potenciar acuerdos desde esos intereses comunes. El Brexit no debería terminar con un divorcio entre el Reino Unido y Europa, sino abrir nuevas rutas de cooperación mutua. Los intereses comunes entre Gran Bretaña y la Unión Europea representan una oportunidad para que sus gobernantes propongan nuevos modos de cooperación.
Liderazgo no solo reactivo a populismos extremistas
La desafección ciudadana y la crisis del multilateralismo son también el caldo de cultivo para la propagación de posturas nacionalistas y euroescépticas de corte populista. La irrupción de estas formaciones populistas acapara la agenda mediática, reduciendo la discusión pública y forzando a que los distintos gobiernos asuman una constante actitud reactiva. El coste de esa situación es que temas relevantes para la ciudadanía van quedando fuera del debate, y, más aún, las propuestas de los liderazgos europeos se invisibilizan.
El liderazgo de Ursula von der Leyen genera expectativas en este punto. En su discurso ante el Parlamento Europeo[2] posicionó varios temas, como redescubrir la unidad europea, generar un nuevo “Green deal” (protección social para desempleados en crisis económicas) o igualdad de género en el colegio de comisarios, entre otros. Los temas que propone von der Leyen permiten ampliar el debate, incentivar el diálogo ciudadano y preguntarse por la posibilidad de trabajar en intereses comunes. Un liderazgo que aboga por una Europa capaz de generar acuerdos.
La primera prueba de fuego para estos nuevos liderazgos será este Brexit que no tiene vuelta atrás. Asumir con realismo los costes que genera esta escisión y llegar a acuerdos que tengan en cuenta los intereses generales, es lo mínimo que deben alcanzar para ganarse la confianza y legitimidad de sus ciudadanos. Esperemos que Ursula von der Leyen y Boris Johnson no defrauden.
David Bruna Ortiz
Licenciado en Filosofía Universidad Alberto Hurtado (Chile)
Estudiante Máster en Política, Economía and Filosofía.
Universidad de Hamburgo
Red de Liderazgo Iberoamericano para el Desarrollo
[1] Nota de prensa:'Spitzenkandidat', la controversial figura para elegir presidente de la Comisión Europea. Sitio web < https://www.france24.com/es/20190517-spitzenkandidaten-elecciones-europeas-candidatos-comision>
[2] Nota de prensa. Diario El País (España). El discurso de von der Leyen para ser Presidenta de la Comisión Europea. <https://www.youtube.com/watch?list=PLeEzCJHXClX3yLs95Ye0Xq6u9Srtmq3M5&time_continue=199&v=kl_cljtucxM>