Raúl Flores: “cuando las instituciones educativas, sanitarias, eclesiales abandonan los pueblos, se van muchas cosas detrás. Seamos tapón”
Enrique Lluch: el mundo rural se vacía “por un paradigma economicista basado en la rentabilidad, la inmediatez y la eficiencia
Ignacio Urquizu: la clave no está tanto en repoblar sino en dar calidad de vida a los que se quedan
El mundo rural es el lugar privilegiado donde contemplamos la obra creadora y, sin embargo, la sangría de población, la falta de recursos y de oportunidades está llevando a su abandono y, por tanto, a un grave deterioro del ecosistema y la calidad de vida de las personas que lo habitan. Sobre esta idea inicial se está trabajando en el Seminario de Ecología Integral que se está celebrando los días 13, 20 y 27 de octubre en la Fundación Pablo VI, organizado por la Comisión de Pastoral Social de la CEE.
La España rural y sus desafíos económicos, sociales y culturales ha sido el primer punto de reflexión de este seminario que está analizando el reto de la España rural para la nueva evangelización y el cuidado de la creación desde 3 perspectivas: la medioambiental, la ética y la espiritual.
Presentado por Mons. Jesús Fernández, presidente de la Subcomisión de Acción Caritativa y Social; Fernando Fuentes, director del Departamento de Ecología Integral de la CEE; y Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI, el seminario ha partido de una idea inicial: que es indiscutible el papel de los pueblos en la conservación de los valores, las tradiciones, el cuidado de las personas y de la Tierra, pero que es imparable la despoblación y el envejecimiento al que se ve sometida la España rural desde que empezó el éxodo, en los años 60.
En esta primera sesión, el coordinador de Estudios de Cáritas y secretario de FOESSA, Raúl Flores puso sobre la mesa unas cifras que constatan una realidad: la riqueza de los territorios de la llamada “España vaciada” es mucha, por ser fuente de recursos alimenticios, de materias primas, por el medio natural, por la interdependencia de las personas y por la conservación de las raíces y tradiciones, pero “es víctima, a la vez, de múltiples pobrezas y desigualdades” que se han visto incrementadas en los últimos años.
Raúl Flores, secretario de FOESSA
Pobrezas provocadas por la falta de nacimientos, por un envejecimiento que desemboca en soledad, por la falta de mujeres (que son las que salen mayoritariamente de los pueblos), por la falta de servicios básicos (hacen falta hasta 20 kilómetros más que en el medio urbano para llegar a un centro de salud o un instituto de secundaria), o por la llamada “brecha digital, una nueva forma de pobreza que frustra proyectos vitales de futuro”, tanto por la falta de acceso a la tecnología, como por la escasa formación o habilidades de una población mayoritariamente de edad avanzada.
¿Y por qué se producen estas pobrezas? Raúl Flores apuntó a una falta de políticas públicas, que “se hacen pensando en las ciudades a pesar de que las personas de los pueblos pagan los mismos impuestos” y porque “se piensa más en la rentabilidad” que en los servicios para unos pocos.
Pero, mucho más difícil que estas pobrezas, “está la desesperanza” derivada de un “relato derrotista de que no se puede hacer nada”. “Ese relato de que la vida allí no es cómoda, de que todo se está muriendo y de que no hay oportunidades de futuro, lastra toda posibilidad de revertir esta situación”.
Por eso, para Flores, es tan importante contribuir a rescatar “los valores positivos del mundo rural y, dentro de la Iglesia, ser fermento de la comunidad y asumir que donde hay algo que está muriendo también hay algo que está naciendo”.
Utilizando el símil del tapón de la bañera del sociólogo Imanol Zubero, el coordinador de Estudios de Cáritas advirtió que “cuando las instituciones educativas, sanitarias, eclesiales abandonan los pueblos, se van muchas cosas detrás: se van servicios, empleos, derechos, etc.” “Seamos, pues, tapón para frenar este desagüe”, concluyó.
Enrique Lluch, economista
Cambiar el paradigma económico
En la misma línea se situó Enrique Lluch, economista y profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia, que apuntó a múltiples factores como causa de la despoblación: la búsqueda de mejores empleos, mayores posibilidades de ocio y consumo, una vida de mayor comodidad, y un entorno donde se puede lograr mejor “un éxito que se mide en relación con los otros”.
Es, en resumen, “el paradigma economicista en el que nos encontramos, basado en la eficiencia”. Un paradigma que lleva a dotar de servicios solo aquellos lugares donde se genera crecimiento y rentabilidad, mientras las zonas rurales se convierten “en territorios vacíos para albergar las grandes explotaciones ganaderas o agrícolas o para recibir a los turistas que buscan la tranquilidad o el ocio que en la ciudad no tienen”.
¿Eso es lo ideal?, se preguntó Lluch. Pues sí, “si seguimos inmersos en esa mentalidad economicista que valora la rapidez, el tener más y el éxito”. Pero eso tiene una consecuencia, que son los “grandes desequilibrios y desigualdades entre personas”, además de que no es sostenible desde el punto de vista medioambiental, puesto que se destruye el valor ecológico y el respeto a las tradiciones que el mundo rural tiene y que son, en palabras del director general de la Fundación Pablo VI, “la piedra angular para una ecología integral”.
En este sentido, concluyó el economista valenciano, se ha perdido una oportunidad con los fondos europeos que iban a ir destinados a la España rural: “iban destinados a hacer un plan de digitalización y desarrollo sostenible en esas zonas, pero no se han utilizado y acabarán destinados a las grandes explotaciones que no fijan población en esas zonas”.
Ignacio Urquizu, alcalde de Alcañiz
La España rural, oportunidades y futuro
La última intervención de la jornada corrió a cargo del sociólogo Ignacio Urquizu, alcalde de la localidad turolense de Alcañiz, que analizó, desde un tono más optimista, las oportunidades que tiene el mundo rural, especialmente a raíz de la pandemia: un patrimonio paisajístico, histórico y un entorno natural incomparable, una gran fuente de energía limpia, espacio para almacenar cosas y ganas “de modernizarse e ir incorporando elementos que nos van a hacer mejores de lo que éramos”. “Quedarse o no en un pueblo depende mucho de la voluntad”, reconoció Urquizu, pero a los que se quedan hay que garantizarles una calidad de vida; y eso es lo que hay que trabajar desde las administraciones, dotando esencialmente de infraestructuras tecnológicas y conectividad “porque eso nos va a permitir posibilidades de desarrollo que antes no teníamos”.
En ese sentido, el alcalde de Alcañiz criticó algunos “debates victimistas que se centran en que somos pocos” y que fomentan un “sentimiento identitario” que llega a cuestionar incluso la propia representatividad de nuestro sistema político.