“Si somos capaces de generar ese cambio en la Iglesia, de estar convencidos de que tenemos que cambiar ciertas cosas, sobre todo el lenguaje y la presencia, parar generar otra forma de comunión, habremos avanzado mucho”. Estas eran las palabras con las que Cristina Inogés, teóloga, terminaba su ponencia “Claves de una teología de comunión” dentro del XVIII Curso de Doctrina Social de la Iglesia celebrado en la Fundación Pablo VI.
Una reflexión que resumía la esencia de sus palabras, en las que dejó claro la importancia de un cambio en la Iglesia para que se de esa comunión tan anhelada. Y, por extensión, se de también una común unión en la sociedad tan polarizada en la que vivimos. “En la Iglesia, en este momento no nos escuchamos, no dialogamos, estamos en puntos casi irreconciliables”, reflexionó Inogés durante su charla. “Hay que recuperar la ilusión. Necesitamos volvernos a enamorar en la Iglesia sin autoritarismos”, puntualizó.
La comunión se hace realidad a partir de la escucha y el diálogo. Y con esta actitud de escucha es con la que el cristiano tiene que presentarse y estar, no sólo en su comunidad cristiana, sino también en el mundo, porque su misión está “fuera de los muros de los templos”. Como ya hiciera Jesús cuyos encuentros eran siempre fuera. “Jesús va creando una comunidad en una sociedad en lo que lo normal era excluir”, aseguraba.
Cristina Inogés aludió a dos factores que corroboran esta necesidad de salir. El primero es que “cada vez hay más cristianos fuera de los templos que dentro, porque no encuentran su lugar en la Iglesia”. El segundo es que hay “personas que creen sin saber que creen” y que es difícil que se acerquen a la Iglesia porque “les crea aversión”. En este sentido, la teóloga afirmó que muchas de estas personas han encontrado una vía para acercarse a la Iglesia: el papa Francisco y su cambio en el lenguaje. Puso un ejemplo de un joven con el que comenzó a hablar por casualidad en un tren y que se declaraba ateo, pero que había descubierto las palabras de Francisco a través de un artículo publicado en un periódico. “¡Qué gran tipo es Francisco!”, le dijo con entusiasmo al descubrir que era teóloga. “Hay personas que necesitan encontrarse con una realidad eclesial mucho más acogedora, paciente, que acoja y escuche, que no juzgue, que no lleve un discurso aprendido”, aseguró. “Si pones el Evangelio por delante, la gente suele encontrar lo que busca”.
Para conseguir esta auténtica teología de la comunión es necesario acabar con la resistencia al cambio que hay dentro de la Iglesia y formar en consecuencia a los seminaristas, los futuros sacerdotes. “Si la formación en los seminarios no cambia, no cambiará nada”, aseguró.