Según cifras de la UNESCO, sobre 7 millones de personas que trabajan en tecnología, solo un 30% son mujeres, y apenas el 6% de ellas ocupan puestos ejecutivos en las 100 principales empresas de tecnología. La brecha digital es una de las nuevas formas de exclusión de nuestro tiempo, no solo por razones económicas o sociales, sino también por razones de sexo, lo que supone un freno al desarrollo económico, laboral, social y vital de millones de personas en todo el mundo y genera barreras muchas veces insalvables.
Daniela Sáez Mahuida las ha derribado todas. Desde los 12 años se ha abierto camino en el ámbito de las disciplinas STEAM en un mundo dominado por los chicos. Cuestionada permanentemente su capacidad de crear, programar y diseñar, con 16 años creó por sí misma un proyecto de robótica aplicada a personas ciegas, con el que representó a Chile en EEUU y Colombia. Hoy trabaja, desde el activísimo STEAM, para que las niñas estudien carreras tecnológicas en su país, convencida de que una tecnología diseñada en condiciones de equidad, será también más justa e igualitaria en su aplicación futura. Daniela ha sido una de las participantes del IV programa de Liderazgo Iberoamericano de la Fundación Pablo VI.
P.- ¿Qué significa ser activista STEAM?
R.- Mi activismo nace de mi pasión, desde niña, por las áreas STEAM, es decir, la ciencia, la tecnología, la ingeniería, las artes y las matemáticas, pero también de la discriminación sufrida a lo largo de mi tiempo de formación, cuando en las ferias científicas me preguntaban: “¿Ese robot lo ha hecho tu papá, tu hermano o tu profesor?”, movidos por el sesgo de que la tecnología debía de estar hecha por hombres. Esto también lo viví en la Universidad, donde éramos 2 mujeres en un grupo de 60 estudiantes e incluso los propios profesores se extrañaban cuando sacaba la nota máxima de física, electricidad o matemáticas porque supuestamente la mujer no podía saber de eso. Por eso empecé con el tema del activismo, para animar a las mujeres a entrar en estas disciplinas y demostrar que la tecnología la hacemos todas y todos.
P.- ¿Cómo crees que se puede ejercer el liderazgo desde la tecnología?
R.- Creo que es muy importante que haya mujeres líderes en el ámbito de la tecnología, que está presente no solo en las áreas STEAM, sino también en la música, el periodismo y en múltiples disciplinas de nuestra vida. Ser una líder tecnológica que motive a más personas a entrar a estas áreas hará que enriquezcamos nuestra capacidad de crear nuevas oportunidades y desafíos para mirar al futuro.
P.- ¿Es posible poner en diálogo la tecnología con el humanismo, la política, la filosofía, la economía o las ciencias sociales en general?
R: La tecnología tiene que estar en diálogo con otras disciplinas puesto que no se construye sola. No somos solo ingenieros los que estamos trabajando en los proyectos, sino que hay muchas personas involucradas alrededor, con una visión más amplia de todos los factores que concurren en ella. Por ejemplo, es necesaria la filosofía y la ética cuando nos referimos a los límites del uso de los robots y las múltiples aplicaciones de la inteligencia artificial puesto que son cuestiones que afectan directamente a la identidad del ser humano. Por eso, es muy importante la participación femenina en ellos, porque si hacemos una inteligencia artificial solamente estudiada y programada por hombres, vamos a tener un sesgo de género aún mayor en el futuro.
P.- Se habla de la brecha digital y a la falta de acceso y de habilidades para manejar la tecnología como una nueva forma de exclusión. En tu caso, has roto barreras de muchos tipos, no solo de sexo, sino también sociales y económicas… Cuéntanos cómo has conseguido superar esas brechas desde un entorno desfavorable como el tuyo en el que ni siquiera tenías la posibilidad de disponer de tu propio ordenador…
R: Efectivamente, vengo de una familia desfavorable. Mi padre nació en el campo, en una zona de montaña, desde donde, para ir al colegio, tenía que andar hasta 5 ó 6 kms, a veces sobre la nieve. Mi abuelo, como tenía 10 hijos e hijas, prefirió que trabajaran por lo que mi padre es analfabeto. A los 20 años, se fue a la capital de Chile y conoció a mi mamá que llevaba allí desde los 14 años trabajando en la limpieza de casas particulares y cuidando niños. Por tanto, ninguno de los dos pudo acceder a formación reglada o universitaria y es por ello por lo que, cuando nacimos mi hermano y yo, nos inculcaron que teníamos que estudiar y esforzarnos, ya que esa era la única herencia que nos podrían dejar. Por eso mismo, mi hermano mayor y yo siempre nos hemos esforzado mucho y, de hecho, somos la primera generación de profesionales en mi familia, junto con mis primos que venían de la misma realidad.
En Chile comprar un ordenador ha sido siempre muy caro, así que para derribar esa barrera de falta de acceso a la tecnología se regala uno a todos los chicos y chicas a partir de los 11 años que estudian en un colegio público.
Otro de los grandes problemas que se da, y que se ha hecho muy patente durante la pandemia, es el de la conectividad, sobre todo para quienes estudian en las zonas rurales. Chile es un país muy largo en extensión y con realidades completamente diferentes a lo largo de cada región; algo que he podido constatar durante mi trabajo con una ONG en la que colaboro dando clases de programación: unas veces las personas no tenían acceso a un computador porque el hermano mayor lo estaba usando para sus clases; en otros casos solo había un ordenador para toda la familia y teníamos que viajar bastante para ir a buscarlo…
Y es aquí donde, además, me he dado también cuenta de la brecha de género, cuando muchas niñas me reconocían que nunca se hubieran visto capaces manejar la programación, la robótica o hacer proyecto. Cuando, a raíz de las clases, me dicen que están dispuestas a dedicarse a eso es una gran satisfacción para mí…
P: Gracias a la tecnología se puede ayudar a muchas personas, pero la tecnología también tiene su cara B. ¿Cuáles son los riesgos que más reconoces?
R: El tema de la inteligencia artificial y la robótica entrañan un debate ético constante. Por ejemplo, están los robots de Boston Dynamics que parecen muy adorables, que hacen vídeos chistosos para Navidad, pero que están en realidad creados para la guerra y que son muy potentes y muy difíciles de destruir. Ahí entramos en un debate ético muy importante de hasta qué punto nos puede beneficiar un robot aparentemente inofensivo creado para matar a otros. También hay tecnologías buenas, como, por ejemplo, el 5G, que permite a un doctor que está en China operar a un paciente en España sin necesidad de estar de forma presencial; o el grado de inmediatez que hemos conseguido con la tecnología.
Pero no hay que olvidar los riegos,m y en este punto hay que hablar también de los ciberataques o la llamada guerra híbrida. Creo que es importante aquí alertar de que, en el contexto de la guerra entre Rusia y Ucrania, los rusos son aliados de India, que es donde están los mejores informáticos y hackers a nivel mundial, y eso pone a los estados ante una amenaza permanente.
Somos tan dependientes tecnológicamente que a veces ni nos damos cuenta de lo expuestos que estamos y el rastro que estamos dejando con nuestros datos.
P: ¿Qué es lo que has aprendido de este programa de liderazgo iberoamericano y cómo crees que lo puedes aplicar en el futuro?
R: De este programa me llevo a personas maravillosas, con diversidad de perfiles y profesiones, con las que he hecho una red de contactos muy amplia para futuro. También destaco la calidad de los expositores que, a veces, nos abren la mente a otros temas que, aunque no sean de nuestra especialidad, nos amplían la visión del mundo.
Mi sueño es, desde hace bastante tiempo, poner en marcha, junto a una emprendedora muy reconocida de Chile que se llama Barbarita Lara, un laboratorio tecnológico para jóvenes y niños de todas las edades, raza o sexo, donde tuvieran acceso, de forma gratuita y abierta, a creación digital, donde pudieran conversar con algunas universidades, científicos o ingenieros que les apoyasen en los proyectos y hacer entender a nuestras juventudes que en realidad la tecnología y la ciencia es para todas y todos.