Es una realidad que afecta a miles de personas, un negocio que genera miles de millones de euros y una forma de explotación invisibilizada para una mayoría de la población que vive, en palabras del Papa Francisco, “anestesiada ante el dolor ajeno”. La Fundación Pablo VI ha querido dar espacio y voz a este drama de la trata de seres humanos a través de las personas que rescatan, acogen y acompañan a las víctimas de “este modo de esclavitud del siglo XXI” en el foro de encuentros interdisciplinares “Tras la trata, la vida puede más”.
Organizado en el marco de la exposición fotográfica itinerante “Punto y seguimos” del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, en el coloquio se ha reflexionado sobre las causas, los modos de trata de personas que se viven en nuestro país, la forma de abordarlos y combatirlos y de cómo acompañar para dar una salida a quienes los sufren en cualquiera de sus variantes: esclavitud sexual, laboral, tráfico de órganos o matrimonios forzados.
Moderado por Mª Francisca Sánchez Vara, directora del Departamento de Trata de la Conferencia Episcopal Española, el coloquio ha contado con la presencia de Marta González Manchón, coordinadora del Área de Sensibilización del Proyecto Esperanza de las Religiosas Adoratrices; José Luis Segovia, sacerdote, abogado y vicario de Pastoral Social e Innovación de la Archidiócesis de Madrid; y Tomás Santamaría, inspector del Cuerpo Nacional de Policía especializado en la lucha contra la trata de seres humanos.
Una trata y explotación que parte en muchos casos de una situación de desesperación, de huida o de desplazamientos por distintas razones y de una “falta de garantías en la gestión de los flujos migratorios”. José Luis Segovia, que además de sacerdote es abogado ha lamentado que la legislación vigente en materia de migración favorezca tanto “la expulsión de la persona” como la “cosificación” y eso favorece la vulnerabilidad. “Un derecho sin corazón no es un derecho” y “a contradicción en las políticas es uno de los primeros factores de la vulnerabilidad”.
Por su parte, la coordinadora del Área de Sensibilización del Proyecto Esperanza, Marta González, desde su experiencia de 22 años de trabajo en el acompañamiento y la inserción, ha señalado que, si bien “la mayoría de las víctimas inmigrantes”, han ido evolucionando tanto los perfiles como las formas de captar a estas personas. Si hace dos décadas eran principalmente mujeres originarias de Colombia, en estos años lo están padeciendo muchas mujeres venezolanas, y ahora el riesgo se da especialmente en quienes huyen de la guerra de Ucrania.
Más hombres y niños víctimas de trata
Así lo ha corroborado también el policía Tomás Santamaría, interlocutor social para la trata de seres humanos, quien ha querido alertar tanto de la “acuciante” explotación en hombres y niños para los que se han institucionalizado redes de respuesta y de las dificultades para detectar y combatir la trata sexual que se realiza en pisos clandestinos. “Solo en Madrid hay a diario entre 4.000 y 4.500 anuncios de prostitución en pisos, un hándicap difícilmente abordable, porque utilizan las redes sociales para la captación y el engaño de personas”.
Santamaría ha sido, además, muy crítico con las personas que consumen prostitución, que empiezan cada vez en edades más tempranas, que frivolizan con ella y que emplean altas dosis de violencia. “El cliente es un violador, cuanto menos moral”, ha denunciado, apuntando a la “educación” como uno de los retos para concienciar contra este tipo de prácticas.
Nuevos modos de cosificación
Aunque la explotación con fines sexuales ha centrado la mayor parte del coloquio no se han querido olvidar tampoco los nuevos modos de negocio con seres humanos, como los vientres de alquiler, que suponen, en palabras de José Luis Segovia, “una cosificación de la mujer y del niño”, la explotación en el hogar o la compraventa de órganos que, aunque no es habitual en España, sí ha llegado a las instituciones de acogida algún caso de mujeres que habían sido captadas para ese fin.
Por eso, desde las redes de acogida como la que representa Proyecto Esperanza vienen reclamando desde hacer años políticas públicas integrales que abarquen a todas las víctimas y una “complementariedad y colaboración” entre todas las instituciones que trabajan con ellas para no revictimizarlas.
Algo para lo que es necesaria una “Ley integral” con un acuerdo con todos los ministerios implicados (no solo de uno) y que esté dotada económicamente “para que no sea un brindis al sol”. Todo esto, acompañado “de la más entrañable acogida y acompañamiento por parte de la Iglesia”, ha concluido Segovia.
Exposición itinerante
El encuentro se ha completado con una visita de los asistentes a la muestra fotográfica ‘Punto y seguimos. La vida puede más’, que, recoge, a través de las imágenes tomadas por el fotógrafo Fernando Mármol, el drama de la trata, la indiferencia y la esperanza de un futuro después de ella, gracias a la ayuda de las instituciones eclesiales promotoras de la muestra. Esta exposición itinerante estará en la Fundación Pablo VI hasta el día 28 de junio.