Responsables de la industria farmacéutica, de la Organización Mundial de la Salud, de los comités de bioética y del tercer sector reflexionan sobre el papel de cada uno en el acceso global a las vacunas de la COVID-19
La Fundación Pablo VI celebra su primer foro de encuentros en Barcelona, con la colaboración del Arzobispado y la Fundación La Caixa
El coronavirus es un problema global que exige soluciones globales. Las vacunas se han convertido en la pieza clave para terminar con la pandemia y el coloquio organizado por la Fundación Pablo VI en el Palau Macaya de Barcelona giró en torno a la pregunta sobre su alcance a gran escala: ¿liberar las patentes? ¿conseguir una distribución más equitativa?
Francisco José Cambra, jefe de la UCI Pediátrica de San Joan de Deu y miembro del Instituto Borja de Bioètica y moderador del debate, arrancó reconociendo que la Covid-19 ha obligado a “cuestionarse muchas certezas” y el “de la propiedad intelectual” es una de ellas. La posibilidad de liberar y compartir las patentes de las vacunas contra el coronavirus está sobre la mesa, pero Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España, se preguntó si responde a un “contexto excepcional o abre una discusión sobre el futuro de las patentes farmacéuticas”. En ese punto, advirtió del freno que podría suponer para la investigación poner en duda el derecho a la propiedad, y las consecuencias que supondría para un derecho fundamental como es el de la libertad de investigación científica. “Gracias a esa la libertad de investigación, explicó, se han generado grandes avances para la especie humana”.
Francisco José Cambra, miembro del Institut Borja de Bioètica
Al margen de las cuestiones éticas de este debate, el director general de Farmaindustria, Humberto Arnés, se mostró contrario a la liberalización de las patentes, puesto que, desde su perspectiva, “no garantiza un incremento de producción a corto plazo y puede ser contraproducente e innecesario”. Explicó Arnés que la tecnología y el conocimiento requerido para crear algunas de las vacunas contra el coronavirus va más allá del voluntarismo de algunos laboratorios y apunta a unas cifras de producción que garantizarían la inmunización de una gran parte de la población mundial en los próximos meses. Solo en 2021 se estima que se van a producir hasta “12.000 y 15.000 millones de dosis, 3 veces más que antes de la pandemia” cuando el sector fabricaba entre 3.000 y 4.000 millones de vacunas anuales. “Si tenemos en cuenta que el planeta tiene cerca de 7.500 millones de habitantes y que se requiere vacunar al 70 % de la población con dos dosis para conseguir la inmunidad de grupo”. El desafío no está, por tanto, según Farmaindustria, en la producción, sino en la distribución adecuada de las dosis”.
Humberto Arnés, director general de Farmaindustria
En este punto, el responsable de la industria farmacéutica se defendió de las críticas que se dan sobre las ganancias para el sector y el impacto en bolsa. “El coste de las vacunas es una nimiedad en comparación con el coste de la enfermedad en asistencia sanitaria, ingresos, UCIS, etc; y cuando se habla del impacto en bolsa, hay que decir que las acciones de las compañías farmacéuticas han crecido mínimamente, mientras la merma de reputación ha sido muy elevada”, afirmó.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud está por la opción de que los países exploren todas las vías posibles que permitan llevar la vacuna contra la Covid a todo el mundo, porque “con vacunar a los países desarrollados no basta”. Erika Dueñas, responsable de Propiedad Intelectual del Departamento de Medicamentos y productos de esta institución internacional discrepó de las cifras tan optimistas de producción que maneja Arnés. “Hay una falta de fabricación de vacunas muy clara”; “sabemos que estamos en una situación de distribución de las vacunas muy inequitativa y que los países en desarrollo están en una situación muy complicada”. Más allá de liberalizar las patentes, la OMS trabaja en un plan de cesión voluntaria de derechos, información y tecnología que ayude a resolver “la falta de fabricación y capacidades no utilizadas”.
David Noguera, presidente de Médicos Sin Fronteras
Medidas extraordinarias para circunstancias excepcionales
Para David Noguera, presidente de Médicos Sin Fronteras España, la solución “no es una bala mágica”, pero sí, “un plazo extraordinario que haga que se eliminen absolutamente todos los obstáculos para que la producción de vacunas, tratamientos y medios diagnósticos se lleve al máximo nivel”. Y esto, en contra de la tesis de Farmaindustria, sí debe incluir “la suspensión temporal de las patentes de las vacunas, y también plantear un marco similar más a largo plazo”, aunque haya que “compensar a la industria farmacéutica por su esfuerzo”.
Esta es, en su opinión, la única solución para poner fin a las “catastróficas consecuencias indirectas” de la pandemia, que conllevan no solo efectos directos de mortalidad real (hasta 7 millones de fallecimientos), sino también un grave impacto en la pobreza en todo el mundo: “la malnutrición se va a doblar”, y habrá graves retrocesos en las campañas de vacunación básicas o de lucha contra la malaria en muchos países. Sin una vacunación justa, alertó, pronto “habrá más migraciones, más guerras y todo el apoyo al desarrollo va a retroceder 20 años”. Y, aunque celebró la rapidez de la ciencia y las farmacéuticas para desarrollar la vacuna en un tiempo récord, no quiso dejar de mencionar la falta de respuesta ante otras enfermedades como la malaria o la tuberculosis, para las pidió “la misma gesta” de la investigación.
Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España
¿Mandaríamos fuera las vacunas de nuestros hijos?
El responsable del Comité de Bioética de España, Federico de Montalvo, fue más allá en el debate sobre la producción y la distribución, trasladando la responsabilidad y la solidaridad al conjunto de los ciudadanos que, en una suerte de “protesta posmoderna”, “nos negamos incluso a vacunarnos con la pauta que nos marca la autoridad para fastidiar a la autoridad”. De Montalvo lanzó esta pregunta: “ahora ya toca vacunar a los adolescentes y los niños, ¿estaríamos dispuestos a ceder sus vacunas de nuestros hijos que ahora mismo no las necesitan y mandarlas para vacunar fuera?”
Ante esta cuestión, el responsable de Médicos Sin Fronteras en España se mostró pesimista por la experiencia vivida en los primeros meses de la pandemia, donde la falta de liderazgo político para cuestiones fundamentales ha sido evidente. “Hacen falta liderazgos inspirados y valientes que se atrevan a pedir que vacunen antes a los sanitarios de África que a los adolescentes”.
Los participantes en el coloquio también quisieron destacar en positivo algunos aspectos vividos en este tiempo. El presidente del Comité de Bioética de España reconoció el acierto de Europa a la hora de comprar y distribuir las vacunas evitando una “pugna entre países” como ocurrió con los respiradores o las mascarillas y defendió, además, la estrategia de vacunación seguida en España, donde se han seguido “criterios éticos” y ha habido “unos mecanismos sólidos para garantizar que las vacunas lleguen a quienes tienen que llegar”.
También hubo una felicitación directa a España y el CSIC por parte de la responsable de Propiedad Intelectual del Departamento de Medicamentos y productos de la OMS, Erika Dueñas, al anunciar que ellos han sido los primeros en compartir de forma voluntaria un sistema de detección del virus.
Mirando al futuro, la opinión común es la de solucionar cuanto antes un problema global llevando la vacuna a todo el mundo, abogando, además, por una mayor “cooperación público-privada” para incrementar la producción y para garantizar el máximo alcance de la vacunación en todo el mundo.