El año 2022 no fue el año que soñábamos. Teníamos la ilusión de recuperarnos definitivamente de la pandemia, pero el estallido de la guerra con la invasión de Rusia a Ucrania alteró sustancialmente los planes. Además de las desgracias y sufrimientos humanos en la propia Ucrania, en el resto de Europa los precios de la energía, que ya habían empezado a incrementarse meses antes, se agravaron radicalmente. La inflación se disparó con una llamativa escalada de precios en la cesta de la compra y unos salarios muy contenidos.
Y en medio de este conflicto internacional a las puertas de Europa, el clima político en España tampoco se ha caracterizado por un entendimiento entre el Gobierno y la oposición para los grandes asuntos de Estado, ni siquiera tras los cambios de liderazgo en el principal partido de la oposición. La situación de la sanidad pública, las discrepancias en la renovación del órgano de gobierno de los jueces y de los altos tribunales del Estado (el Supremo o el Constitucional) las leyes de género o las reformas penales, han sido algunas de las muchas disputas que han marcado la agenda política del año, con unos enfrentamientos que han generado un grave “deterioro institucional”, tal y como advirtió el propio rey Felipe VI en su discurso del día de Nochebuena: "creo que, en estos momentos, todos deberíamos realizar un ejercicio de responsabilidad y reflexionar de manera constructiva sobre las consecuencias que ignorar estos riesgos puede tener para nuestra unión, nuestra convivencia y nuestras instituciones", fueron algunas de sus palabras.
Pero el año 2022 también ha traído buenas noticias y progresos importantes, como el exitoso logro de un equipo de científicos durante un experimento de fusión nuclear que podría proporcionar en un futuro una fuente de energía limpia, infinita y barata; o los prometedores resultados de un ensayo clínico en la investigación del alzheimer publicados en el New England Journal of Medicine; así como las muestras de solidaridad en Europa y, particularmente en España, con las víctimas y los refugiados de la guerra de Ucrania, que han sido un gran triunfo de la humanidad frente a la barbarie.
¿Qué nos espera en el año 2023? Dicen los analistas del gran fondo de inversión, BlackRock, que la gran moderación, un periodo de crecimiento e inflación estable, está tocando a su fin y que viene ahora un nuevo régimen de mayor volatilidad. En verdad, resulta atrevido predecir un futuro que desconocemos, pero sí es necesario estar atentos y concentrar nuestros esfuerzos en ver cómo podemos contribuir a construir ese futuro por hacer.
Desde la Fundación Pablo VI queremos continuar este nuevo año respondiendo desde la Doctrina Social de la Iglesia y el humanismo cristiano, a los grandes retos que se presentan en el contexto político, social, económico, científico y tecnológico. En este sentido, seguiremos apostando por espacios, —como los foros de encuentros interdisciplinares y otros formatos diversos—, algunos de ellos en colaboración con otras instituciones, con el fin de poner en diálogo a personalidades de distintos perfiles y sensibilidades sobre los grandes temas. La situación de la justicia, los medios de comunicación, el futuro geopolítico de Europa, el devenir político en clave nacional a la vista de los procesos electorales que se aproximan, etc. serán algunos de ellos.
Prestaremos también atención al proceso de transformación que está sufriendo el trabajo humano con los cambios introducidos por la tecnología, así como los cambios en la forma en la que se organiza el empleo y las relaciones laborales y sociales, continuando para ello con la organización de seminarios permanentes que ponen en diálogo a economistas, políticos, tecnólogos, con filósofos, o académicos, entre otros para analizar estos cambios y sus implicaciones.
También seguiremos impulsando el arte y fomentando actividades culturales con la acogida de exposiciones, cine y documentales que hablen del hombre, de la dignidad humana, la belleza, el desarrollo o el cuidado de la Casa Común.
Pero una de nuestras grandes apuestas será la de impulsar el área educativa de la Fundación y, en particular, reinstaurar la tradicional Facultad Ciencias Políticas y Sociología, que ha sido la seña de identidad de nuestra casa. Con ella se quiere promover, desde la excelencia y el rigor académico, el estudio de todo aquello que tiene que ver con los cambios en nuestras sociedades. Porque la volatibilidad, la aceleración y la transformación vertiginosa exige, si cabe, una observación, un análisis y un estudio más pausado de eso que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman llamó “vida líquida”. No como una forma de crítica y resistencia al cambio, sino para iluminar y guiar desde la ética y un humanismo, “que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad” (CV 78).
Jesús Avezuela,
Director General de la Fundación Pablo VI