La humanidad y el medio ambiente en el que habita han tenido un cambio drástico en los últimos seis meses a causa de una pandemia que ha acarreado el dolor de la muerte de miles de personas y la incertidumbre que se acentúa día a día en las familias, las empresas, las organizaciones de sociedad civil y los Estados.

La incertidumbre se profundiza cada vez más frente a los anuncios de recesión económica a escala mundial. Los gobiernos computan en años el tiempo que les costará a sus países “regresar al punto en el estaban antes de la pandemia”. Pero, ¿en verdad queremos volver al tiempo aquél? Tiempo en el que se gestaron las condiciones óptimas para que la COVID-19 pudiera dar un fuerte golpe a millones de personas en todo el mundo: un sistema sanitario precario, barrios empobrecidos, familias viviendo al día. Tiempo con altos índices de contaminación en las ciudades, con una temperatura promedio que se eleva cada año, y con unos efectos del cambio climático que se sienten cada vez más en todo el mundo, desde los glaciares de los Andes hasta las islas del Océanos Índico.

La humanidad debe mirar hacia el futuro con la esperanza de caminar hacia algo nuevo. Los errores que se cometieron tanto contra del mismo ser humano como contra de la naturaleza no deben volver a cometerse. La familia humana ha sentido su propia fragilidad y ha reconocido que se encuentra en una misma casa común fuertemente destruida por sus propias acciones. ¡Es tiempo de algo nuevo!

El Día Mundial del Medio Ambiente, tantas veces celebrado con importantes conferencias en todo el mundo para reflexionar sobre su cuidado y grandes acciones, como siembras masivas de árboles o limpiezas de playas, esta vez toma una relevancia trascendental al recordarnos que no podemos prescindir del respeto y cuidado de la naturaleza en esta nueva etapa de la humanidad. ¡El tiempo de lo nuevo ya empezó! El 18 de mayo 42 instituciones religiosas de 14 países como Argentina, Ecuador y  España anunciaron su desinversión de combustibles fósiles como un signo de esperanza de que podemos hacer nuevas las cosas. Importantes eventos como el Pacto Educativo Global y la Economía de Francisco que se celebrarán a finales de 2020, si las condiciones lo permiten, contemplan la gran importancia de la ecología en la educación y la economía. 

¡Todo está interconectado! La grave crisis socioambiental que afronta la humanidad necesita de la interdisciplinariedad para ser afrontada de manera integral. En este trabajo, la educación y la economía deben abrirse hacia el bien común, en el que el centro sea la dignidad del ser humano y el cuidado del planeta en el que habita.

¡Es tiempo de lo nuevo, no es tiempo de volver hacia atrás!

Fabián Campos A.
Red de Liderazgo Iberoamericano para el Desarrollo

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