«Escribo este testimonio desde la casa del cura en El Atazar, un pueblecito de la Sierra Norte de Madrid…es un sueño cumplido» (Paloma) «Teníamos claro que no queríamos volver a la ciudad» (José) «Buscaba una nueva vida y un futuro mejor para nuestros hijos» (Tatiana)
Los testimonios de Paloma, de José y de Tatiana son solo un ejemplo de tantos que se han beneficiado del trabajo de Proyecto Arraigo, una iniciativa pionera que trabaja para paliar el inmenso desfase de población que desde los años 70 hay entre el mundo urbano y el mundo rural en nuestro país. Mientras la población en el conjunto de España ha crecido de forma exponencial (de los 34,2 millones de habitantes en 1975 a 47,3 millones en 2021, según los últimos datos del INE), en algunos municipios la densidad poblacional ha disminuido hasta un 31 por ciento, lo que genera gran brecha no solo cultural, sino también económica, social e incluso emocional.
Enrique Martínez Pomar, ingeniero agrónomo, es el impulsor y creador de este proyecto, un puente que conecta el mundo urbano con el rural para facilitar la generación y el arraigo de proyectos de vida sostenibles y duraderos en el tiempo.
Pregunta.- ¿Cómo y en qué momento surge Proyecto Arraigo?
Respuesta.- Surge en Soria en el 2016 ante los efectos y falta de soluciones para la despoblación. Tenía en aquel entonces una gran curiosidad por saber el motivo por el que había personas que querían ir a los pueblos, pero chocaban con barreras y muros invisibles para ser bien acogidos e iniciar un proyecto de vida. Por otra parte, municipios y alcaldes querían recibir personas, pero no encontraban lo que podían necesitar con garantías suficientes por parte de los interesados.
P.- ¿Cómo ha influido la pandemia en el deseo de ir a vivir a los pueblos? ¿Hay una necesidad cada vez mayor de un cambio de vida a estilos más saludables y sostenibles?
R.- Cada vez más, las personas y familias buscan el mundo rural, sobre todo en estos momentos. No solo son personas mayores o sin hijos a su cargo, sino que están solicitando nuestros servicios poblacionales más familias jóvenes con niños. La pandemia ha sido “fuego amigo” en algunas ocasiones, pues el incremento de familias de entrada en el Proyecto Arraigo se ha multiplicado por 3 en ciertos meses del encierro, pero ha precipitado el cierre de muchos comercios pequeños y sin relevo generacional en muchos pueblos de España (comercios, bares, panaderías, carnicerías...)
Visita de Proyecto Arraigo a una familia en Cervera de Pisuerga
P.- El localismo, el apego a la tierra y a las tradiciones, puede generar también a veces una desconfianza al que viene de fuera. ¿Ha sido o es un obstáculo esto para vuestro proyecto?
R.- Para nada. Antes de que exista el arraigo efectivo, es decir, vivir y estar empadronado, el ayuntamiento conoce y se entrevista con la familia, hay visitas y una selección, porque no todos lo que lo desean pueden establecerse en el mundo rural. Para empezar, hay que conocer los motivos del cambio y las posibilidades de subsistencia. De esta forma, el camino para entrar es más fácil. Después, nuestros técnicos en el territorio presentan a los vecinos, acompañan y están ahí día y noche para aconsejar.
P.- ¿Se ha extendido el proyecto a familias inmigrantes?
R.- Sí claro, tenemos de varias nacionalidades, pero siempre deben tener los papeles en regla o la nacionalidad europea. Hay casos de mucho talento y muy buena conexión con empresarios y te facilitan con esfuerzo el obtener la tarjeta roja, para no residentes.
P.- A veces da la sensación de que lo rural está de moda y que, como todas las modas, acabará pasando ¿Hasta qué punto el auge del turismo rural no está creando una imagen irreal de lo que son los pueblos?
R.- No va a ser el caso, porque esto no es una moda sino una necesidad: el mundo rural, la naturaleza, los bosques, ríos, el pueblo, el ganado, la agricultura, la fauna es nuestro equilibrio familiar y la paz interior. El turismo interior respeta, disfruta y aprende que no hace falta irse al otro lado del mundo porque lo que tenemos cerca es maravillo e insuperable en muchos aspectos.
P.- Siguiendo esta idea y desde la experiencia que vivís, ¿es posible crear negocios nuevos en el ámbito rural que fijen población, más allá del turismo? Los pequeños agricultores y ganaderos, por ejemplo, abandonan porque no es fácil vivir dignamente de su trabajo. ¿No perjudica ese abandono a la sostenibilidad ambiental del territorio?
R.- Un dato claro: de cada tres urbanitas adultos que se arraigan, una tercera parte emprende el primer año. El segundo año la cifra desciende un poco, pero el porcentaje es altísimo. Eso quiere decir que, cuando se ha dado el paso de cambiar, éste se asienta y se empieza a crear una red, se despierta el ingenio y la búsqueda de oportunidades de emprendimiento, se retoman antiguos negocios, se crean alianzas con los vecinos del pueblo, etc. Es admirable cómo haciendo las cosas con orden, con humildad, con generosidad y sentido de compartir, crecen las expectativas de vivir mejor para la persona, para su familia y sus vecinos.
Sobre la segunda cuestión, no estoy tan seguro de que este abandono impacte tan directamente en la sostenibilidad ambiental. Que España sea el país con más diversidad animal y fauna salvaje es, en gran motivo, porque la despoblación se ha producido en esas zonas y ha hecho crecer esa fauna. Además, nuestra cultura ha pasado a ver a la fauna y la diversidad de otro modo (aquí el honor lo tiene Félix Rodríguez de la Fuente). Desde mi punto de vista, el abandono no se produce por no vivir dignamente, sino porque no hay relevo generacional, porque cunde la idea de que solo la ciudad es buena para prosperar y por una pérdida de la autoestima y el valor de lo auténtico por parte de los propios vecinos del pueblo. En Francia es distinto, lo rural vence a la ciudad, el sueño del francés medio cuando se jubila es irse a su pueblo y los jóvenes cada vez más emprenden en lo rural; mientras que las playas y las ciudades grandes son destino para los turistas y para los que no pueden ir al mundo rural.
Equipo de Proyecto Arraigo en la diputación de Palencia
P.- La sangría de población en los pueblos, desde sus inicios allá por los años 60, ha estado vinculada a la búsqueda de un futuro mejor. El deseo de los padres era que sus hijos se marcharan, como si quedarse fuera un fracaso. ¿Puede revertir esa mentalidad el hecho de que haya gente que quiera instalarse en las zonas rurales?
R.- Sí, sin duda. De hecho, el cambio de mentalidad ya se refleja en nuestras vidas, y el teletrabajo, la pandemia, la vida sana, el rencuentro con lo rural aseguran que los próximos años la sociedad rural tengan más habitantes. La clave está en prepararnos para esa “marabunta” desde la ciudad, porque no todos pueden ir a vivir un pueblo. Queremos que las personas que llegan se empadronen, que tengan un proyecto de vida, que vengan de igual a igual, con humildad, con paciencia, con ganas de arraigarse en las tradiciones, en lo social, laboral, en ayudar a los demás. Cuando se den cuenta los urbanitas (españoles y europeos) de lo que tienen tan cerca y no lo están aprovechando, el mundo rural será el gran atractivo de este país.
P.- ¿Qué papel juega la Iglesia en Proyecto Arraigo?
R.- Importante no, ¡importantísimo! La Iglesia si quisiera y se organizara, podría ser la GRAN REPOBLADORA DE ESTE PAÍS. Ayuda y conoce a las personas que más lo necesitan y requieren una segunda oportunidad. Conoce como nadie los pueblos de España, tiene presencia de siglos, tiene religiosos y laicos en sus filas en todas las comarcas, es influyente y derrama confianza y credibilidad. Pero este trabajo no es de la Iglesia solo, sino que necesita una alianza público-privada, un trabajo conjunto de administración, empresas, ayuntamiento, diputaciones, ciudadanía y asociaciones; y no basta solo con voluntarios, se necesitan profesionales. En este sentido, nuestro Proyecto Arraigo establece estas alianzas y tiene experiencia que se traduce en resultados: más de 132 pueblos dan testimonio de nuestro trabajo.
Enrique Martínez Pomar con el cardenal Carlos Osoro
P.- Su labor es fundamental como facilitadores, pero, sin servicios y recursos públicos no se puede garantizar la calidad de vida de los pueblos o fijar población. ¿Hay voluntad de las administraciones de ayudar a que la España rural deje de ser la "España vaciada"?
R.- Siempre hay una queja, siempre podemos estar mejor, pero si ustedes han viajado comprenderán que no estamos tan mal; que en el mundo rural y en la ciudad hay cosas buenas y malas, cosas que mejorar y otras que replantearse. Lo importante para nosotros es que la conexión a internet sea total para facilitar la cobertura en todos los pueblos de España, además de facilitar más el alquiler de las casas rurales. Pero la figura clave que mueve montañas es el alcalde, una unión entre Proyecto Arraigo y la corporación municipal hace “milagros” en la repoblación y rejuvenecimiento de los pueblos.
La administración está aprendiendo rápido, reconociendo que se ha fracasado en estas políticas de repoblación en los últimos años, pero realmente no tenemos todavía una estrategia nacional y, desde nuestro punto de vista, solo determinador municipios y diputaciones están haciendo las cosas bien.
Sandra Várez González
Departamento de Comunicación de la Fundación Pablo VI