La Fundación Pablo VI ha acogido el diálogo entre el filósofo Massimo Borghesi y el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor Luis Argüello. Una conversación que ha girado en torno al último libro del italiano, “El desafío Francisco”, publicado y presentado por la editorial Encuentro. Ambos han profundizado en algunas cuestiones que aborda la obra y que ponen de manifiesto los ataques que sufre el pontificado de Francisco al ser considerado rupturista respecto a una visión del cristianismo entendida como esencia de Occidente.
Borghesi ha explicado que, tras los atentados del 11-S en Estados Unidos, el catolicismo fue visto como tabla de salvación de una serie de valores fundamentales y frente a dos enemigos “el Islam y el relativismo del mundo posmoderno”. En lo que él considera un “horizonte maniqueo”, el cristianismo quedaba identificado plenamente con una idea de Occidente que para el autor ya no existe. En ese sentido, monseñor Argüello ha recordado que estamos ante una época de cambios vertiginosos que han provocado una “fragilidad eclesial”, algo que ha generado respuestas de todo tipo, incluidas las que optan por buscar nuevos pactos con el poder.
En tono más crítico con el filósofo italiano, el obispo sí reivindica una “guerra cultural”, pero no entendida como una cuestión ideológica, sino cristianamente como un combate espiritual que tiene un carácter social en la lucha por cambiar un sistema concreto. El propio Borghesi ha apoyado esta cuestión recordando que “para Francisco el enemigo es el diablo, mientras que para los neocon el adversario es el otro”. Así, ha expuesto que la perspectiva del pontífice es “dialógica”, rompiendo con una visión del mundo dialéctica, que “excluye y necesita de un enemigo”.
El autor de “El desafío Francisco” es un profundo conocedor del pensamiento del papa y ya ha publicado una “biografía intelectual” de Bergoglio. Por ese motivo, parte de la conversación se ha centrado en profundizar en el magisterio del pontífice y en algunas de las críticas que llegan contra él. El italiano ha recordado que para Francisco la ética no está en primer lugar, ese puesto es para el kerigma, el anuncio cristiano. “Si partimos de la ética en un mundo secularizado, la doctrina moral de la Iglesia se cae como un castillo de naipes”, ha explicado. En este punto, Monseñor Argüello ha corroborado esta afirmación en la que se “primerea el kerigma”, pero sin olvidar, como tampoco lo hace el propio Francisco, su dimensión social porque “el kerigma tiene inevitablemente una consecuencia de vida buena”, ha comentado.
La publicación de Encuentro hace referencia en su subtitulo a la imagen del “hospital de campaña” con la que se identifica a la Iglesia en tiempos de Francisco. El cierre de la conversación entre Massimo Borghesi y Luis Argüello, moderada por Luis Restán, director editorial de Cope, se ha centrado en esta perspectiva, ligada estrechamente a la misericordia. El obispo ha recordado que si existe un “hospital de campaña” es porque hay una lucha de la que resultan heridas, reafirmando así esa idea de “batalla cultural” que se pone en duda. También ha querido dejar claro el secretario general de la Conferencia Episcopal Española que la misericordia “requiere de la verdad, la justicia y el perdón”, algo que solo Dios tiene en plenitud y que no se puede confundir con la lástima de los hombres.
Como conclusión, Massimo Borghesi ha puesto de manifiesto la decisiva relación entre verdad y misericordia y se ha referido como “frente tradicionalista” a aquellos que acusan a Francisco de “buenismo” y de poner por delante la misericordia de la verdad. El filósofo considera esto un error y explica que el papa apuesta por “curar las heridas antes de exigir la confesión de los pecados”, de abrazar al hombre para que ese abrazo de perdón le permita reconocer su mal. Borguesi ha recordado unas palabras de Benedicto XVI en las que señala el “camino de la misericordia” como hilo conductor entre el pontificado de Juan Pablo II, el suyo y el de Francisco, y ha concluido evidenciando que en la sociedad de nuestros días sigue teniendo una gran fuerza la parábola del hijo pródigo, en la que el padre abraza y no juzga al hijo que vuelve a casa. Esa es la perspectiva de Francisco.