Pablo VI ya es santo. Poco antes de las 11 de la mañana de este domingo, 14 de octubre, el Papa Francisco lo proclamaba al mundo. El Papa del Concilio Vaticano II entraba a formar parte en el libro de los santos y, con él, el arzobispo Óscar Romero, mártir de América, que murió asesinado en 1980 durante la celebración de la Eucaristía; la religiosa madrileña Nazaria Ignacia March, fundadora en Bolivia del primer sindicato de mujeres trabajadoras; el joven italiano Nunzio Sulprizio, fallecido a los 19 años después de una vida de tortura y sufrimiento, y otros 3 santos más.
Cerca de 70 mil personas vivieron la emocionante ceremonia desde una Plaza de San Pedro abarrotada y vibrante, sembrada de banderas multicolores y de emblemas de los nuevos santos. Peregrinos de El Salvador, de EEUU, de México, de España y de toda Italia, especialmente de la diócesis Brescia, ciudad natal del Papa Montini, formaban una multitud que se extendía hacia la Vía della Conciliazione
Su majestad la Reina Doña Sofía encabezaba la delegación española de la que también formaba parte el ministro de Cultura, José Guirao, de obispos, ha contado también con una delegación española encabezada por la reina emérita, Doña Sofía, y compuesta por el ministro de Cultura y Deporte, José Guirao Cabrera; el embajador ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo Ottone; la subsecretaria de Justicia, Cristina Latorre Sancho; y la directora general de Cooperación Jurídica Internacional, Ana Gallego Torres, entre otros. Además, una representación de la Fundación Pablo VI, con su presidente, Mons. Ginés García Beltrán a la cabeza, acudió para ser testigos en vivo de la canonización del Papa que da nombre a esta institución, fundada hace medio siglo por el Cardenal Herrera Oria para promover el diálogo con el mundo, en la línea del pontificado del Papa Montini.
“Sabio timonel” del Concilio Vaticano II
Francisco presentó a su predecesor como un hombre que “gastó su vida por el Evangelio de Cristo, atravesando nuevas fronteras y convirtiéndose en profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres”. Un Papa reformista, dialogante y abierto al mundo que “aún en medio de las dificultades y la incomprensión” a la que se enfrentó, “testimonió de manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús”, que fue “sabio timonel” del Concilio Vaticano II y que llamó a todos a una “vocación universal a la santidad”.
Junto a Pablo VI, Francisco canonizó también al Arzobispo de El Salvador Óscar Romero. Un hombre que “dejó la seguridad del mundo para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”, hasta el martirio, siendo asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba la Eucaristía.
Sintonía con los nuevos santos
En un gesto de cercanía a estos dos nuevos santos, el Papa Francisco quiso llevar durante la ceremonia de canonización el cinturón litúrgico -cíngulo- que llevaba Óscar Romero en aquella última misa, y la mitra y la cruz pastoral que pertenecieron a Pablo VI.
En numerosas ocasiones Francisco ha mostrado su inspiración en el Pontificado de Pablo VI, a quien ha calificado como el “Papa de la modernidad”.
- Centro de Pensamiento Pablo VI en los Medios
Pablo VI, del Concilio Vaticano II al diálogo con el mundo
Mª Teresa Compte Grau
Artículo publicado en la Revista Palabra