Natalia Peiro: “El sistema sanitario público ha demostrado que es la única manera de afrontar una situación como esta”
Ignacio Urquizu: “Cuando uno mira los estudios de la OCDE, se ve que el estado de bienestar español es el que menos redistribuye y el que menos igualdad produce”
José Luis Fernández: “no se puede abordar con recetas del pasado los problemas del presente”
Secundino Caso: “España es insostenible si el 80% de la población está en el 20% del territorio”
El Estado del Bienestar es uno de los “mejores inventos de las sociedades europeas”, pero para garantizar su sostenibilidad hay que hacer una redistribución hacia un modelo más “sensato” y “redistributivo”.
Es la cuestión central que se trató en el encuentro que tuvo lugar en la Fundación Pablo VI el pasado 14 de abril, con la participación del sociólogo Ignacio Urquizu, alcalde de Alcañiz (Teruel), y profesor de sociología de la Universidad Complutense de Madrid; el profesor José Luis Fernández, director de la Cátedra de Ética Económica y Empresarial de la Universidad Pontificia Comillas; y Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas, con la participación, además, del economista Manuel Blanco Désar, autor de varios libros sobre el impacto en la sostenibilidad de nuestro sistema de una sociedad sin hijos; y el presidente de la Red Española de Desarrollo Rural, Secundino Caso.
En un momento de clara incertidumbre sobre la viabilidad de nuestro sistema, ¿cómo hacerlo sostenible? ¿Qué consecuencias implicaría eliminarlo? ¿Cómo buscar un equilibrio entre la intervención estatal y las opciones más liberales de gestión del sistema?
Teniendo en cuenta que el estado del bienestar es la culminación de todo tipo de derechos, (civiles, políticos y socioeconómicos), y la realización de bien común, habría que plantearse qué sucedería si se quitara, se preguntó Natalia Peiró. En primer lugar, en el ámbito de la sanidad. Lo estamos viendo durante la pandemia. “El sistema sanitario público ha demostrado que es la única manera de afrontar una situación como esta, sin distinción de personas, y por esto hay que seguir luchando”, advirtió.
La cuestión es cómo evitar el colapso y cómo hacer el sistema más redistributivo. Lejos de lo que piensan muchos, explicó Urquizu, el problema del estado del bienestar no está en su origen, sino en la forma de organizarlo, porque hay sectores donde claramente se genera desigualdad, como el universitario. “Cuando uno mira los estudios de la OCDE, se ve que el estado de bienestar español es el que menos redistribuye y el que menos igualdad produce”. Por lo tanto, “habría que buscar políticas universales para todos y otras que vayan solo a los más vulnerables”.
¿Cuál es el problema de esto? “Que se quiere abordar con recetas del pasado los problemas del presente”, puntualizó José Luis Fernández. Y la realidad es que, en este momento, el modo en el que el estado del bienestar se financia hace que no se llegue a todo. Para empezar, porque “más no es mejor”, y porque “incluso la naturaleza lo dice, las cosas no crecen indefinidamente”. Por eso, el responsable de la Cátedra de ética empresarial y económica de Comillas, apuesta por “ir a algo más frugal, a una economía más sensata y sostenible”.
“Tener hijos en este momento se ha convertido en un mal negocio. Nos hemos convertido en sociedades egoístas que pensamos que el mundo acaba con nosotros”
España, a la cola en natalidad
España, a la cola de la Unión Europea en nacimientos y muy cercana a uno de los países más viejos del mundo, como es Japón, tiene un serio problema de reposición generacional y, en parte, de sostenibilidad, por este motivo. “En términos económicos no es un problema porque se puede sustituir por la inmigración”, explicó el sociólogo Ignacio Urquizo, pero la realidad es que, “en España, se penaliza tener hijos en términos de pobreza y exclusión”, apuntó Natalia Peiró.
Así lo constatan los datos y la realidad, tal y como advirtió el economista gallego Manuel Blanco Désar, autor de varios libros sobre los riesgos del envejecimiento en la población y las implicaciones de que no haya nacimientos (“Una sociedad sin hijos” o la novela distópica “Huir de Progeria”). El escritor apunta a esto como una cuestión de voluntad y de modelo. “Son más prolíficos los trabajadores manuales que los que tienen estudios universitarios y mayor retribución”, que prefieren adoptar un animal a tener familia. “Tener hijos en este momento se ha convertido en un mal negocio”, dijo con ironía, y nos hemos convertido en sociedades “egoístas” que pensamos que el mundo acaba con nosotros. No es, por tanto, un problema económico, porque la mano de obra se puede suplir con la externa, sino de irrelevancia. Y “Europa está dejando de ser el centro”.
Y, mientras España y Europa envejecen, el número de habitantes del planeta no deja de crecer, generando otro dilema, que es del agotamiento de los recursos. ¿Qué hacemos entonces?, se preguntó José Luis Fernández. En 2050 los problemas serán otros, porque la robótica y la inteligencia artificial cambiarán la forma de financiar el estado del bienestar y nadie sabe si habrá recursos para todos. “Nos toca elegir si queremos a papá o a mamá”.
El futuro de las prestaciones sociales
El último informe de la Unión Europea indica que el número de pensionistas en este momento es de 85 millones y se espera que en el 2060 se duplique. En España por cada jubilado hay 4 trabajando y se espera que en 2050 haya un jubilado por cada dos trabajadores. Con estos datos se vislumbra “un problema real de sostenibilidad” que exige una serie de reformas. Urquizu apuesta por la de retrasar la edad de jubilación en las profesiones más cualificadas, “que suelen corresponderse con estudios superiores con una mayor calidad de vida”, frente a otras en las que se empieza a trabajar antes y en las que la calidad de vida puede ser menor. Sabiendo eso, “se puede hacer una redistribución para que el sistema no se resienta”.
Para Natalia Peiro no se puede abordar el tema de las pensiones sin abordar el tema laboral en los jóvenes. “Si la presión es manejar los salarios a la baja y las jubilaciones se retrasan, habrá una desigualdad entre mayores y jóvenes que romperá la cohesión social”.
Además, añadió el director de la Cátedra de Ética Empresarial de Comillas, la robotización va a cambiar mucho la forma de trabajar, teniendo que “ser más flexibles, reciclarnos y trabajar más”, con un trabajo “más fraccionario, menos rutinario y menos estable”. Y eso, a la larga, cambiará también la forma de redistribuir las pensiones no contributivas.
La clave está en cómo se paga, quién lo paga y hasta dónde se puede pagar. “Muchas veces, cuando se hace un proyecto, no se tiene en cuenta lo que cuesta”, lamentó José Luis Fernández, y no siempre la clave está en subir los impuestos, que afectan, sobre todo, a la clase media. Una idea en la que coincidió Urquizu. En España “los ricos tienen elementos de ingeniería para no pagar más”. Por lo tanto, “la clave no está en subir los impuestos, sino hacer que se pague de forma distinta”.
En este punto, la secretaria general de Cáritas defendió el ingreso mínimo vital como “elemento fundamental para la justicia social”. Sin él, muchas personas ni siquiera entrarán en el consumo y eso acaba repercutiendo también el sistema.
El bienestar del mundo rural
Desarrollo de las sociedades y crecimiento económico no siempre son coincidentes, como tampoco está necesariamente ligado a un modelo de vida en grandes entornos urbanos con gran acceso a los servicios. Así lo ha puesto en evidencia la pandemia, en la que se ha experimentado un retorno de muchos ciudadanos a las zonas rurales en busca de espacios más amplios, más tranquilos y abiertos, tal y como explicó Secundino Caso, presidente de la Red Española de Desarrollo Rural, que desde el año 1995, trabaja en la promoción de un modelo de desarrollo rural integral y sostenible. “Hay una pequeña revolución de interés por el mundo rural y hay comarcas que después de 50 años crecen. El problema es que la gente no quiere ir a un mundo rural sin servicios”, como escuelas o internet, que por lo primero que se pregunta cuando se llega al pueblo. En este tiempo, “se ha puesto de manifiesto cómo hay municipios de primera o segunda, según tienen fibra óptica o no” y esa “brecha digital tiene consecuencias”, denunció.
“La digitalización hace rentables otros servicios y no digitalizar el mundo rural es perder muchas oportunidades, poder ahorrar en servicios y dar otros a gente que vive en él o quiere vivir en él”.
Para el presidente de la Red de Desarrollo Rural, esta decisión de muchas personas de trasladarse a los pueblos es más que temporal y supone todo un cambio de tendencia. Antes, la imagen del mundo rural estaba muy denostada y ahora “la gente viene con las ideas muy claras, buscando autonomía, espacio, naturaleza, tranquilidad, aunque sin renunciar al estado del bienestar”. Por eso, aboga por un entorno rural con servicios y sostenible. “España es insostenible si el 80% de la población está en el 20% del territorio”.