
Cándido Méndez: “los derechos que emanan del trabajo no deberían estar vinculados al puesto de trabajo, sino al trabajador”
En este nuevo programa de La Gran Pregunta hablamos con el que líder sindical de UGT sobre el estado actual del empleo y sobre los retos que se proyectan en el futuro por la automatización y la digitalización; sobre el paro juvenil; sobre la fuga de talentos fuera de nuestro país; sobre las consecuencias de la subida del salario mínimo interprofesional; sobre los desencuentros internos en el Gobierno en material de legislación laboral y salarial; sobre el futuro del diálogo social y sobre el papel de los sindicatos.
Dice Cándido Méndez en su nuevo libro, “Por una conciencia social”, citando a François Mitterand, que todo en la vida empieza por el trabajo. En efecto, del trabajo dependen muchos ámbitos de la vida: el bienestar, las relaciones sociales y humanas, el modo de vida, el desarrollo y la realización profesional y espiritual.
El trabajo, en sus diferentes acepciones, es el resultado de una actividad humana que tiene como contrapartida un salario. Pero, en esta cuarta revolución industrial esto, en gran parte, está dejando de ser así y el impacto de todos los cambios que trae está modificando no solo la forma en la que el trabajo se realiza, se organiza y se retribuye, sino su propia concepción.
La entrevista partió con uno de los temas más controvertidos de la semana: el desencuentro interno en el gobierno por cuenta del salario mínimo interprofesional. El ex líder de UGT, siendo consciente de lo fácil que es observar esto desde la barrera, criticó la improvisación con la que se está desarrollando esta regulación, que calificó “a salto de mata”. “La verdad, dijo, es que cuando lo vi pensé que esto se veía venir, porque en España había un mínimo exento de 14.000 euros. En cómputo anual, las personas que ganaban hasta 14.000 euros estaban exentas de declarar. El salario mínimo estaba por debajo y, por lo tanto, las subidas del salario mínimo que se han producido hasta el año pasado no perturbaban la base de contribuyentes, es decir, no se reducía el número de personas que contribuían al erario público”.
Hasta este momento, tal y como explicó Cándido, no había ningún problema, hasta que en el año 2022 el salario mínimo subió a 1.000 euros, que por 14 pagas hacen 14.000, es decir, el salario mínimo y el mínimo exento de declarar se igualaron. Y ahora, con una nueva subida del salario mínimo a 16.000, en la que no se ha tenido en cuenta ni la inflación, ni la retención obligatoria, lo que se está provocando es casi una pérdida de poder adquisitivo, porque nos encontramos con una deuda pública muy elevada y necesidades crecientes en los servicios públicos y eso, de alguna manera, hay que pagarlo. En este sentido, apuntó a la necesidad de hacer una reconsideración general del sistema fiscal: “hay que hacer una serie de cambios que no hagan que gravite prácticamente toda la imposición sobre el IRPF y el IVA”.
Sobre los datos de empleo, afirmó sentirse en una contradicción permanente. Por un lado, “hay datos de la situación social y laboral actual claramente positivos, que en mi época incluso eran aspiraciones, y ahora son realidades”; pero, por otro lado, “tengo la sensación de que estamos perdiendo una oportunidad” de mejorar la calidad del trabajo, porque “no hay política en perspectiva” y ésta está muy sometida a la férula de las mayorías parlamentarias, que son muy inestables, con un “Gobierno dependiente de un partido, como Junts, que no simpatiza y es hostil a asegurar el futuro de España con una unidad social, económica, solidaria, etc”.
Durante la entrevista, el ex secretario general de UGT respondió también a otras muchas cuestiones, como la definición de salario digno; las consecuencias de la automatización del empleo, las relaciones laborales en la empresa, la medición de la productividad... En este sentido, dijo que “los derechos que emanan del trabajo no deberían estar vinculados al puesto de trabajo, sino al trabajador”, lo que supone también un derecho a la formación continua.
Sobre la adaptación de las empresas a la pérdida de empleos por la automatización -hay informes que hablan de hasta 300 millones de empleos especialmente en las regiones con las economías más avanzadas- Cándido Méndez se mostró prudente, puesto que las visiones catastrofistas que hablaban de pérdidas millonarias de empleos hace 20 años, no se han cumplido.
Lo que sí quiso dejar claro es que la productividad no es necesariamente consecuencia de la reducción de la jornada laboral, aunque sí pueda estar, de alguna manera, asociada. Apuntó a esta productividad como la asignatura pendiente en España “que tiene también mucho que ver con cómo se concibe el trabajo y por la falta de adaptación de las empresas” y se preguntó, entre otras cosas, por el motivo por el que valoran más a nuestros trabajadores jóvenes en el exterior que dentro de España. “En 3 años se ha ido 800 mil trabajadores fuera de España”. Habría que preguntarse por qué.
Por último, habló del papel de los sindicatos y del diálogo social “uno de nuestros grandes activos”. Y a la pregunta sobre la falta de protesta en la calle, explicó cómo las grandes movilizaciones se han producido tradicionalmente en época de bonanza económica, lo que no significa que los sindicatos no estén cumpliendo su función.