Santiago Yerga: “se ha extendido una sombra de que los menores solos son delincuentes, cuando no es así”
Fernando Clavijo: “es irresponsable hacer demagogia con este asunto para sacar votos”.
Alberto Ares: “tenemos que ser capaces en las fronteras de alzar la voz y defender los derechos de las personas”
Es “irresponsable” hacer demagogia con el asunto de la migración “por un puñado de votos”. Es la principal idea que se ha defendido en el encuentro sobre el reto migratorio celebrado en la Fundación Pablo VI para desmitificar o desmontar las ideas preconcebidas o los prejuicios que hay en torno a la migración. Un fenómeno inherente al ser humano que, a lo largo de la historia, ha buscado siempre las mejores condiciones para desarrollar su vida, pero que, en este momento se antoja como una realidad compleja que plantea muchos interrogantes sobre las causas, los modos, el volumen, la acogida y la integración.
En el encuentro participaron personalidades con un gran conocimiento de este fenómeno, desde el ámbito académico, político, desde la gestión institucional, el periodismo y la acogida, como el director general de Migraciones, Santiago Yerga; el director del Instituto de Estudios sobre Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas, Alberto Ares; el expresidente de Canarias, Fernando Clavijo; el fotoperiodista Javier Bauluz, más de 30 años fotografiando el fenómeno migratorio y la hermana Leticia Gutiérrez, misionera scalabrianiana, para migrantes y refugiados, que conoce sobre el terreno el fenómeno migratorio en Lesbos y en la frontera de México con Estados Unidos.
“España ha pasado de ser un país emisor de emigrantes a un país receptor”, y, aunque los flujos migratorios se han presentado siempre como una oportunidad de crecimiento, también plantean interrogantes y desafíos a nuestra identidad, solidaridad, etc., comenzó Alberto Ares. Las causas son diversas, pero son las producidas por las guerras, las persecuciones o, incluso, el cambio climático las que más ruido generan y la que más protección necesitan.
Hoy, esa “migración ruidosa o de protección”, tal y como la describió Santiago Yerga, está buscando las rutas más peligrosas, como la canaria, en la que mueren 1 de cada 20 personas antes de llegar a las costas. La globalización, los medios de comunicación y el movimiento de las mafias hace de determinados lugares en este momento un hervidero donde la presión es cada vez mayor y donde la sensación es de que “se les ha dejado solos”. Así lo denunció el expresidente de Canarias, Fernando Clavijo, quien reclamó una respuesta “más clara, más solidaria y acogedora de Europa”, y de otras comunidades autónomas, “que no están siendo solidaria con la acogida”, convirtiendo Canarias “en un muro para tapar la migración en el Atlántico”, y en un lugar en riesgo de ruptura de la cohesión social, “porque hay mucha gente mezclada, con prisa para pagar a la mafia y dar dinero a su familia y con incapacidad de moverse de las islas”.
A pesar de que la sociedad canaria es acogedora y se ha enfrentado a picos de migración irregular en otros momentos, el presidente de Coalición Canaria reconoció que se están produciendo momentos de tensión, puesto que los campamentos están pegados a las viviendas de vecinos, porque la situación de paro, del COVID-19 no ayuda y porque “se está poniendo dificultad a los periodistas para hacer su trabajo”. Una situación que aprovechan muchos partidos “xenófobos e irresponsables” para “hacer demagogia con este asunto y sacar votos”.
“Siempre que haya esperanza de prosperar, la gente lo intentará”. Por tanto, “no vale poner un muro o una frontera, porque se abrirá otra”, mientras no se trabaje activamente en los países de origen. Y, en eso, añadió, tenemos que reflexionar como sociedad, tanto en España como en toda Europa.
Canarias se está convirtiendo en unas “islas cárcel” donde se está produciendo “una violación continua de los derechos humanos”
Javier Bauluz, fotoperiodista
La ruta canaria, un polvorín
Testigo directo de lo que ocurre en Canarias en este momento es, desde hace más de medio año, el fotoperiodista Javier Bauluz, premio Pulitzer EN 1995 y autor, entre otros libros, de “La Ruta Canaria”, en el que muestra las imágenes del periplo de las miles de personas que llegan cada día a sus costas.
“Desde que hace 25 años cubro la inmigración, veo muchas cosas que no se dejan ver porque no quieren que se vean”, pero, en esta ocasión, reconoce estar topándose con escenarios que nunca había visto en las islas: “ver menores en las calles sin ayuda porque han abandonado el centro o porque no han sido detectados por el sistema de acogida durante 4 meses”, y “campos de concentración de inmigrantes” que están siendo caldo de cultivo para discursos xenófobos y manifestaciones en su contra. Para el fotoperiodista, migrar se está volviendo cada vez más peligroso. “Cuando empecé, la gente entraba en Ceuta y Melilla caminando, luego ya había que cruzar el Estrecho, Canarias, otras rutas… Pero, “al cerrar las rutas más seguras, buscan otras más largas y peligrosas que provoca que vayan muriendo más personas”.
Y no van a dejar de hacerlo, a pesar de poner en riesgo su vida. ¿Efecto llamada?. Todo lo contrario, puntualizó Bauluz. Se trata de un “efecto huida”, la búsqueda de una vida mejor, por múltiples causas. Y, cuando llegan se encuentran unas “islas cárcel” donde, desde la perspectiva de su cámara, se está produciendo “una violación continua de los derechos humanos”.
Su tarea, como ha intentado siempre, es contarlo con toda su crudeza, pero procurando que sus imágenes “vayan al corazón y la cabeza y no al estómago”. Porque de la forma en la que se cuenten las cosas, dependen muchas de las reacciones que hay hacia la inmigración, “cuando se la criminaliza o se la usa como arma política”.
Santiago Yerga, director general de Migraciones
El control de las fronteras
Las fronteras son de cada país, pero es Europa quien, tras el pacto europeo sobre migraciones y asilo está poniendo más control en las fronteras exteriores. Sin embargo, no vale solo con ese control o con quién tiene la competencia sobre ellas, sino que “hay que ir más allá y abrir una ventana de esperanza, que pasa, no solo por la donación o las compras, sino por abrir vías de inmigración regular y segura”, apuntó el director general de Migraciones del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.
Durante su intervención, Santiago Yerga, quiso matizar las palabras de Javier. Ciertamente, “ha habido situaciones no deseables” en Canarias, pero hablar de “vulneración de derechos y campos de concentración son comentarios muy gruesos”, que llevan a “la polarización por los extremos”. Y sobre esto, también “hay que reflexionar”.
Por otra parte, Alberto Ares consideró “frívolo”, que el debate de la inmigración se centre solo en el control de las fronteras, puesto que solo el 5% de la migración entra por esa vía. Tratarla “como el chivo expiatorio de los problemas del país es poco serio y España se juega mucho en la gestión de la diversidad”.
Alberto Ares, director del Instituto Superior de Migraciones de la Universidad Pontificia Comillas
El papel de las mafias
Las mafias juegan un importante papel en la inmigración irregular, hasta el punto de que en muchos países de origen están integradas en su propia estructura administrativa. Libia, por ejemplo, obtiene casi 300 millones de euros de las mafias y en algunas regiones tripolitanas puede suponer más del 50 por ciento de sus ingresos, procedentes de personas que llegan a pagar hasta 1.000 euros por cruzar el Mediterráneo. Sin embargo, apuntó Yerga, “el concepto de mafia no puede ser el justificador de todos los flujos que llegan”. Del mismo modo que tampoco se puede culpabilizar a algunas ONG o “activistas” que trabajan en el rescate de aumentar la inmigración, porque “realizan un trabajo impagable” y “contribuyen a salvar la vida de muchas personas”. Del mismo modo que Salvamento Marítimo, “que ha dado pruebas de su labor profesional y solidaria en los rescates en el mar”.
El propio Papa Francisco, añadió Ares, dice “que tenemos que ser capaces en las fronteras de alzar la voz y defender los derechos de las personas”. Por eso “criminalizar a personas que intentan hacer labores humanitarias” es una “línea roja” que ojalá no crucemos.
Para Fernando Clavijo el término activista, en muchas ocasiones, “se usa de modo peyorativo”, cuando “deberíamos estar contentos de que existan”. Primero, porque llegan donde “no llegamos las administraciones públicas” (como ocurre con el Open Arms) y porque contribuyen con su labor a “remover conciencias”, incluso contra la xenofobia.
Fernando Clavijo, senador y expresidente de Canarias
La criminalización de los menores no acompañados
Algunos de los aspectos más espinosos y que más ruido generan en el ámbito de la inmigración irregular es el caso de los menores no acompañados, que se han situado en estos últimos tiempos en el centro de la lucha política. Alrededor de ellos, lamentó Santiago Yerga, “se ha extendido una sombra de que son delincuentes, cuando no es así”. No hay que olvidar, que “antes de extranjeros o migrantes, son menores” y que, España, como país suscrito a los Derechos del Niño, tiene una obligación con ellos. Antes de “criminalizarlos o estigmatizarlos” hay que preguntarse “qué les hemos dado cuando eran menores o qué inversión hemos hecho para dejarles luego abandonados”. La clave, desde su punto de vista, está en “darles alternativas serias y eficaces, porque son menores educados por nosotros”.
¿Y las llamadas “devoluciones en caliente”? Para Fernando Clavijo “tampoco son la solución al problema”. Porque les devuelves a un panorama muy difícil, con una deuda, con dificultades… y eso “no ayuda a gestionar esta situación”.
Especialmente impactante en este punto fue el testimonio de la hermana Leticia Gutiérrez, más conocida como hermana Lety, misionera scalabriniana que ha trabajado durante años en la frontera de México con EEUU, donde solo en marzo entraron 19.000 menores no acompañados, dejando imágenes escalofriantes de niños lanzados de uno al otro lado del muro. “No es que los niños crucen solos el territorio, es que en México las familias no pueden cruzar con ellos y las mafias los transportan solos porque saben que en USA pueden reunificarse o buscar otra familia”. “En Centroamérica, explicó, ser niño es ser captado”. Por eso, las familias se exponen, aunque en el camino pierdan la vida.
La labor de las hermanas scalabrinianas a favor de los migrantes y refugiados en México ha estado a punto, en muchas ocasiones, de costarles la vida, hasta que fueron reconocidas por la Unión Europea como defensoras de los derechos humanos. “Más de una vez nos quisieron quemar vivas en un albergue repleto de inmigrantes”. Ahora, la hermana Lety trabaja en la diócesis de Guadalajara (España) en la integración y acompañamiento pastoral de los inmigrantes.
“Más de una vez nos quisieron quemar vivas en un albergue repleto de inmigrantes”
Leticia Gutiérrez, misionera scalabriniana
El reto de integrar
Aunque España es un país de acogida, el recorrido en la integración es corto y poco coordinado. Así lo constata un estudio de la Universidad realizado por la Universidad Pontificia Comillas en 2018. Si bien se pone mucho el foco en la inmigración irregular hay pocos fondos destinados a la integración “para lo que haría falta un plan coordinado en una Europa compleja y diversa”.
Santiago Yerga concluyó con unos datos. “Más del 80% los residentes extranjeros ya tienen tarjeta de larga duración, trabajan y están integrados, pero habría que dar el paso inclusivo por la vía de la participación”, en las asociaciones de padres y madres, en las asociaciones de vecinos, en la participación pública. Este esfuerzo por la “cohesión social”, es la mejor vía para evitar los guetos.