Los días 3 y 4 de octubre se ha celebrado en la Fundación Pablo VI el Congreso “La Iglesia en la Sociedad democrática”. Una iniciativa surgida con el apoyo de la Conferencia Episcopal Española para destacar, 40 años después de la firma de la Constitución que homologó la Democracia en nuestro país, el esfuerzo que los diferentes agentes políticos, sociales y la Iglesia hicieron para lograr una Transición pacífica y una convivencia plena.
Por eso se convocó a un mismo auditorio a figuras tan dispares como el Cardenal Fernando Sebastián y María Teresa Fernández de la Vega, para aportar dos miradas diferentes en las relaciones Iglesia-Estado; al Cardenal Antonio Cañizares con Alfredo Pérez Rubalcaba para hablar de la aportación de la Iglesia a la educación; o el Presidente del PP, Pablo Casado, con el Presidente de la Junta de Extremadura Guillermo Fernández Vara y el Rector de la Universidad Pontificia Comillas, Julio Martínez, para hablar del papel de la Iglesia y los católicos en diálogo con la sociedad de hoy.
Un Foro en el que se contó con la presencia, además, de numerosas personalidades de la vida política, social y eclesial, como la Ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá; el abogado y político Adolfo Suárez Illana; el Presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Juan Velarde; la directora general de Cooperación Jurídica Internacional y Relaciones con las Confesiones, Ana Gallego; la secretaria general de Cáritas, Natalia Peiró; el ex presidente de Unió Democràtica de Catalunya, Josep Antoni Duran i Lleida y numerosos obispos y cardenales de la Iglesia española encabezados por su Presidente, Cardenal Ricardo Blázquez.
Inauguración solemne
El Congreso arrancó el día 3 de octubre con un diálogo entre el Cardenal Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, decano de los obispos españoles y protagonista en episodios clave de la Transición española, con María Teresa Fernández de la Vega, Presidenta hoy del Consejo de Estado y artífice durante su etapa como vicepresidenta del Gobierno de la firma de los vigentes acuerdos de financiación de la Iglesia. Dos miradas diferentes sobre las relaciones Iglesia-Estado con un mismo hilo en común: el reconocimiento del importante papel que la Iglesia jugó para lograr una Transición pacífica y una reconciliación entre los españoles.
“La Iglesia, aliada de la libertad y la convivencia”
El Cardenal Fernando Sebastián comenzó su discurso haciendo un alegato a estos 40 años de democracia que los españoles “todavía no nos creemos del todo”, por “temores, desconfianzas y restricciones”. Y, sin embargo, reconocer su valor y la aportación de la Iglesia a ella es de crucial importancia.
Iglesia y Democracia son, en palabras del Cardenal Fernando Sebastián “dos realidades absolutamente diferentes y del todo independientes” pero no son ajenas ni externas la una a la otra. “Las dos viven en el mismo ser humano y las dos existen para el bien del hombre, aunque sea en órdenes y con medios distintos”. Así, afirmó, la democracia “es una manera de promover el bien de todos los miembros de la sociedad, protegiendo su libertad, favoreciendo la comunicación, proporcionando ayudas y servicios para el desarrollo de la actividad y de la convivencia de toda la sociedad”. Y la Iglesia, “fomentando la fe en Dios y la justicia interior favorece el recto comportamiento de los agentes de la vida democrática”, “trata de promover en sus miembros el amor a la verdad y a la justicia, el cumplimiento de los mandamientos de Dios”, “es educadora de la conciencia moral de sus miembros, y aun de toda la población” y “favorece directamente la instancia ética que garantiza el buen funcionamiento de las relaciones y responsabilidades sociales”.
"También la democracia, añadió, facilita la vida de la Iglesia” cuando garantiza “la libertad de creer y vivir según la misma creencia". Un ciudadano "tiene que ser libre para creer o no creer, para rezar, para vivir en este mundo conforme a los preceptos de la vida eterna que su fe la presenta". De lo contrario "si la autoridad civil quisiera influir en las creencias de la gente, dejaría de ser democrática".
La aportación de la Iglesia a la Democracia
“La democracia no puede existir sin recibir fundamentos y fuerza desde fuera”. Y en eso, afirmó el Cardenal Fernando Sebastián, tiene en la Iglesia a su mejor aliada, “como maestra de vida, como educadora de las conciencias” y en la “promoción de personas justas, convertidas de corazón ante Dios y comprometidas en el servicio al bien del prójimo”. Un servicio que realiza de forma callada muchas veces y “sin el menor reconocimiento” “desde las parroquias, desde los colegios y las mil instituciones educativas de distinta categoría que promueve y mantiene”.
Un poco de autocrítica
También Fernando Sebastián quiso hacer un ejercicio de autocrítica sobre las veces en la que “la fe quedó absorbida por la política” a lo largo de la historia, con “las guerras religiosas, las Cruzadas, la Inquisición y otros males que todavía perduran”. El Concilio Vaticano vino a cambiar todo aquello y supuso una vuelta a los fundamentos cristianos e inspiró a la Iglesia española en la etapa difícil de la Transición “para el reconocimiento de los derechos políticos de todos los españoles, la reconciliación en un proyecto común de convivencia y la liquidación de las consecuencias de la Guerra Civil”.
Para el futuro, “vivir la fe con más autenticidad”
El Cardenal Fernando Sebastián terminó su discurso con una mirada al futuro. Un futuro en el que se mantenga vivo el espíritu de la Transición y con una sociedad integradora en la que “todos tengamos un lugar y podamos convivir pacíficamente sin opresiones ni exclusiones”. Para la Iglesia pidió “no tener miedo de la libertad” y saber adaptarse a los nuevos tiempos: “Ahora somos menos pero podemos vivir la fe con más autenticidad y más fuerza existencial y personal”, señaló, y “podemos y debemos denunciar los errores que veamos en torno nuestro, pero sin negar el bien fundamental de poder vivir la fe en plena libertad personal y social”. Y a la sociedad civil, especialmente la izquierda y los movimientos laicistas, le pidió “aceptar a las personas e instituciones religiosas como elementos positivos de la sociedad”. Porque, “ser cristiano o musulmán no merma los derechos civiles de nadie”, porque “la Iglesia no es una amenaza para la democracia ni para las libertades de los ciudadanos, sino una defensora convencida de las libertades y los derechos de todas las personas” y porque “querer eliminar la presencia de lo sagrado sería excluir de la vida social a un tercio de la población”.
Diálogo sincero y permanente, sin partidismos ni localismos
La clave para todo ello, concluyó el arzobispo emérito de Pamplona-Tudela, es el “diálogo sincero y permanente”, dejando a un lado los prejuicios y buscando el conocimiento mutuo. Por eso, abogó por promover en las ciudades, en los centros civiles o en las parroquias “los encuentros entre creyentes y no creyentes, representantes de la Iglesia y de la sociedad civil para analizar juntos los problemas comunes y debatir honestamente las mejores soluciones para el bien de todos”. Especialmente ahora “cuando todo está en revisión y aparecen serias amenazas para la misma unidad y cohesión social de España”, la Iglesia “debe ser una fuerza positiva en el conjunto de la sociedad, una fuerza moral, que actúe desde dentro de las personas, sin privilegios de ninguna clase a favor de la libertad y del bien integral de todos los españoles”, sin partidismos ni localismos, finalizó el Cardenal arzobispo de Pamplona-Tudela.
María Teresa Fernández de la Vega: “La Iglesia jugó un importantísimo papel en el paso de la dictadura a la Democracia”
Por su parte, María Teresa Fernández de la Vega defendió también en su discurso el esfuerzo que hizo la Iglesia en el paso de la dictadura a la Democracia gracias a figuras como el Cardenal Tarancón, “que abrió un camino que hemos ido recorriendo durante estos años” aunque todavía quedan muchos pasos por completar.
La Presidenta del Consejo de Estado comenzó enumerando los puntos en común entre la Iglesia y el Estado que son los que tienen que ver con la ética universal: “la ética de los cuidados, la ética de la solidaridad, de la responsabilidad universal y la justicia con todos”. En este sentido, destacó las Encíclica y documentos papales que hablan sobre la Justicia o la responsabilidad del Estado en velar por la dignidad de la persona humana. Mención especial a la Laudato Si del Papa Francisco sobre “la protección de la casa común”. “El Papa llama a un nuevo diálogo ante el desafío ambiental que nos incumbe y nos impacta a todos”, dijo. Pero, matizó, es necesario respetar la “urgente separación de poderes” y el trabajo “cada uno en su respectivo ámbito de actuación”
Siguiendo con sus citas al Papa Francisco, De la Vega compartió con él una reflexión reciente que realizó para la revista La Croix "un Estado democrático debe ser laico. Los estados confesionales terminan mal. Esto va contra la historia. Creo que una laicidad acompañada de una ley que defienda la libertad religiosa ofrece un marco para avanzar". Pero para la Presidenta del Consejo de Estado, esto último implica “una separación de lo que pertenece al ámbito privado de lo público”. Es decir, que "la libertad religiosa pertenece al ámbito privado, otra cosa es que la Iglesia pueda y deba contribuir a la cohesión social y realizar una labor social y humanitaria" aclaró, apuntando al artículo 16 de la Constitución.
Para terminar, la Presidenta del Consejo de Estado, presidenta también de la Fundación Mujeres por África quiso dedicar una parte de su discurso al lugar que ocupa la mujer en la Iglesia. En su opinión sería necesario un ejercicio de reflexión por parte de la Iglesia con relación a este aspecto, poniendo en valor al mismo tiempo que “precisamente en conventos y monasterios fue donde se gestó el cultivo del más alto genio femenino”.
Sobre la objeción de conciencia
Otro de los puntos del discurso de María Teresa de la Vega fue la objeción de conciencia, que debe estar garantizada pero no me sometida a interpretaciones particulares, dijo: “Corresponde al legislador y sólo al legislador precisar los contornos jurídicos de este derecho”.
Pero la responsabilidad del Estado en el respeto a la libertad religiosa y la objeción de conciencia exige también una contrapartida por parte de la Iglesia Católica, matizó la ex vicepresidenta del Gobierno. "Está llamada a respetar el Estado de Derecho, y a no salirse de las atribuciones que le son propias. Es al Estado al que le corresponde legislar. Es el Gobierno de la nación el que dirige la política interior y ejerce la potestad reglamentaria y despliegan su actividad atendiendo a la realidad social”, que “guste o no, es crecientemente aconfesional”. Y esto es válido para todas las leyes. “La Iglesia no puede inmiscuirse en asuntos que afectan a las res pública propios de las Cortes y Gobierno”. Es un elemento fundamental en las relaciones Iglesia-Estado, tan elemental como irrenunciable. “Debe abogarse por una nítida separación de las relaciones Iglesia y Estado”.
Acuerdos para asuntos clave
Tras insistir en la separación Iglesia-Estado, De la Vega habló de los asuntos y desafíos que atañen a todos y “ante los que hay que reaccionar contundentemente desde todas las instituciones”, como son “el auge de los populismos, la xenofobia y asuntos de máxima gravedad que ponen en riesgo nuestras democracias”. “Sólo desde el fortalecimiento democrático de todas las fuerzas podremos hacer frente a los desafíos que tenemos por delante”, afirmó rotunda. Y en este sentido, apuntó, “la Iglesia tiene una enorme responsabilidad para reforzar valores que propicien el respeto a las minorías y valorando la diferencia como riqueza”.
Para terminar, la Presidenta del Consejo de Estado, presidenta también de la Fundación Mujeres por África quiso dedicar una parte de su discurso al lugar que ocupa la mujer en la Iglesia. En su opinión "quedan relegadas a un evidente segundo plano”, negándoseles el acceso al sacerdocio y, con ello, a los círculos de responsabilidad. De la Vega denunció una "misoginia" impregnada en la teología católica a lo largo de su historia mientras que “precisamente en conventos y monasterios, fue donde se gestó el cultivo del más alto genio femenino”
“Mesa Redonda: el papel de la Iglesia en la Transición”
Después de la solemne sesión inaugural, la jornada del jueves día 4 de octubre se abrió con una intensa mesa redonda con algunos de los protagonistas de la Transición, como Rodolfo Martín Villa, ex vicepresidente del Gobierno de Suárez, el sacerdote e historiador Juan María Laboa y el sociólogo Rafael Díaz Salazar, moderados por la periodista Victoria Prego, para muchos conocida como la “voz” de la Transición por la serie que dirigió en televisión española sobre aquellos años en los que, aseguró, “la Iglesia jugó un papel absolutamente determinante”, después de pasar la propia Iglesia su propio proceso de Transición, ayudada por el Concilio Vaticano II. “Había una juventud en España que quería cambios”, afirmó Juan María Laboa. “Y había un Papa, Pablo VI, al que no quería la Curia, de familia democrática y que no fue bien visto por el régimen franquista”. “Fue un momento en el que convivieron dos jerarquías, la del antiguo régimen y la del Vaticano II y de esta fueron fundamentales el cardenal Tarancón y el hoy cardenal Fernando Sebastián.
Por su parte, el profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Rafael Díaz Salazar, habló de las organizaciones cristianas de aquellos años que ejercieron una gran influencia en la Transición. Por ejemplo en el año 1946 cuando surgió la Hermandad Obrera de Acción Católica y la JOC, que “empezaron a dar una identidad obrera a la Iglesia”. Con ellos surge un tipo de religiosidad, rezándole al Cristo obrero antes de ir a las fábricas. “Su lucha política y revolucionaria, no se entiende sin su espiritualidad”
Un espíritu revolucionario que mantenía gran parte de los sacerdotes de aquellos tiempos, señaló Juan María Laboa. Según una encuesta nacional del clero, en 1969 “de todo el clero español, se identificaba con el régimen político el 10 por ciento de los curas y el 60% de los menores de 30 años, casi el 37 por ciento del total se identificaba con el socialismo y los movimientos obreros. Por tanto, aseguró, “el clero español fue muy importante con su lucha en las parroquias, los barrios y los pueblos rurales”.
El ex ministro de Interior del Gobierno de Suárez, Rodolfo Martín Villa señaló también que gran parte del cambio vivido en aquellos días fue “gracias a la Iglesia” y “la cuestión religiosa dejó de ser un problema para empezar a ser parte de la solución”. Y aunque “algunos en aquella época no aceptaron el Concilio”, apuntó Laboa, “fue absolutamente clave para el cambio de mentalidad de aquella Iglesia y de aquel cristianismo”. No obstante, los que no lo quisieron antes “son los mismos que ahora no quieren al Papa Francisco”.
Mesa redonda: “El papel de la Iglesia en la Educación”
La mesa redonda histórica fue seguida por un diálogo entre el Cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares y Alfredo Pérez Rubalcaba. Un momento distendido moderado por el periodista Carlos Herrera donde los ponentes estuvieron más que de acuerdo en una idea clave: que el hecho religioso forma parte de nuestra cultura y debe ser enseñado en las aulas.
“Yo defiendo el estado laico, pero eso no significa que la sociedad sea laica”, aseguró el que fuera secretario general de los socialistas, vicepresidente con Rodríguez Zapatero y ministro de Educación y de Presidencia con Felipe González, en cuyos gobiernos trabajó desde 1982 en áreas relacionadas con la enseñanza. En su intervención recordó que el artículo “27 es el del consenso educativo”. Un consenso que el PSOE desarrolló con los conciertos educativos, que son para el ex ministro de interior, “el desarrollo exacto de la Constitución”. Y aunque “éste no es un tema tranquilo en la izquierda política” se declaró “gran defensor de este modelo”.
Tanto Rubalcaba como Cañizares dieron muestras durante el diálogo de conocerse y entenderse bien. Ambos coincidieron en la necesidad de una educación integral e impregnada de valores y en las críticas al modelo PISA, que evalúa la calidad de la enseñanza según parámetros puramente cuantitativos. Pérez Rubalcaba reconoció que el diálogo “no siempre ha sido fácil, aunque bastante productivo”, con un punto siempre más espinoso que los demás que ha sido el tema de los conciertos y su gratuidad. La falta de recursos públicos, explicó el que fue también ministro de Educación, ha llevado a esta distorsión de la concertada.
Sobre la integración de los emigrantes en los colegios concertados, Cañizares puso ejemplos de colegios de Valencia en los que el 70% son de integración. Rubalcaba aseguró que es consciente de los clichés que hay al respecto de ese tema, cuando "un sector de la población afirma que la escuela concertada se ha desentendido de los emigrantes".
Religión evaluable, pero no necesariamente computable
Otro de los puntos de debate fue la enseñanza de la Religión, habitual objeto de discusión entre el episcopado español y los distintos gobiernos socialistas. El cardenal Cañizares pidió que siga siendo de oferta obligatoria para los centros y de elección libre para los padres. Y “evaluable”, aunque, añadió, eso no significa que deba “pasar al expediente”.
“Iba a decir amén”, bromeó el ex ministro de Educación. “Oferta obligatoria, voluntaria para quien la quiera… ¿Y cómo no va a ser evaluable? Pero no necesariamente computable para todo. Ningún problema. Eso era la LOGSE”. El único problema aquí, reconoció, ha sido siempre la alternativa “¿Qué hacer con los niños que no estudian Religión? Algo que no perjudique a los que sí la cursan, nos pedían esos padres. Pero entonces los otros padres nos decían: no les hagan perder el tiempo a nuestros hijos”.
Una nueva relación entre el Estado y las religiones
Otro de los puntos de acuerdo entre ambos fue la crítica a la Ley Wert. “No es lo mejor que ha hecho el PP”, reconoció Cañizares. Y coincidieron en la necesidad de una enseñanza del hecho religioso, principalmente “en este momento en que las religiones viven una suerte de repolitización. Para vivir en una sociedad plural y cosmopolita hay que enseñar el hecho religioso y recordar que las religiones no son un instrumento para atacar al contrario, sino para la convivencia”. “En los tiempos que corren, haríamos bien en plantearnos nuevas formas de colaboración con las autoridades religiosas, porque están llamadas a jugar un papel, sea bueno o malo”.
Finalmente, el cardenal y el profesor reivindicaron el espíritu de la Transición. "Hace 40 años nos pusimos de acuerdo. Si echamos la vista atrás, estamos muchísimo mejor. Por eso, no contemplar el hecho religioso en la escuela es convertir a los niños y jóvenes en incultos", concluyó Rubalcaba. A lo que replicó Cañizares: "En aquella época nos educaron en el respeto a la persona y a los demás".
Última mesa redonda: “El papel de la Iglesia en una sociedad democrática”
La última mesa redonda, moderada por el periodista Fernando Ónega fue la más política, con la presencia de Guillermo Fernández Vara, Presidente de la Junta de Extremadura; Pablo Casado, Presidente del Partido Popular y Julio Martínez, Rector de la Universidad Pontificia de Comillas.
El presidente de Extremadura recordó cómo los años de estudiante en colegios de la Iglesia y la educación de su madre moldearon a un hombre que se declara católico. “Creo en Dios, pero no creo en la patente de las verdades absolutas. Creo en Jesucristo. Creo en la familia y creo en todas las familias”.
Por su parte, Pablo Casado también recordó su trayectoria escolar y académica, siempre vinculada a obras de la Iglesia, con palabras especiales para el anterior rector de la Pontificia de Comillas, el P. José Ramón Bustos, que le dio el que ha calificado como “el mejor consejo que nunca nadie me ha dado sobre la vida política: en Estados Unidos cuando alguien sigue su vocación, las universidades se lo priman. Aquí no, pero sigue tu vocación política. Y la he seguido hasta hoy”. En su intervención, el Presidente del PP defendió el papel esencial de la Iglesia para lograr una transición “tan pacífica y tan ejemplar”, haciendo una llamada de atención “a aquellos que quieren destruir ese éxito de la concordia".
Críticas a la tecnocracia política
Tras estas primeras intervenciones, el rector de Comillas puso a los dos políticos ante el espejo de la "tecnocracia", como "una mala forma de hacer política". Y fue especialmente crítico con "una práctica tecnocrática de la política, que se ha alejado de las personas", poniendo como ejemplo "cómo se ha tratado el tema de los refugiados en Europa". "La política no puede acabar en pura gestión, con meros discursos, porque si no, luego viene el populismo y nos lamentamos", afirmó el Rector de Comillas seguido de una cerrada ovación del auditorio.
Tras defender la labor y la presencia de la Iglesia en la sociedad democrática, el Presidente de la Junta de Extremadura, Fernández Vara, apuntó que quizá la Iglesia también tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. Lo fácil, dijo, “es echar la culpa a la política o a la religión en los colegios de que los domingos en misa sean todos mayores de 50 años”. Y ante la pregunta de Fernando Ónega sobre el asunto de las inmatriculaciones respondió que quizá la Iglesia debe aceptar que "hay cosas de las que no se ha querido hablar", como la propiedad de la mezquita de Córdoba o la exhumación de Franco. "Si 40 años después estamos hablando de esto habiendo temas más importantes, es porque teníamos que haberlo hecho antes".
Frente a ello, Pablo Casado lamentó "que estemos hablando de quién es la mezquita de Córdoba, o si está muerto el que enterraron hace 43 años”, abriendo así, dijo, “cicatrices cerradas hace medio siglo". Y concluyó ahondando en el importante trabajo de instituciones de la Iglesia, como Cáritas, los comedores sociales de las parroquias y las instituciones religiosas o los casi 13.000 misioneros españoles que llevan el Evangelio a los confines de la Tierra. “Donde no iría ninguna ONG o ningún político, ahí está la Iglesia”, ha dicho el líder de los populares. “Egoístamente, afirmó rotundo, a España le viene muy bien la Iglesia”