En apenas unos meses, el día 14 de octubre, tendrá lugar la canonización del Beato Pablo VI. La figura de Juan Bautista Montini es muy desconocida en España por las tensiones que se produjeron con el régimen del general Franco durante su Pontificado, lo que le granjeó duros ataques en la prensa y un cierto “vacío” en las altas instancias. Sin embargo, la relación entre este Papa y el Siervo de Dios Ángel Herrera Oria fue muy estrecha. Simpatizaron enseguida, por el interés de Pablo VI por el periodismo, puesto que su padre había ejercido esta profesión y él mismo había hecho sus pinitos.
En concreto, se conocieron en la embajada de España ante la Santa Sede, en la Plaza de España de Roma. Desde ese momento, Herrera Oria trazó un juicio sobre él y un certero vaticinio: “tuve yo mi primera impresión personal y directa con el Papa Pablo VI en la embajada, donde puede dialogar pausadamente con Montini, entonces sustituto en la Secretaría de Estado. La impresión más profunda que me produjo aquella larga entrevista, fue la de hallarme en presencia de un hombre espiritual. Y esto ganó mi admiración y mi adhesión personal, antes que su conocimiento de los asuntos de España y la lucidez de su mente. Pertenezco desde antiguo al número de los que vieron en él al futuro Papa. A la muerte de Juan XXIII, yo, como tantos otros, pensé que había llegado la hora de monseñor Montini”.
En esta misma línea, Herrera Oria definía así a Pablo VI en una homilía pronunciada en la Catedral de Málaga el 20 de enero de 1965: “era un intelectual y un hombre de Gobierno que se vio obligado desde muy joven a emplear su tiempo en cargos de Curia, pero lo hizo siempre compatible con largas horas de estudio y de meditación. De aquí su dominio de los idiomas modernos y su honda formación teológica, sea en teología tradicional, sea en lo que hay de más sólido y científico en la teología moderna. Pablo VI está adornado de una nota que raramente se manifestaba en Pío XI. En él se advierte, aunque contenida y frenada, una bondad paterna que impone y cautiva”.
En cuanto al trato que recibía de las autoridades españolas y en otros ámbitos por su labor como materializador del Concilio Vaticano II, admira releer las palabras de don Ángel que, con gran visión de futuro, señalaba lo siguiente: “cuando se sedimenten –y ya empiezan a sedimentarse– las aguas de la opinión pública, agitadas por la prensa en relación con los asuntos conciliares, se apreciará la enérgica sabiduría con que procedió Pablo VI en la última semana de la tercera sesión del Concilio”.
Documento de Aprobación de los Estatutos de la Fundación Pablo VI, 10 julio 1968
Fue justamente el Beato Pablo VI quien creó a Herrera Oria como Cardenal de la Iglesia el 22 de febrero de 1965 y don Ángel quien decidió agrupar el 10 de julio de 1968 sus últimas obras como Obispo y Cardenal en una nueva institución que llevaría el nombre del Pontífice: la Fundación Pablo VI. Apenas tres semanas después, el día 28 de ese mismo mes, el Siervo de Dios entregaba su alma al Padre.
José María Legorburu
Decano
Facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación
Universidad CEU San Pablo