Con la entrega de diplomas, el día 28 de octubre, se ha puesto punto y final al programa de Liderazgo de la Fundación Pablo VI y la Fundación Conexus Madrid-Comunidad Valenciana.
Dos semanas intensas de formación, encuentro, reflexión e intercambio de experiencias y visiones sobre cómo afrontar los grandes retos del mundo presente y futuro, desde una perspectiva humanista y con valores. Los 10 jóvenes participantes han podido visitar instituciones públicas y privadas, el trabajo de organizaciones del tercer sector o del ámbito de la discapacidad intelectual, proyectos de innovación, desarrollo y sostenibilidad, visiones diversas sobre cómo responder a los problemas globales.
Después de una mañana de visita al Consejo de Estado, una de las instituciones más antiguas y prestigiosas de nuestro país, tuvo lugar la ponencia de clausura, a cargo de la pedagoga valenciana Carmen Pellicer, presidenta de la Fundación Trilema. Una exposición apasionada sobre la misión de la escuela en este nuevo mundo que vivimos, que es, “entrenar las mentes para poder poner en funcionamiento el conocimiento”.
Para Carmen Pellicer, emprendedora, especialista en innovación educativa, promotora de numerosos programas de formación para profesores directivos dentro y fuera de España y defensora de un gran pacto por la educación, la función de la escuela en esta era digital “es contestar a aquello que google no puede ofrecer”, dar herramientas para comprender e interpretar la realidad, transformar los horizontes y cambiar destinos predeterminados.
Sin ánimo de desmerecer la educación tradicional, la pedagoga reclama un cambio en las prioridades de la escuela, que debe ser un lugar donde, desde los primeros años, se desarrolle el aprendizaje sistémico, las competencias, la toma de decisiones y las emociones. “El cambio que se requiere en este momento es de organización y de concepción”, para cambiar esa dinámica individualista tradicional por una dinámica más colectiva. Porque, “el talento es colectivo” y la “cultura colaborativa y de observación” es fundamental.
El problema es que la escuela es fácilmente manipulable y objeto tradicional de la lucha política, y la información que se genera de ella está muy reducida a titulares de impacto: el debate sobre los suspensos o las repeticiones, las diferencias en los libros de texto, o “si una comunidad estudia más ríos que otra”. ¿Alguien se ha planteado la ineficacia y el coste de las repeticiones?, se preguntó la pedagoga valenciana que considera fundamental también la formación permanente del profesorado para superar la mediocridad, el individualismo docente, la “resistencia silenciosa y la pasividad”.
Un cambio que pasa por una mejora de la gobernanza y de la financiación, con una mirada larga y que vaya más allá de los plazos que da la política. “Cuando uno piensa a largo plazo y no tiene que ganar elecciones es más fácil tomar decisiones”, apuntó.
Para terminar, la también teóloga hizo un bello paralelismo entre la parábola del hijo pródigo y la escuela. Cuando el hijo que se marcha vuelve a su casa, lo hace por un recuerdo feliz del padre al que abandona. Esa debería ser la misión de la escuela, “dejar en herencia una memoria feliz”. “Una buena escuela irradia humanización y cambia los destinos”, añadió. Por eso, considera más necesario que nunca “un pacto tácito por la educación”.
Tras la ponencia de Carmen Pellicer, tuvo lugar un emotivo acto de despedida, con balance de estas dos semanas y entrega de diplomas. El director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, les llamó a “no quedarse anclados en la nostalgia” y a trabajar en el diagnóstico de los múltiples retos que tenemos por delante. “Espero que toméis decisiones justas, humanistas, tal y como hemos visto en este programa de liderazgo”, les dijo.
Un programa que se clausura con el compromiso de convertirlo en un punto de partida.