La palabra esperanza ha sido una de las más empleadas en estos días de Navidad con propósitos y dimensiones variadas, la esperanza científica en la vacuna, la esperanza de una recuperación económica, la Esperanza desde una óptica religiosa… Y es que la inesperada irrupción del coronavirus y de la pandemia con sus fatales efectos sanitarios y económicos para toda la humanidad en este año 2020 ha provocado en estas fechas navideñas un mayor deseo y anhelo de esperanza hacia una vuelta a la normalidad con planes de futuro de todo tipo, pretendiendo recuperar el tiempo perdido.
Hace unos días Antonio Garrigues declaraba para Tele5 que cuando todo esto termine va a venir una “euforia sensacional, contagiosa, una época muy alegre, muy buena; no sólo por el consumo para la economía, sino para la innovación, la creatividad, el emprendimiento”.
Estas manifestaciones nos obligan a recordar nuestra historia más reciente donde los ciudadanos de los años veinte del pasado siglo, deslumbrados por la excitada forma de vivir y por la efervescencia económica y de progreso que experimentaron a la salida de la calamitosa I Guerra Mundial y de otra pandemia, la gripe española de 1918, no pudieron intuir que aquella década feliz desembocaría en los desastres económicos, políticos y sociales que provocaron el crack del 29, las grandes purgas soviéticas, el holocausto y la II Guerra Mundial o, en nuestro país, la Guerra Civil. Y tal vez no lo intuyeron porque no quisieron o no pudieron ver que detrás de las fiestas locas del charlestón y de un desbocado mercado de valores se escondían otros submundos y desigualdades sociales y económicas que terminaron en un imparable avance de los populismos totalitaristas y los sucesos bien conocidos por todos.
Lejos de pretensiones agoreras por mi parte, tan solo quisiera llamar la atención que debemos estar atentos a las también desigualdades que la recesión económica está generando, con mayor o menor intensidad, desde 2008, y que la pandemia ha terminado de rematar. Y estar atentos a las reacciones sociales y políticas que pueden derivarse de todo ello.
Por eso es imprescindible detenerse y pensar en la sociedad que hoy tenemos, en nuestras fortalezas y debilidades, en los peligros que nos acechan y en las posibilidades que tenemos todos, cada uno desde nuestras capacidades y responsabilidades, para evitar que la historia no vuelva a repetirse y para no hacer cierta aquella conocida premisa de Donoso Cortés cuando decía que en el pasado está la historia del futuro.
La Fundación Pablo VI quiere seguir apostando por estas reflexiones en un ciclo de Encuentros que celebraremos semanalmente durante el primer semestre de este año 2021. Abordaremos las grandes cuestiones de la sociedad, de la política, de la economía o de la educación desde un enfoque más profundo del que deja la actualidad más inmediata. Asuntos como la banalización de la cultura, la sociedad del espejo y las redes sociales, la democracia emocional en la que estamos instalados, el transhumanismo, el futuro del trabajo y los nuevos modelos económicos, … son algunos de los muchos temas que trataremos desde una perspectiva de pensamiento, de valores y de reflexión con una visión filosófica, antropológica, sociológica, y con invitados de claro perfil intelectual y de reconocido prestigio.
Estos foros comenzarán a emitirse, a partir de febrero, a través de los canales telemáticos de la Fundación Pablo VI y la televisión del GRUPO COPE.
Jesús Avezuela Cárcel
Director General de la Fundación Pablo VI