¨Málaga ocupa un lugar muy importante en mi vida"
El 18 de enero llegó a las librerías “Memorias con esperanza”. Editada por Encuentro, esta obra autobiográfica repasa la intensa vida de una figura esencial en la historia de la Iglesia española, el cardenal Fernando Sebastián.
Su elaboración le ha llevado tres años de trabajo.
¿Qué tiene de especial este libro entre sus muchos títulos publicados?
Supone la voluntad de hacer un servicio, el de poder compartir mi experiencia a lo largo de unos años muy intensos e importantes para la vida de la Iglesia y para España. Dudé mucho en hacerlo, pero me venció la idea de pensar que la experiencia de uno mismo es también propiedad de los demás y que, por tanto, tenemos que compartirla para que se puedan aprovechar de ella.
¿Qué recuerdo le ha costado más poner “negro sobre blanco”?
No me ha costado mucho, porque desde el principio me marqué dos normas que fueran como los carriles de mi texto: uno, la veracidad, decir la verdad, y otro, la caridad, no ofender a nadie. Con esos dos criterios, he ido repasando la película de mi vida.
Habla usted de su vivencia de la dictadura, de la transición…
He organizado el libro no solo con un criterio cronológico o biográfico, porque me parecía que mi vida como tal no podía resultar muy interesante para nadie o para casi nadie. Lo que he tratado es hacer una reflexión actual sobre lo que yo viví en cada época: en mi infancia, la guerra civil, la ordenación sacerdotal, la crisis religiosa de España, la transición política, la democracia… En cada una de esas épocas yo voy al hilo con el trasfondo y la ocasión de mi propia vida, reflexiono sobre los acontecimientos de cada época.
Lo titula “Memorias con esperanza”, pero en la actualidad es generalizado el abatimiento ante la situación política y social. ¿Mirar al pasado le ayuda a vivir el presente con esperanza?
A mí me ayuda mi fe en Jesucristo y mi fe en Dios. La esperanza no la podemos poner más que en la sabiduría y en la misericordia y el amor de Dios, porque todos las demás cosas creadas o fallan o pueden fallar. Por eso yo hago memoria de mi vida con la esperanza puesta en Dios. Con ese apoyo siempre tendremos, con la ayuda de Dios, recursos para superar los problemas y conflictos que, en el fondo, nacen de nuestros egoísmos. Porque si fuéramos razonables y generosos, la mayor parte de los problemas que nos preocupan, no existirían.
En las páginas de su memoria el lector descubre que fue usted quien escribió la célebre homilía del cardenal Tarancón para la Misa de oración por los Reyes y el futuro de España, el 28 de noviembre de 1975…
Fue una oportunidad que tuve, uno de los servicios más importantes que pude hacer, no sólo yo, sino entre todos los que asesorábamos al cardenal y al propio Tarancón, que fue quien aceptó el texto en esa oportunidad tan decisiva.
¿Qué lugar ocupa Málaga en esta mirada profunda a toda su vida?
Málaga ocupa un doble lugar: el de mis dos años de servicio en esta Diócesis, de 1991 a 1993, un periodo corto pero muy intenso y muy grato, y luego, el de haber encontrado aquí la acogida en mis años de jubilación y de vejez, digámoslo así, con claridad, y que son años de mucha serenidad, de mucha paz, de mucha esperanza también. Ocupa un lugar en mi vida muy importante. Los últimos años de la vida son muy importantes para el propio sujeto, porque es tiempo de revivir y repasar la vida entera, y esto lo estoy viviendo apacible y agradecidamente en Málaga.