Elia Martínez es especialista en Medicina Interna y Oncología Médica y Máster en Cuidados Paliativos. Trabaja en la Unidad de Tumores Digestivos, Cabeza y Cuello y Neuroendocrinos del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario de Fuenlabrada, en Madrid, y es, además, vicepresidenta de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL). Considera la bioética totalmente imprescindible para todos los sanitarios porque da una visión integral del paciente como persona. Elia es una de las profesoras del V Curso de Bioética y Oncología de la Fundación Pablo VI, cuya matrícula está abierta hasta el 5 de octubre.
P.- Tratas a pacientes con una enfermedad muy dura: cáncer ¿es imprescindible apoyarse en la bioética en el día a día del hospital?
R.- Sí, es completamente imprescindible. Por varias razones: por el perfil del paciente oncológico y por la cantidad de toma de decisiones que tenemos que llevar a cabo todos los días. Estamos asistiendo a muchísimos avances en el campo de la oncología que comportan un espectro muy amplio de elecciones en cuanto a los tratamientos, que no siempre los pacientes pueden recibir porque implica toxicidades o pérdida de calidad de vida y muchos aspectos que hay que sopesar desde una perspectiva más humanista, teniendo en cuenta a cada paciente.
P.- Eres Máster en cuidados paliativos, un término que impone porque se relaciona sólo con enfermos terminales. ¿Cuál es la realidad de los paliativos?
R.- Es una realidad muy presente en la mayoría de nuestros pacientes, puesto que las terapias que utilizamos con poca frecuencia tienen intención curativa. Normalmente es más una intención paliativa. Los cuidados paliativos, de lo que se encargan es de dar todo el soporte para que el paciente tenga estabilidad en cuanto a los síntomas clínicos, emocionales y espirituales, en cuanto a la atención social, al apoyo a la familia... Lo que hace es crear un colchón que acompaña al paciente para que sobrelleve la enfermedad incurable de la mejor manera posible.
P.- En España todavía no hay una especialidad médica de cuidados paliativos, ¿qué es lo que lo impide?
R.- Es sorprendente ¿verdad? que no exista especialidad médica ni ley de cuidados paliativos. Bueno, la limitación ha venido dada por las políticas que se han llevado a cabo en este país. Se ha reclamado a lo largo de décadas por parte de la SECPAL y de otro tipo de organismos, pero no se ha conseguido. Las razones son estrictamente políticas, no hay otras. La sociedad lo ha demandado constantemente y nosotros, los profesionales, también.
Es sorprendente que no exista una especialidad médica ni ley de cuidados paliativos. La sociedad y los profesionales lo hemos demandado constantemente. Las razones son estrictamente políticas
P.- Al no haber especialidad ¿quiénes son los médicos que atienden las unidades de paliativos?
R.- Como no hay especialidad, somos médicos que tenemos otras especialidades, que nos dedicamos a formarnos específicamente, bien por vía máster universitario, cursos o rotaciones específicas en centros de cuidados paliativos y que queremos dedicarnos a ese tipo de pacientes. Adquirimos formación de manera voluntaria.
P.- ¿Cómo se plantean los cuidados paliativos a un enfermo terminal?
R.- Se aborda con la mayor delicadeza posible, desde la cercanía, desde una relación lo más simpática posible entre el médico o el profesional sanitario y el paciente. Y se aborda tratando de explicar al paciente algo que es obvio y que realmente ellos entienden muchas veces antes de que nosotros lo expliquemos. Y es que el cuidado de los síntomas que presentan no es algo que debe pasar desapercibido. Es algo que es imprescindible, muy importante y es lo que probablemente va a hacer que el final de su vida sea con la máxima calidad. La forma de transmitir esa necesidad de cuidados paliativos al paciente, podríamos resumirla como que es la forma que nosotros tenemos de ofrecerle lo mejor que tenemos para que su enfermedad se sobrelleve de la mejor manera.
P.- ¿La muerte sigue siendo un tema tabú en España?
R.- Hemos mejorado bastante, por ejemplo, el concepto de cuidados paliativos; se puede nombrar sin problema en una consulta de oncología, pero sigue siendo tabú. Y es que, por lo general, la muerte sigue siendo un fracaso. Ayudar a una persona a bien morir no es tan relevante ni tan impactante como llevar a cabo un ensayo clínico que dé buenos resultados en el campo de la investigación. Sin embargo, ayudar a morir es mucho más frecuente. Sigue siendo donde los médicos tenemos un papel mayor.
La muerte sigue considerándose un fracaso. Ayudar a una persona a morir no es tan impactante como el éxito de un ensayo clínico, pero sigue siendo donde los médicos tenemos un papel mayor
P.- En el curso de Bioética y Oncología de la Fundación Pablo VI impartes una sesión llamada Cuidados paliativos en el paciente oncológico ¿se pueden combinar? ¿Qué es lo que abordarás en la sesión?
R.- En las consultas de oncología tenemos un porcentaje muy alto de pacientes cuya enfermedad no se va a poder curar. Instauramos tratamientos oncológicos cuya finalidad va a ser evitar la progresión de la enfermedad, alargar la vida, mejorar la calidad de vida, etcétera. Ese tratamiento oncológico no debe nunca ir sin la compañía de un tratamiento de soporte y de unos cuidados paliativos que deben ser, en un enfermo con una enfermedad incurable, lo más precoces posibles, porque ya está perfectamente demostrado que mejora la calidad de vida, el control de síntomas y el bienestar de los pacientes. Esa interacción entre los cuidados paliativos y la oncología activa, aunque el objetivo sea paliativo, sigue siendo dificultosa de combinar en etapas precoces de la enfermedad. Nosotros lo que estamos tratando es de normalizar esa interacción, de hacer que esa pareja de viaje se desarrolle de una forma natural en los pacientes que no tienen posibilidades de curación. Es uno de los objetivos de los oncólogos de este tiempo, que los pacientes sean capaces cada vez más de mejorar el control sintomático desde etapas más precoces.
P.- ¿Cuál es el objetivo del curso?
R.- La idea es abrir la mente y darnos cuenta de que no son dos actitudes que se excluyan. Podemos hacer un tratamiento activo y a la vez combinar con cuidados paliativos desde el principio, que es lo que se ha visto que mejora en todos los sentidos al paciente. Es crear una perspectiva nueva, crear una nueva cultura que tenemos que generar en las nuevas promociones de oncólogos que van viniendo.
P.- El Comité de bioética anunció hace unos meses que este año se reflexionará sobre los dilemas éticos de la Inteligencia Artificial ¿Cuál crees que son, a tu juicio?
R.- Bueno, yo creo que nuestro trabajo no podrá ser sustituido, de ninguna forma, por la inteligencia artificial. La relación médico paciente nunca va a poder llevarse a cabo de una manera tecnológica porque influyen muchísimos, muchísimos aspectos. No son parámetros, no son constantes, no son un cuestionario de preguntas, hay emociones, hay información no verbal en un acto médico que, bueno, evidentemente, no se va a poder subsanar. Yo creo que la inteligencia artificial puede generar dilemas éticos en el campo de la medicina porque efectivamente, en algunos lugares y en algunas disciplinas puede tener utilidad, pero no va a ser capaz de resolver el trabajo que tenemos que llevar a cabo en el día a día.
P.- ¿Qué otros retos crees que hay ahora mismo en la medicina que son urgentes de resolver?
R.- Todos los relacionados con la medicina paliativa. Porque, en nuestro país, están todos sin cumplir. Y otro reto que me parece urgente es garantizar un tiempo de cantidad y calidad en la atención con los pacientes que es algo que no está garantizado en nuestras consultas habituales y que redunda en una pésima atención a nuestros pacientes. Atender a un paciente de una forma integral, correcta, detenida como merece, no es algo que se pueda hacer en 5 minutos.
P.- ¿Por qué recomendarías la formación en bioética y concretamente, el curso de la Fundación Pablo VI?
R.- Recomendaría la formación en bioética, efectivamente, para cualquier profesional sanitario que atienda a pacientes. La bioética nos aporta una visión integral de la persona que tenemos enfrente, que es fundamental para garantizar un mínimo en su atención y me refiero con esto a que yo recomendaría un curso de bioética a un celador, a un técnico de rayos...a todas las personas que están en contacto con los pacientes porque constantemente vulneramos sus derechos y no respetamos sus decisiones. Nos saltamos algunas de las cosas que para ellos son relevantes y que no tenemos en cuenta simplemente por falta a veces de conocimiento.
Con el curso nos paramos a recapacitar y nos damos cuenta de que bueno, quizás no estemos trabajando con sillas o con sacos de cemento. Estamos trabajando con personas que tienen unas ideas, que tienen una perspectiva vital, que tienen unas preferencias, que tienen una espiritualidad, cantidad de cosas que se nos olvidan. No son números, son pacientes. Y esto a veces nos cuesta recordarlo en medio de la prisa del día.
Laura Negro
Equipo de Comunicación de la Fundación Pablo VI