Las fotografías a las que se refiere Francisco muestran la barbarie del genocidio del pueblo armenio en 1915: Fosas comunes, cuerpos consumidos, miradas que han perdido toda esperanza…Francisco A. Zurian Hernández es director de la Cátedra Extraordinaria de Estudios Armenios de la Universidad Complutense de Madrid y descendiente de armenios. Su abuelo llegó muy joven a España huyendo del genocidio. Su historia familiar se pierde en el silencio y la tragedia.
Francisco fue uno de los invitados al acto de Memoria del Genocidio Armenio celebrado en la Fundación Pablo VI el 4 de mayo. Reflexionó sobre la importancia de celebrar actos conmemorativos para que el recuerdo de tan terribles acontecimientos siga vivo 108 años después. “Muchas personas que sobrevivieron a la matanza silenciaron su terrible historia para que sus descendientes pudieran vivir en paz. El silencio que lleva al olvido es peor que la muerte”, aseguró visiblemente emocionado.
Ricardo Ruiz de la Serna, profesor de Historia del Mundo actual de la Universidad CEU-San Pablo y autor del libro "El genocidio armenio", dio algunos datos. Más de 1 millón y medio de personas fueron exterminadas durante el genocidio. Fue un intento de destrucción de una cultura entera, en su propio territorio, por parte del Imperio Otomano, que acabó con la vida cultural, económica y social del primer pueblo en convertirse al cristianismo. Según Ruiz de la Serna, las víctimas son incontables. “Cuando se habla de un genocidio la lista es interminable porque hay que contar con los que no nacieron, los condenados a ser una minoría, los convertidos forzosos a una religión que no era la suya y los sometidos a la esclavitud”.
“Cuando se habla de un genocidio, la lista de víctimas es interminable porque hay que contar a lo que no nacieron”
El recuerdo y los actos conmemorativos al pueblo armenio, como el celebrado en la Fundación Pablo VI, son importantes, pero también el reconocimiento público como genocidio a nivel internacional. Esteban Ibarra, presidente del Movimiento Contra la Intolerancia, denunciaba durante su intervención que “hay muchos países que no lo reconocen” algo que, aseguraba, “me llena de ira”. El Embajador de la República Armenia en España, Sos Avestisyan, también subrayó la importancia del reconocimiento de la barbarie como una forma de evitar que vuelva a repetirse y, en el caso concreto de Armenia, con un fin último. “El objetivo es que Turquía reconozca el genocidio armenio”.
Las palabras de todos los invitados estuvieron llenas de muestras de solidaridad. Mayte Rodríguez, directora ejecutiva del Instituto de Estudios Judeocristianos hacía hincapié en que “este pueblo fue, no sólo aniquilado, sino obligado a abandonar la tierra en la que había vivido”.
Covadonga de Mata Pastrana, presidenta de la Comisión Diocesana Justicia y Paz hizo referencia a la encíclica Fratelli Tutti, “amar a un opresor no es consentir que siga siendo así. El perdón no significa impunidad, sino justicia y memoria. No hay que olvidar los errores ni las masacres étnicas”.
Amara Montoya Gabarri, coordinadora Fundación Instituto de Cultura Gitana, explicó que “somos cristianos activistas, que creemos en los derechos humanos y que, por ello, hoy más que nunca, somos vuestros hermanos porque durante el genocidio hubo también muchos gitanos”.
Maxo Benadal, secretario general de la FCJE, “Los judíos siempre estamos al lado del pueblo que sufre y se les impone el sufrimiento. El idioma universal es el de las lágrimas”.
“Los judíos siempre estamos al lado del pueblo que sufre. El idioma universal es el de las lágrimas”
El director general de la Fundación Pablo VI, Jesús Avezuela fue el encargado de presentar el acto junto a Alfredo Hidalgo Lavié, profesor de la Facultad de Derecho de la UNED y coordinador del evento.
Hidalgo Lavié aseguró que “todos compartimos un sentimiento común, la necesidad de no olvidar y la obligación moral de recordar los terribles acontecimientos que se sucedieron hace 108 años”.
Por su parte, Jesús Avezuela subrayó en sus palabras que la Fundación Pablo VI viene apostando desde su origen por un diálogo ecuménico impulsado, entre otros, por el Papa Pablo VI, “un Papa que apostó por la paz y por el diálogo con la cultura, la política y la sociedad y que son eje estratégico de toda la actividad de la Fundación Pablo VI”. Y añadía que “es un honor acoger a la embajada en este acto de conmemoración y recuerdo”.