Habitual ya en el programa de Liderazgo Iberoamericano es la profesora Tahina Ojeda, doctora en Ciencias Políticas por la UCM, investigadora del Instituto de Desarrollo y Cooperación Internacional de la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la Universidad Antonio Nebrija. Su visión de la cooperación internacional para el desarrollo sostenible desde una perspectiva de colaboración a distintos niveles (local, regional o nacional) y en distintos ámbitos (universidad, ámbito público y privado), aporta a los jóvenes participantes en el programa claves para conocer no solo la dimensión de lo que hacen sino de qué pueden hacer.
“El desarrollo es el punto de partida o de llegada que potencia nuestra actividad”. “Cada territorio o grupo humano presenta necesidades que tendrán que ser atendidas y esa realidad da lugar a ejercicios de cooperación”, que “es mucho más que buscar fondos”: es toda una filosofía de trabajo, que implica “intercambio, experiencia y conocimiento”.
Para este ejercicio de la cooperación, les ha explicado Tahina, es importante no solo el conocimiento y la experiencia, sino también la comunicación, buscando espacios neutrales (como la universidad) donde se puedan compartir estas iniciativas.
Como ejemplos, Tahina ha puesto el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), la Red Española de Estudios de Desarrollo (REEDES), la SEGIB, o el Programa Iberoamericano para el Fortalecimiento de la Cooperación Sur-Sur (PIFCSS), un modelo de cooperación horizontal que reúne a países con distintas trayectorias, que comparten sus experiencias en pie de igualdad y participan de acuerdo a sus capacidades en la búsqueda de consensos.
La segunda sesión de la jornada ha corrido a cargo de Sebastián Mora, doctor en sociología, profesor de la Universidad Pontificia de Comillas y exsecretario general de Cáritas Española, quien les ha invitado a reflexionar sobre si en el mundo global que vivimos los principios éticos han de ser también globales.
Para entrar en esta cuestión, el sociólogo ha hecho antes un análisis del estado de la cuestión: vivimos en sociedades líquidas, donde ni siquiera las identidades son sólidas; el hombre aspira a mimetizarse con la máquina; las relaciones se establecen en ámbitos virtuales; las soluciones no son sistemáticas, sino dilemáticas, etc. Y, sin embargo, y se ha visto con la pandemia, hay algo que se ha puesto en evidencia y es que necesitamos ser cuidados y que, sin el cuidado no somos nadie; que la dignidad ni se vende ni se compra; y que no se puede vivir en una ética cosmopolita si respetar los derechos humanos y las democracias.
En esta era del big data corremos el riesgo de que hasta nuestra elección sea manipulada o dirigida y “el más poderoso es el que maneja los datos, no el que los posee”. En este sentido, Sebastián Mora ha llamado a los jóvenes a fortalecer la sociedad civil, para proteger las democracias y que éstas dejen de ser “menos autocracia y más democracia”.