En los últimos años son muchos los que invocan al bien común como fin y objetivo de la vida social. Los retos globales que nos afectan a todos, cambio climático, enfermedades, conflictos, migración, etc., imponen a la política, la economía, las organizaciones sociales y el desarrollo científico unas acciones encaminadas a trabajar por ese bien común, que no es el de algunos, sino el de todos en su conjunto.
Pero, ¿es posible cuantificar el bien común? ¿se puede analizar y establecer métricas del bien común en diferentes contextos? ¿Es el modelo de bien común un valor universal? Esto es lo que pretende el Instituto Promotor del Bien Común de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla que, desde el año 2018, estudia cómo se materializa el bien común en determinados contextos y en la divulgación para lograr su consecución.
Este verano, uno de sus investigadores, el economista y experto en desarrollo internacional Oscar Garza Vásquez, ha estado en la Fundación Pablo VI, donde ha podido profundizar en los proyectos de métrica del bien común a nivel municipal, en los que el Instituto lleva trabajando desde hace varios años.
P.- ¿Cómo defines el bien común?
R.- Creo que hay muchas formas de entender el bien común y es difícil de definir. Por ejemplo, hay definiciones que consideran que se debe entender como todas aquellas condiciones sociales, económicas y políticas que permiten el desarrollo de las comunidades y del individuo en su totalidad. Sin embargo, en el Instituto nos gusta entenderlo como aquella esperanza que nos permite poder conciliar o armonizar el bien de la persona con el bien de la comunidad. Para poder buscar esta conciliación y hacerla más operacional, nosotros entendemos el bien común como aquellas relaciones que son necesarias para crear los bienes comunes; y eso implica una serie de relaciones institucionalizadas como es el ponernos de acuerdo sobre las cosas que consideramos valiosas y trabajar en ellas juntos para lograr el bien común. A modo de resumen, yo podría definir el bien común como aquellas acciones que nos permiten las interacciones entre personas y que nos permiten valorar, organizarnos y lograr cosas juntos.
P.- En España tenemos encuestas y sistemas de medición sobre el bienestar de la sociedad, los niveles de pobreza para poder trabajar con cómo revertir esa situación.… ¿Qué diferencia hay con vuestra propuesta?
R.- Es importante que pongamos atención en entendernos como individuos en sociedad y en relación con otros. Existen muchas mediciones que tratan de capturar el bienestar de la gente. Sin embargo, estos indicadores tienen en común que siempre tratan de medirlo a nivel individual. Por supuesto que eso es valioso y es uno de los factores a tener en cuenta cuando tratamos de proponer políticas públicas para mejorar la vida de la gente. Pero, al mismo tiempo, estas mediciones dejan de lado la complejidad de la vida social y, además, pueden llevarnos a soluciones equívocas, porque los indicadores individuales no nos dicen nada sobre lo que nosotros llamamos dinámicas de bien común o dinámicas sociales.
Nosotros creemos que es importante esta medición para formular políticas públicas y para orientar a los gobiernos. Por eso planteamos la necesidad de medir algo más que suele estar ausente en los indicadores habituales.
P.- ¿Qué parámetros son esos?
R.- Nosotros planteamos que podemos entender a las sociedades y su equilibrio a través de los bienes comunes que producen. Por lo tanto, lo que nos interesa realmente capturar son las dinámicas o ese equilibrio en la sociedad que producimos juntos. Los pilares que identificamos para generar dinámicas del bien común son los siguientes:
En primer lugar, la liberad de agencia de las personas, es decir, la libertad que tienen para poder organizarse y lograr los cambios que desean. Después está la gobernanza, porque es importante que la gente pueda identificar problemas comunes, objetivos comunes y trabajar para alcanzarlos. Pero esto requiere de un orden y lo que proponemos es una gobernanza política a través de la cual las personas pueden establecer ciertas reglas y mecanismos para poder lograrlo. La tercera dimensión que identificamos es la justicia: los comunes que producimos deben estar distribuidos de una manera justa, tanto en su disfrute como en su creación. Una cuarta es la estabilidad, no referida tanto a permanencia en el tiempo, sino a la posibilidad de transmitir una dignidad de vida a las personas. Y un último eje normativo, el norte hacia el que debemos dirigirnos, es la humanidad, aquello a lo que debemos aspirar como sociedad, poder vivir juntos como seres humanos y poder vivir de manera cordial.
P.- ¿Cómo se puede medir el bien común en sociedades y circunstancias diferentes? Primáis el común por encima del bien. En una sociedad donde todos son iguales, no se permite el progreso. ¿No es, en el fondo, un postulado comunista?
R.- Creo que estos indicadores son bastante generales, se pueden aplicar en diferentes contextos porque las preguntas van en relación a cómo la gente se relaciona una con otra. Esta interacción social es importante y es parte de nuestra vida y nuestra condición humana. Por lo tanto, me parece que se puede adaptar a cualquier tipo de sociedad.
Ahora bien, nosotros priorizamos, dentro del bien común, parte de lo común, pero con esto no nos referimos a que tengamos todos lo mismo o a que tengamos siempre la misma valoración de las cosas. No es una homogenización de la sociedad. Más bien, lo común es aquello de lo cual nosotros nos beneficiamos para poder vivir en comunidad con los demás. Por ejemplo, podemos pensar en las instituciones que compartimos, el Estado de Derecho, la solidaridad, la cooperación… y ponemos énfasis en lo común como aquellas cosas que nos permiten vivir en sociedad, pero no en los resultados. Por lo tanto, esto no tiene que implicar en absoluto alcanzar algún tipo de distopía comunista. Tratamos de ofrecer un modelo diferente al violento mercado capitalista o al comunismo, se trata de lograr algo social y común.
P.- ¿Cómo se equilibra lo común con ese respeto a la libertad individual que en Europa mana de la Ilustración?
R.- Es importante que lo común sean aquellas cosas que nos permiten vivir en conjunto, pero respetando siempre la individualidad y la libertad individual. Por eso decimos que el bien común es el poder lograr esa conciliación entre el interés individual con el interés común, y damos prioridad a los procesos que podemos lograr para generar la libertad de todas las personas, pero entendiendo a la persona en sociedad. En el modelo de la Ilustración se entiende a la persona de un modo individualista, un individuo que carece de relaciones sociales o una comunidad con la que compartir su vida. Con nuestra propuesta queremos mostrar que hay comunes que todos necesitamos para vivir y que debemos cuidarlos. Y yo creo que la sociedad actual cada vez lo está reconociendo más por sucesos lamentables como la Covid-19, el cambio climático o la guerra. También podemos entendernos como interdependientes que compartimos muchas cosas y que debemos ser capaces de ponernos de acuerdo sobre cuál es ese equilibrio entre la libertad del individuo y los comunes que queremos lograr.
P.- Habéis llevado vuestra medición a varios municipios, ¿qué os habéis encontrado?, ¿cuáles han sido los resultados obtenidos?
R.- Hemos aplicado esta métrica en dos comunidades: en el municipio de San Andrés Cholula y en el municipio de Atlixco, ambos en México. Uno es más rural, el otro es urbano. Antes de ver los resultados, el mero proceso ya ha sido algo que la gente valora porque se les ha preguntado por cosas que antes no se habían tenido en cuenta. En segundo lugar, para nosotros ha sido muy interesante porque ha desvelado muchas de estas prácticas comunes que forman parte de la vida diaria de las personas y que nos permiten identificar en qué procesos se está fallando y en cuáles vamos bien. Y al final de cuentas, esta propuesta lo que trata de hacer es recuperar la vida de la gente en comunidad, poner a esa comunidad en el centro y, desde el respeto a sus valores, redes y prácticas sociales, trabajar en un progreso que avance hacia lo que ellos valoran como bien común.
P.- ¿Cuál sería el modelo de sociedad ideal para el Instituto Promotor del Bien Común?
R.- Yo creo que hablar de un modelo de sociedad ideal va en contra de esta tensión que nosotros queremos capturar, porque el bien común no es un ideal en el que todos estemos de acuerdo siempre, más bien es un conflicto y una pluralidad de circunstancias que puede ayudar a enraizar estas ideas de progreso que cada una de las sociedades pueda tener. Aun así, si pensamos en algo ideal estaríamos ante una situación en la que la gente tome el control de lo que quiere lograr. Debe ser un modelo participativo, donde podamos entablar un diálogo, conciliar conflictos y entenderlo como un proceso dialéctico a través del cual se van logrando mejoras teniendo presentes las cinco dimensiones de las que ya hablamos: agencia, gobernanza, estabilidad, justicia y humanidad. Esto es lo que promueve un cambio sostenible y hacia el bien común.