Cuando a mediados del siglo pasado, en un contexto de secularismo incipiente, el todavía arzobispo de Milán Giovanni Battista Montini, decide emprender una misión extraordinaria destinada principalmente a los más alejados y a los jóvenes, encuentra en el joven sacerdote Luigi Giussani a uno de sus mejores aliados.
La personalidad y carisma de este joven profesor, que consigue hacer atractivo y contemporáneo el anuncio cristiano a los jóvenes con los que se encuentra, genera un gran interés en el futuro Papa que, entiende, como Giussani, que la Iglesia no se podía oponer al hervidero de modernidad que estaba surgiendo; y que también, como hoy, debía de ser capaz de hablar al mundo en su lenguaje.
Aun con algunas reticencias a su método, Montini pone toda su confianza en el sacerdote que funda en 1954 el movimiento de Comunión y Liberación y cuyo legado, fruto del ímpetu de toda una vida, recoge el periodista Fernando de Haro en un libro que se presentó el 19 de octubre en la Fundación Pablo VI.
La relación entre Montini y Giussani, su encuentro con la Belleza con mayúsculas, el modo novedoso de interpelar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, están recogidos en una obra que es fruto de la investigación del autor a partir de diversas fuentes, de testimonios directos y de lo que el propio don Giuss dijo y escribió.
El director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela; el físico y novelista Juan José Gómez Cadenas; y el propio autor, Fernando de Haro, hablaron, durante el acto, sobre esta relación entre Montini y Giussani y sobre los paralelismos entre los años en los que nace el movimiento y el contexto actual, con una extraordinaria sed de absoluto. Luigi Giussani, que llama a preguntarse, desde la razón, por el sentido de las cosas a aquellos que tienen “una necesidad sangrante”, explicó el autor, no viene a decir a nadie lo que tiene que creer, sino que viene a dar un método. Y en eso “es profético”, porque “reconoce el final de una época en la que se acaba el cristianismo como militancia y entiende que no puede haber movilización sin meditar sobre la propia naturaleza del sujeto”.
Esa es la grandeza de Don Giussani, añadió el profesor Juan José Gómez Cadenas, profesor del CSIC y director del grupo de Física de Neutrinos del Instituto de Física Corpuscular de Valencia, que es capaz de vincular amor, deseo y belleza con la conciencia del universo. Desde su ateísmo reconocido, Gómez Cadenas ve en Giussani una “inteligencia sobrenatural” y un ejemplo de “amor indiscriminado por el prójimo”, capaz de vincular razón y fe hasta el punto de que la una lleve a la otra. Muestra, con sus enseñanzas, que “el principio de la conservación de la energía es el mismo que el de conservación de las almas”. Ojalá, concluye Cadenas, “que los físicos del futuro estudien las propiedades de esa energía esencial, belleza, compasión, amor y deseos de infinito”.
Por su parte, el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, repasó la especial relación de Giussani con Montini y la mutua y creciente admiración entre ambos, centrándose en dos episodios: la Misión de Milán y la Jornada Mundial de la Juventud. «No comprendo sus ideas y métodos, le dijo en aquella primera misión compartida, pero veo los frutos y le pido que siga así». 20 años después, en 1975, en la misa del Domingo de Ramos, el ya papa Pablo VI le dijo al término de la JMJ, ante 17.000 jóvenes del movimiento: «Ánimo, ánimo para usted y sus jóvenes, porque este es el buen camino».