El presidente de la CEE ha apostado por un diálogo social del que no puede quedar excluida la Iglesia ante los retos del mundo que viene
Manuel Pizarro, presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, ha puesto en valor la Doctrina Social de la Iglesia y sus respuestas ante los interrogantes morales y éticos de la economía de mercado
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Juan José Omella y el presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Manuel Pizarro, han inaugurado el II Congreso Iglesia y Sociedad Democrática de la Fundación Pablo VI, que se celebra los días 9 y 10 de marzo con dos discursos que ofrecen “Dos miradas al mundo que viene”
Poniendo en valor el objetivo de este Congreso, “que hace mucho bien” al sentar en la misma mesa a personas de distintas instituciones y sectores que trabajan para edificar una sociedad “más humana, más justa y fraterna”, el Presidente de la Conferencia Episcopal Española ha querido comenzar su discurso expresando su dolor y pidiendo “una y otra vez perdón”, por los “errores gravísimos” provocados por algunos miembros de la Iglesia. “Es cierto que son una muy pequeña minoría, pero eso no nos excusa", ha subrayado.
Unos errores que ocultan “las virtudes de muchas personas maravillosas e iniciativas impresionantes que benefician profundamente a nuestra sociedad", y quedan ocultas por el “afeo sistemático” de la Iglesia "por parte de algunos medios de comunicación y de diversos agentes sociales y políticos" que no ayuda "a que se conozca el verdadero rostro y misión de la Iglesia".
Una misión que sigue siendo fundamental ante los retos del “mundo que viene” en relación con la sociedad democrática. La Iglesia no puede quedar excluida de un diálogo en el que puede aportar un bagaje de más de 2.000 años de historia “que ha permanecido en permanente reforma y conversión”. Porque el mensaje de Jesucristo es profundamente actual y sobre él se asientan los pilares de Occidente y los derechos humanos.
Pero, lamentablemente, este mensaje se ve hoy atacado por lo que son las “ideologías pujantes del momento” en cuatro puntos: la visión católica del ser humano, la moral sexual, la identidad y la misión de la mujer en la sociedad y la defensa de la familia formada por el matrimonio entre un hombre y una mujer. En este sentido, ha lamentado la “intolerancia y el menosprecio” de algunos hacia la voz de la Iglesia en estos ámbitos "Algunos quieren excluirnos de dicho diálogo, pero ello sería no solo una injusticia, sino especialmente un grave error y una grave pérdida”. “Podemos pensar diferente sin tener que ser atacados”.
Desde el “conocimiento profundo” que la Iglesia tiene del mundo en el que vivimos, Juan José Omella ha recordado que la Iglesia posee una “larga experiencia en materia social y política”, algo que le permite apreciar un sistema democrático “al servicio del ser humano”. Si ese fin se pierde de vista, como sucede en nuestros días, se produce un retroceso y un “escepticismo democrático”. Para frenarlo y revertirlo, el Cardenal ha ofrecido un decálogo por una “sana democracia” basado en la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco.
Principios como la necesidad de “buenas políticas y buenos políticos” que sean enemigos de la corrupción; justicia social, porque no hay democracia sin ella; una economía al servicio de la persona; una participación e implicación de todos los ciudadanos; medios de comunicación libres que no sean controlados por el poder político; que no haya enfrentamiento entre el sector público y el privado y se promueva la cooperación; una democracia que se esfuerza en que sus gentes, aunque manifiesten opiniones distintas, no se vean como enemigos o competidores; una democracia “que descubra el diálogo auténtico y respetuoso”; que se preocupe por sus jóvenes; y que respete los derechos fundamentales, incluido el de la libertad religiosa.
El Arzobispo de Barcelona, Cardenal Juan José Omella, ha querido concluir con las mismas palabras que utilizó el Cardenal Fernando Sebastián en el año 2018: “La sociedad española puede contar con la Iglesia y con los católicos como ciudadanos leales, colaboradores eficientes en la construcción permanente de una sociedad cada vez más humana, más justa y feliz, al servicio del bienestar y la prosperidad de todos los españoles sin distinción y discriminación alguna. Este es nuestro deseo sincero. Este es nuestro compromiso personal e institucional”.
La Doctrina Social de la Iglesia ante un mundo en crisis
La respuesta de Manuel Pizarro, presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, ha estado centrada en la vertiente económica de ese “mundo que viene”. Un “mundo en crisis” en el que se hace más necesario que la voz de la Iglesia llegue “con toda su pureza” a los fieles y “hasta el último rincón del mundo donde se produce una injusticia o sufre el hombre”. Para Pizarro la propuesta de la Doctrina Social de la Iglesia ofrece soluciones para los problemas de los tiempos presentes en muchos ámbitos: el de la economía, la política, etc., pues dan pautas para trabajar por el bien común en todos estos ámbitos.
Poniendo sobre la mesa los conflictos que surgen a la hora de conjugar moral cristiana y economía de mercado, Manuel Pizarro ha puntualizado que “un cristiano no puede asumir la cómoda afirmación de que los mercados son amorales” y que “la falta de exigencias morales lleva al hombre a un uso destructivo de los recursos”. Eso no significa rechazar la libertad económica, pero sí apostar por una economía que vaya encaminada al bien común, siendo consciente de la responsabilidad personal que tiene el hombre, sin escudarse en los medios.
Como ejemplo de este trabajo para por una economía al servicio de la persona Manuel Pizarro ha puesto como ejemplo a Cáritas, una institución “modélica”, donde “se estudia y valora la procedencia de cada euro que se recibe y aquello en lo que se emplea”; y a las cajas de ahorros como la que presidió (fue presidente de Ibercaja), muchas de ellas fundadas por religiosos, aunque, lamentablemente, la politización acabó con muchas de ellas.
Esta politización, junto a la corrupción, es para el economista “el cáncer de los sistemas con economía de mercado”, que no pueden cumplir su función sin la solidaridad ni la confianza recíprocas. “El mercado no puede convertirse en un lugar donde el más fuerte avasalla al más débil”, porque si la riqueza se gestiona mal “puede aumentar también la pobreza”.
Del mismo modo que en el ámbito de la economía, Manuel Pizarro, ha reivindicado la “ejemplaridad” en el ámbito de la política como una exigencia moral fundamental. “No se puede separar la moral pública y la moral privada” y, citando un documento de la Conferencia Episcopal Española a este respecto ha expresado la necesidad de llevar a cabo “una operación de saneamiento y transparencia” en la vida política, poniendo también en el foco en el peligro de las fake news, la cultura la de la cancelación que ahoga al discrepante y unas técnicas logarítmicas que pueden llegar a ser capaces de atentar contra la libertad.
Para concluir, Pizarro ha querido elaborar también su propio decálogo de actuación para estos ámbitos de la vida pública en el mundo que viene, inspirado en el magisterio de San Juan Pablo II: trabajo duro, competencia, orden, honestidad, iniciativa, frugalidad, ahorro, espíritu de servicio, cumplimiento de las promesas y valentía.
Ceremonia inaugural
En la ceremonia inaugural, que comenzó con el saludo de Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI, se contó con un mensaje del Papa Francisco, en una carta leída por el Nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza, en el que ha pedido que la reflexión y el diálogo surgido de este encuentro puedan contribuir a “una sociedad más humana, donde el dinamismo de la paz y la justicia sirva de catalizador en la búsqueda del bien común”.
El Cardenal Carlos Osoro ha participado también con un discurso en el que ha querido poner en valor la voz de la Iglesia en una sociedad plural. "No aspiramos a una suerte de Reconquista, pero tampoco a quedarnos relegados a una oscura sacristía”. En este momento histórico "tenemos valores que aportar, en nuestro ADN va ser portadores de una buena noticia para la humanidad", en todos los contextos, también en esta situación de guerra. "Es el pacífico combate contra toda forma de sufrimiento y justicia la que alinea en el mismo bando a Iglesia y sociedad democrática”.
Por su parte, el director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela, ha destacado la apuesta de la institución por fomentar un diálogo respetuoso entre la Iglesia y una sociedad moderna que no debe centrarse en mirar al pasado con nostalgia sino buscar palancas de cambio y líderes “para un futuro incierto”, con retos cada vez más difíciles. "Estudiar los signos de los tiempos", como pedía el Papa Montini, es "brindar respuestas y ofrecer soluciones, generando un clima propicio que nos ayude a construir un programa actual, siendo respetuoso con las opciones de cada uno".
El momento más emotivo de esta sesión inaugural ha sido el homenaje a las víctimas de la COVID-19, a todos los que han estado en primera línea durante la pandemia y a todos los que trabajan en la “radicalidad del cuidado”, dirigido por José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud San Camilo y Cristina Muñoz, responsable de calidad. En un emotivo texto, acompañado por la música instrumental, ambos han recordado a aquellos que han vivido la medicina “como humilde arte, que ha de llevar también a paliar y no solo intentar curar”, a los que trabajan en el “cuidado incondicional a las personas frágiles” y a aquellos que se comprometen con todo aquello que promueve la paz”.
Una jornada para el diálogo en cinco mesas redondas
El Congreso continúa este jueves con cinco mesas redondas en las que se profundizará en los grandes asuntos que mueven nuestra sociedad democrática: “La nueva economía (y el futuro del trabajo)”, “Tres miradas a una sociedad posmoderna”, “El papel de la educación en el mundo que viene”, “Los retos del mundo global” y “Hacia dónde camina la política”. En ellos participarán personalidades políticas, económicas, del pensamiento, la cultura y la vida religiosa, como el secretario general de la CEE, Mons. Luis Argüello; la ministra de Defensa, Margarita Robles; el presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Manuel Pizarro; el vicepresidente de la CEOE, Lorenzo Amor; el secretario general de UGT, Pepe Álvarez; el obispo de Bilbao, Mons. Joseba Segura; las filósofas Adela Cortina y Amelia Valcárcel; la viróloga Isabel Sola; la misionera Victoria Braquehais; el diputado de VOX Francisco José Contreras; la escritora Ana Iris Simón; el profesor Diego Garrocho; o la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop.