Carlos Jesús Delgado Reguera, coordinador de la Comisión Diocesana de Ecología de la diócesis de Madrid, fue el primer ponente de la última sesión del Seminario de Ecología Integral organizado por la Conferencia Episcopal Española, la Fundación Pablo VI y Enlázate por la Justicia.
Buena parte de su charla se centró en la mención de datos inquietantes sobre las consecuencias del derroche o la mala utilización del agua en distintos ámbitos. Uno de ellos es el de la producción de alimentos y productos textiles. Lo llamó “el agua que no se ve” porque quizá nadie se plantea, en un primer momento, que porque se compre una camiseta o un filete de ternera se esté derrochando agua. Pero lo cierto es que se necesitan hasta 2.700 litros de agua para la fabricación de 250 gramos de camiseta y 15.415 litros por cada kilo de carne que se produce. Y lo más grave es que no todo lo que se compra, se utiliza. En 2022 se desperdiciaron 1.170 millones de litros de agua en los hogares por la comida que se tiró. La conclusión es que el consumo directo de agua del ser humano es muy inferior al de la agricultura y la industria, pero “nuestra forma de consumir repercute en el tipo de industria y agricultura que queremos”, explicaba Carlos Jesús Delgado.
Vistos los datos, el responsable de Ecología Integral de la Archidiócesis de Madrid, puso sobre la mesa una serie de acciones ciudadanas que se pueden llevar a cabo para un mayor cuidado del agua y que están muy directamente relacionadas con el consumo. “Lo mejor del consumismo es no consumir”, afirmaba categóricamente Carlos Jesús Delgado, ver poco a poco “aquello que tenemos que ir suprimiendo”. Esto podría traducirse en un consumo austero, optando por alimentos cuya huella hídrica es menor, apoyar la economía circular o comprar productos locales de temporada.
Para ello, dijo, es importante “educar, para que se sepan dónde van los recursos” y así hacer ciudadanos conscientes.
Y es que la escasez de agua no es un problema menor. Las cifras hablan de que en 2050, una de cada dos personas sufrirá escasez de agua, con una demanda anual que se prevé aumente en un 55%.
Una reflexión teológica de la realidad creada
Pedro Castelao, profesor de Antropología Teológica de la Universidad Pontificia de Comillas fue el encargado de dar la segunda y última ponencia del Seminario de Ecología Integral, que giró entorno a lo que el Papa Francisco dice sobre la utilización del agua en la Laudato Si’.
La Encíclica sitúa la cuestión del agua en el marco de los recursos imprescindibles, pero que se agotan por derroche o contaminación. Una escasez que es especialmente grave en África, donde grandes sectores de la población no tienen acceso al agua potable. La salubridad del agua es un problema en todo el planeta y una fuente de enfermedades que puede llevar a la muerte. La privatización del agua, tratándola como mercancía, dificulta su acceso para los más vulnerables, poniendo en peligro el derecho a la vida de los pobres. La educación de largo alcance es necesaria para enseñar a proteger este bien que puede convertirse en una de las principales causas de un conflicto mundial.
A estas consideraciones sobre el agua hay que sumarle tres ejes transversales de la Laudato Si’ explicados desde la teología para entender cuál es el origen último por el que tenemos que cuidar la Creación y sus recursos naturales. El primero de ellos es la convicción de que en el mundo todo está conectado. El ser humano, la naturaleza y Dios forman una unidad indisoluble. “No hay ecología sin una adecuada antropología del ser humano abierta a la trascendencia”, señala Pedro Castelao.
El segundo eje es que existe una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta. El encuentro con Dios nos hace sensibles al grito de la Tierra y el de los que más sufren cuando no se cuida: los pobres.
El tercer eje es la crítica al nuevo paradigma y las formas de poder que se derivan de la tecnología: la tecnocracia. Hay que repensar esta realidad para que el agua no se convierta en un recurso rentable desconectado como recurso básico de la vida y olvidando a los pobres.
Una profunda reflexión teológica sobre el cuidado de la Casa Común con la que se ha puesto punto y final al Seminario de Ecología Integral, en el que han participado más de 250 personas de España y América Latina.