La Fundación Pablo VI, con una larga tradición en el acompañamiento a opositores aspirantes a los altos cuerpos de la Administración, pone en marcha la Escuela de Oposiciones Herrera Oria, un centro de formación integral para oposiciones, que comenzará preparando a los aspirantes a los cuerpos de la Agencia Tributaria
Cuando desde la Fundación Pablo VI me propusieron formar parte de este ilusionante proyecto, en ningún momento dudé en aceptar.
Dada mi trayectoria vital, pues inicié mi andadura profesional en un mundo completamente ajeno a la Administración pública - estudiando la carrera de Física y consiguiendo mi primer trabajo en el sector privado en el ámbito de la logística – conozco de primera mano las dudas que asaltan al opositor primerizo, especialmente de aquél que, por sus circunstancias económicas o familiares, debe valorar con especial cuidado la decisión de opositar.
La función pública constituye un ascensor social incomparable al estar basado en los criterios de mérito y capacidad. Esto es especialmente cierto en las oposiciones a la Agencia Tributaria, pues al contar con diversos niveles de acceso, permite la incorporación a la función pública de personas con distinto nivel de formación y diferentes recursos económicos.
La Administración pública, por tanto, aporta estabilidad económica y proyección profesional; pero más allá de estas ventajas materiales, que sería improcedente negar, lo cierto es que desempeñar un puesto de trabajo en la Administración Tributaria es una oportunidad para el desarrollo y la realización personal, y ello por dos motivos:
En primer lugar, la enorme variedad de puestos de trabajo permite que la inmensa mayoría de los trabajadores puedan enfocar su carrera en un entorno de constante estímulo intelectual, acorde a sus preferencias. Así, un inspector puede dedicarse, tanto a la gestión corriente de los pequeños contribuyentes, como a inspeccionar a las grandes multinacionales; puede participar en el asesoramiento técnico de proyectos normativos nacionales y europeos; e incluso, puede ejercer labores de revisión externa a la Agencia Tributaria en los Tribunales Económico-Administrativos, contribuyendo a la defensa de los derechos de los ciudadanos.
En segundo lugar, el ejercicio de potestades públicas conlleva una gran responsabilidad: no debe olvidarse que, tras las actas e inspecciones, reclamaciones e informes, se encuentra la ciudadanía, a cuyo servicio nos encontramos. Al fin y al cabo, debe recordarse que, en un Estado democrático y de derecho, es este servicio a la ciudadanía el que legitima la propia existencia de la Administración pública.
Ahora bien, pese a estas ventajas, la función pública en la Administración Tributaria sigue siendo una gran desconocida. Por ello, transcurridos más de seis años desde el inicio de mi andadura en la función pública, asumo con alegría este proyecto con los siguientes retos por delante: por un lado, hacer llegar al máximo número de personas posibles el conocimiento de las funciones que pueden desempeñarse en la Administración Tributaria, así como de sus ventajas y posibilidades; por otro, colaborar a la hora de proporcionar al opositor las herramientas necesarias para su éxito -una preparación integral, acompañada con unos temarios adecuados y unas técnicas de planificación individualizadas a cada estudiante-.
Finalmente, y en concordancia con los valores defendidos por la Fundación Pablo VI, y en particular, los demostrados durante décadas en su gestión de las diversas residencias de opositores, promover que los futuros funcionarios públicos que empiecen su andadura en esta Escuela de Oposiciones Herrera Oria, lo hagan siendo conscientes de la importancia de la ética en el desempeño de su profesión.
Fernando Ezquerro,
Inspector de Hacienda.
Coordinador de la Escuela de Oposiciones Herrera Oria