Amelia Valcárcel advierte de que resistirse al populismo no es fácil y que cuando la vida pública pierde la dignidad, “el peor es el que gana”.
Diego Garrocho habla de una generación desesperanzada que ha visto como sus “hermanos mayores” fracasaron con el 15M y su intención de renovar el pacto social.
Ana Iris Simón recuerda a aquellas generaciones que vivieron con una “lógica ascendente” en la que se podían construir una biografía cumpliendo con determinadas recetas
El II Congreso Iglesia y Sociedad Democrática ha dedicado su segunda mesa redonda a posición de la juventud frente a un “mundo posmoderno”. Un diálogo moderado por el periodista Rafa Latorre y con la presencia de Amelia Valcárcel, Catedrática de Filosofía y Letras de la UAM y vicepresidenta del Patronato del Museo del Prado; Ana Iris Simón, periodista y escritora; y Diego Garrocho, vicedecano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM.
La conversación ha desarrollado distintos aspectos de una sociedad que no renuncia a mirar al pasado con cierta nostalgia, que afronta el futuro con importantes incertidumbres y que vive un presente complejo en el que caben un amplio abanico de miradas y opiniones.
Tanto Diego Garrocho como Ana Iris Simón han expuesto una visión del presente que choca con una generación anterior que “a pesar de vivir con peores condiciones” sentían que el sistema conducía a algo. En definitiva, se habla de una “fatiga espiritual”, en palabras del filósofo, que provoca una falta de esperanza respecto al futuro. Amelia Valcárcel ha querido rebajar el tono pesimista de sus intervenciones con una apelación a un mundo que “nunca ha estado más lleno de buenos propósitos” y pidiendo poner en contexto los problemas de los que se hablan en un momento en el que vemos como estalla una guerra en Europa.
Un problema político
El debate sobre el futuro y el presente de los jóvenes no puede dejar de lado situación política. Diego Garrocho habla del “fracaso de los nuevos partidos” y de un movimiento 15M, que muchos consideran un punto de inflexión que no ha logrado sus objetivos. El movimiento indignado no consiguió “renovar el pacto social” y ha provocado que los más jóvenes muestran muy poca esperanza respecto al sistema político y su evolución.
El mundo posmoderno ha visto el ascenso de los populismos. Ana Iris Simón ha puesto de manifiesto que este tipo de formaciones no surgen de forma espontánea y advierte del peligro que supone para la democracia que los demócratas “deleguen el poder”. Amelia Valcárcel ha querido poner el foco en la dificultad que entraña el “resistirse a los populismos” y explica que “cuando la vida pública pierde la dignidad, el peor será el que gana la partida”. Diego Garrocho, mirando al futuro, ha concluido lamentando que “los populismos violentan el consenso” y, ahora que la generación que creció con el 15M ha accedido a espacios de opinión no puede cometer los mismos errores del pasado y, por lo tanto, “tiene que escuchar a los jóvenes”.
La solidez de los vínculos
Otro de los retos a los que se enfrentan las nuevas generaciones es a la “gasificación”, en palabras de Simón, de las relaciones. La alineación mediática entre vínculos fuertes y sometimiento ha llevado a cargar contra instituciones como la familia. La escritora critica que, como ocurre con otros ejemplos como la Iglesia o el Estado, los errores humanos de algunos de sus miembros provocan un “emborronamiento de su idea”. Garrocho ha llevado el análisis de la familia al terreno de los intereses. En su opinión, “desactivar la familia es una forma de convertir a los ciudadanos en no vindicantes” y ha cerrado asegurando que el capitalismo salvaje “nos ha hecho despreciar aquello que nos está quitando porque no nos lo podemos permitir”.
En esa misma línea, Valcárcel pone de manifiesto que hoy en día no se puede mantener un hogar con un solo sueldo, algo “duro” y Ana Iris Simón señala a quienes “dicen defender la familia, pero no la apoyan con medidas concretas”.