Los trabajadores de la Fundación celebramos el día de San Pablo VI recordando el carácter abierto y voluntarioso del Pontífice y su labor de cambio y compromiso al frente de la Iglesia. Unos valores que compartimos en nuestra institución.
Se cumplen 55 años de la creación de la Fundación Pablo VI. Hemos madurado no sin haber tenido nuestras dificultades por ser una institución viva. Hay otras que bajo el mismo nombre se anquilosan y conservan el patrimonio, pero no avanzan mucho. Y la esperanza en el futuro es grande.
Es positivo que por encima del día a día de nuestra actividad remontemos la vista hacia atrás no para quedarse ahí sino para tener en la memoria bastantes aspectos que ahora nos ayudan a vivir con cierta tranquilidad y afrontar el futuro con esperanza.
Así era San Pablo VI: un hombre de su tiempo. Abierto a las realidades del arte, de la cultura, muy respetuoso, refinado en el hablar, con una precisión desconcertante. Decía el Cardenal Fernando Sebastián, presidente de nuestra Fundación durante 5 años, en el prólogo del libro de Juan María Laboa sobre Pablo VI: “el Papa era reservado y prudente. Tenía una mente poderosa y una voluntad firme. Sus circunstancias familiares y ministeriales le proporcionaron una amplia cultura y una comprensión profunda del momento cultural y pastoral que tenía que afrontar la Iglesia. Era, en el mejor sentido de la palabra, un hombre moderno”. (Prólogo al libro Pablo VI, España y el Concilio Vaticano II”,PPC,2017)
Escribió Chenu, un sabio dominico, en junio de 1963, con motivo de la muerte de Juan XXIII que los pontífices de la Iglesia marcan fuertemente con sus rasgos personales el gobierno de la comunidad cristiana, el estilo de vida, el ritmo de la marcha.
Nuestro camino tiene algunas cosas de las que comenta Chenu. No se ha trazado con improvisaciones, aunque también hemos notado algún que otro momento de incertidumbre. Tenemos la referencia básica en nuestro caminar con la figura y la aportación de un pontífice que inspiró un cambio notable en la Iglesia Universal en unos momentos en los que España también estaba viviendo quizás uno de los mayores cambios de su historia: incorporarse a la Unión Europea, cambiar la dictadura por la democracia, una trasformación social ultrarrápida y profunda.
Este dinamismo de cambio y de compromiso con las nuevas circunstancias sociales ha sido uno de los signos distintivos de esta Fundación: cuando todavía estaba planteándose la implantación de los estudios de informática en los años 80, en los planes de educación superior, ya estaba la Fundación ofreciendo el TIF, técnicos en informática, en colaboración estrecha con las empresas y sus necesidades tecnológicas.
Cuando el cambio social era una realidad en la España de la naciente democracia de los años 70 y 80, ya había organizado Ángel Herrera y sus colaboradores, estando Franco todavía vigente o bien su herencia, la Facultad de Ciencias Sociales, importantísima para aportar profesionales que dirigieran el cambio social. No sólo técnicos, también políticos y dirigentes de la administración, que a través del Colegio Mayor Pío XII, tuvieron un relevante papel en la sociedad española. Ahí está Francisco de la Torre, alcalde de Málaga que tiene 80 años y lleva de alcalde 23 años, y ha renovado su mandato estos días. Ese era el espíritu de San Pablo VI, asumido por Ángel Herrera, espíritu que ha mantenido nuestro día a día a través del tiempo.
Por tanto, no sólo la inspiración, la idea, sobre todo las personas. Todo se hizo fundamentalmente con personas que dejaron huella en la Fundación Pablo VI. Figuras que lideraron: decanos de las facultades, directores generales, sacerdotes que acompañaron, trabajadores y trabajadoras muy significadas y comprometidas. Algunos de ellos son cercanos en el tiempo: Josefina, Felipe, el padre de Azucena, Segundo, Javier, Rosi y Tere, esta última todavía trabajando, entre muchos otros. Todo esto ha sido una herencia muy rica y un modelo de trabajo.
También el compromiso de las personas se manifiesta a través de la resistencia ante las dificultades. En ello tenemos también una referencia en San Pablo VI. A él le llamaron: filocomunista, conservador, misógino…Sin embargo San Pablo VI puso a mujeres destacadas en organismos internacionales, un ejemplo es Pilar Bellosillo a la cual dedicamos el Aula que está en el León XIII. También Pablo VI proclamó como doctoras de la Iglesia a dos eminentes mujeres: Teresa de Ávila y Catalina de Siena. Las mujeres fueron protagonistas en tiempos de San Pablo VI y son protagonistas en la actualidad en la Fundación.
Nuestro trabajo de cada día tiene algunas líneas fundacionales, tanto de San Pablo VI como de Ángel Herrera, que son necesarias mantener:
1º Mostrar nuestra identidad: somos una institución de la Iglesia ejerciendo tareas que algunas veces son de frontera, que incluso podemos despertar una cierta perplejidad en la toma de decisiones.
2º Con un objetivo permanente de actualización y reforma: Somos una institución cuya base ideológica es la doctrina social de la Iglesia. No es fácil mantener el equilibrio en una sociedad polarizada, que demanda adscripción a ideologías, de lucha por el poder en los diversos ámbitos. Sin embargo, nuestra actuación supone trabajar por la educación, quizá una labor con poco reconocimiento a corto plazo, por crear oportunidades, ser solidarios y generosos sin perder la excelencia.
3º Trabajamos para implantar un clima de diálogo en todos los ámbitos de nuestro trabajo: actividades culturales, acercar posturas, apoyar una formación no de extremos sino integradora, no de selectos sino de personas responsables y comprometidas. Es más, con palabras también del Cardenal Fernando Sebastián: “los católicos españoles tenemos que aprender a vivir la vida cristiana y católica en otras condiciones sociales y culturales, en una sociedad pluralista, un poco perdida culturalmente y a veces algo desconfiada y hasta agresiva con nosotros”. (Ob.cit.Prologo a la obra de Juan María Laboa).
Ahora bien, el pensamiento de San Pablo VI sobre el valor del diálogo, lo llevaba al ámbito de trabajar denodadamente para implantarlo en la relación entre la cultura y la fe. El Papa se encontró numerosas veces con universitarios, los acompañaba; se relacionó con profesores de todas las disciplinas. Tal como expresó en el discurso de apertura de la segunda sesión del Concilio Vaticano II, 1963: “La Iglesia mira a los artistas de la cultura humana, los hombres de estudio y de ciencia, los artistas”. Fijémonos en la tarea que tenemos en la Fundación para los próximos años: acoger las nuevas manifestaciones de la cultura y del arte, abrir los espacios para que la doctrina social de la Iglesia llegue a la vida pública.
4º Finalmente, relacionado estrechamente con el diálogo, está el reconocimiento de la libertad y el respeto como valores constituyentes de nuestra institución, tarea no fácil de mantener en un mundo de intereses encontrados.