El mundo ha frivolizado el riesgo nuclear, el rearme nuclear se ha convertido en un instrumento de poder y el riesgo de una catástrofe de dimensiones apocalípticas está cada día más cerca. Es el mensaje que ICAN, la Campaña Internacional contra el uso de las armas nucleares premiada con el Premio Nobel de la Paz en 2017, quiere transmitir al mundo con la ayuda de la hibakusha Setsuko Thurlow, testigo y superviviente de la bomba atómica de Hiroshima.
Junto a ella recorre estos días nuestro país para recabar apoyos a favor el desarme nuclear, mediante una campaña a la que se han unido instituciones como Justicia y Paz.
Este jueves, 27 de febrero, ha tenido lugar en la sede de la Fundación Pablo VI la presentación de la campaña “Hacia un Mundo sin Armas Nucleares”, con la presencia del secretario general de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello. “Dicen algunos que el siglo XX estuvo marcado por la bomba de Hiroshima y el Muro de Berlín, que significaba la división de dos mundos con dos perspectivas distintas y enfrentadas, pensando que la disuasión nuclear era un buen argumento para la seguridad”, comenzó el portavoz de la CEE. Ese muro cayó, “pero han aparecido otros; y la lógica de las armas y el miedo no solo no ha desaparecido, sino que se ha reforzado”, junto a la lógica “del dominio de los sueños y los deseos”, creados por las grandes corporaciones tecnológicas internacionales “para que seamos nosotros los que pongamos muros en las relaciones y seamos cómplices de las bombas”.
Luis Argüello, que ha confesado su devoción por Justicia y Paz, de la que fue socio fundador y primer presidente en Valladolid, se suma a esta causa “para que un mundo sin muros y bombas pueda realizarse”, como pide también el Papa en ‘Querida Amazonia’ o en la carta firmada conjuntamente con el mundo musulmán. Y es que cuidar la Casa Común, dijo la secretaria general de Justicia y Paz, Isabel Cuenca, pasa necesariamente “por un mundo sin armas nucleares”.
Un riesgo nuclear cada vez más grande
El médico costarricense Carlos Umaña, es uno de los portavoces de ICAN en esta campaña contra las armas nucleares. En su intervención, apuntó a “la crisis climática y el rearme nuclear como las dos grandes amenazas del mundo de hoy”. La “retórica incendiaria” de algunos países que tienen las armas nucleares como un “símbolo de poder y prestigio” hace que nos acerquemos cada vez más a la “medianoche del fin de los tiempos”, según el Boletín de los Científicos Atómicos. No tanto porque las armas nucleares vayan a usarse (hacerlo sería un suicidio), sino por el riesgo de un “accidente nuclear, mucho más probable que una guerra”, alertó.
Por eso, concluyó, es necesario, que los Estados, los Gobiernos, entre ellos el de España, y toda la sociedad se unan contra esto que hoy vivimos casi con una “normalidad inevitable”. Una tarea en la que las religiones tienen también un gran papel. De hecho, el Vaticano fue uno de los primeros países en firmar en 2017 el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares.
El testimonio de Setsuko Thurlow
Durante el acto, se escuchó también el testimonio de Setsuko, superviviente de la bomba de Hiroshima, que explotó cuando tenía tan solo 13 años. En una desgarradora entrevista, Thurlow alerta de los movimientos y discursos que niegan una amenaza como la que provocó aquel infierno hace 75 años. Además de los muertos (más de 200 mil entre Hiroshima y Nagasaki), “las miles de víctimas que quedaron sufrieron un grave daño físico, psicológico y social”. Para Setsuko su fe “está siendo muy importante para superar y compartir aquello”.