14/01/2025
Foro de Encuentros Interdisciplinares con la presencia de Paolo Benanti.
Mons. Crociata: “Luchar contra una secularización invasiva sería muy pretencioso para la Iglesia.”
Monseñor Crociata: “El problema radica en la capacidad de las Iglesias cristianas para contrarrestar los efectos del debilitamiento de ideales y valores que la actual cultura dominante produce en el exterior y también entre sus fieles”
Tomas Halik: “La cultura secular es un producto del cristianismo”.
Manuel Barrios: “La respuesta de la Iglesia a este proceso de secularización debe de ser una nueva forma de proponer el mensaje cristiano e inculturarlo en una sociedad postcristiana”.
Alfredo Abad: “La credibilidad del diálogo de las distintas iglesias cristianas con las instituciones europeas pasa por que se haga desde una posición conjunta”
La cuarta mesa de la sesión estuvo moderada por Rafael Vázquez, director del Secretariado para las Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, y contó con la ponencia de Mons. Mariano Crociata, presidente de COMECE y los comentarios de Tomas Halik, profesor en la Universidad Carolina de Praga, Manuel Barrios, secretario general de COMECE y Alfredo Abad, presidente de la Iglesia Evangélica Española.
Monseñor Crociata fue el primero en intervenir. Los cristianos han sido desde siempre partícipes de la aventura europea. Pero lo que en principio era un tejido fuerte en el que las iglesias tenían un papel importante, ha ido decayendo. La relación entra la iglesia y la sociedad ha cambiado mucho sobre todo desde que la Unión Europea nació. Tenemos una historia que ha ido teniendo una larga salida de la cristiandad, para llegar a una separación entre la política y la religión. Indicando así un primer signo de la secularización. La religión ya no tiene ninguna influencia en otros sectores, cada uno es independiente: la ciencia, la política etc...antes tener fe era algo natural y ahora en el mundo lo natural es no creer. El hecho obvio es no tener una fe. La secularización no es el final de la religión si no que su profundo cambio en un mundo que a su vez ha cambiado profundamente. Esto significa que el cristianismo cada vez se convertirá más en una religión elegida. Lo positivo es que es una elección madura y pensada. Tenemos una situación muy diferenciada y hay gente que practica pero que se dan al consumo y al capitalismo y luego hay otras personas que llevan una inquietud de espiritualidad y se han alejado de las instituciones de la iglesia.
Luchar contra una secularización invasiva sería muy pretencioso para la Iglesia. Hay una analogía entre la UE y las iglesias cristianas, esto debería llevarnos a entender que las dos entidades necesitan reconocer y elegir ayudarse con mayor calor que hasta ahora. Deberían terminar el momento de los recelos por ambas partes. “Muchos de los valores que hay en la carta de la UE tienen correspondencia en los cristianos”. Si bien el cristianismo ya no es prevaleciente en las sociedades europeas no podemos negar que el patrimonio cristiano sigue estando.
Monseñor Crociata afirma que “las iglesias cristianas intentan hacer oír su voz”. ¿Hasta qué punto este esfuerzo es eficaz? El aspecto más delicado es la diferencia “entre las aportaciones formales de los diversos organismos eclesiales y el sentimiento que la masa de los fieles consigue elaborar y expresar”.
Para Monseñor Crociata la secularización es un tema “muy controvertido”. “Las instituciones religiosas ya no pueden pretender desempañar un papel en el espacio público”, asegura. “No están en condiciones de responder a la secularización, y mucho menos de anularla”.
Si las Iglesias cristianas tiene que dar una señal es la de “formar y animar las conciencias de sus fieles” para conducirles a una reflexión. Sin embargo, “el problema radica en la capacidad de las Iglesias cristianas para contrarrestar los efectos del debilitamiento de ideales y valores que la actual cultura dominante produce en el exterior y también entre sus fieles”.
A continuación, Tomas Halik definió la cultura secular como un producto del cristianismo, como una herejía o como un “hijo no deseado de la Iglesia, un hijo rebelde y emancipador” para, a continuación, preguntarse por la capacidad de convivencia que tendrá el cristianismo maduro del futuro con la cultura secular, si será capaz de tener una relación desde la perspectiva del “padre sabio y generoso”.
Halik afirma que la compatibilidad entre cristianismo y laicidad también se puede ver desde otro ángulo: la cultura europea moderna consiste en un cierto sincretismo entre cristianismo y secularidad, un humanismo secular. “La cultura europea se ha caracterizado por la fusión de la fe cristiana con la filosofía griega y el sistema jurídico romano”. Por tanto, según Charles Taylor ha demostrado, no se puede implantar el cristianismo en la cultura moderna porque ya está profundamente impregnada del cristianismo. “Aunque no pueda llamarse cristiana sin reservas”. Taylor afirma que lo “no cristiano” de la cultura moderna no es neutro o abierto al cristianismo, sino que a menudo es sistemáticamente anticristiano.
Tomas Halik concluye que “los componentes cristiano y laico de la cultura europea nunca podrán fusionarse plenamente” pero “comparto con el Papa Benedicto la convicción de la necesidad de su compatibilidad dinámica”. “El humanismo secular y el cristianismo se necesitan mutuamente como correctivo a la unilateralidad”. Esta postura ha sido adoptada en la Iglesia católica por el Papa Benedicto y también por Juan Pablo II, que en su encíclica “Fides el ratio” dice que “la creencia sin la razón es peligrosa, y la racionalidad sin los valores éticos y espirituales que se derivan de la creencia es también unilateral, y por tanto, peligrosa”.
Tomas Halik va más allá y explica por qué al cristianismo le interesa defender el carácter laico del componente secular de la cultura europea. Sin el legado de la Ilustración y del secularismo actual, la fe cristiana se convierte en una ideología política y en un instrumento de guerras culturales, como actualmente se puede ver en el ejemplo de muchos nostálgicos de la “Christianitas medieval”. Por otra parte, si el componente cristiano desapareciera de la cultura europea, se volvería una cultura pseudoreligiosa (y no atea) en un sentido no cristiano. “La verdadera naturaleza de la cultura europea reside en la compatibilidad del “laicismo” y el cristianismo”.
La secularización constituye una oportunidad para comprender la identidad cristiana de una forma más profunda, ofreciendo un conocimiento más profundo en el mensaje profético de la iglesia cristiana.
Manuel Barrios quiso abordar el tema desde los tres puntos tratados por Monseñor Crociata y Tomas Halik.
La integración europea tuvo un fuerte impulso hace 70 años y cobra aún más sentido en el contexto actual de “tanta incertidumbre y tensiones en nuestro continente”. “Como cristianos pensamos que lo padres fundadores de la Unión Europea a la hora de plantear este proyecto fueron inspirados por su cultura cristiana y por su fe”.
La secularización es un fenómeno complejo que se puede interpretar de muchas maneras. Entre sus aspectos positivos está “la necesaria autonomía de lo civil respecto a las Iglesias y el ámbito religioso”. Entre lo negativo, está “la pérdida de trascendencia, incluso en el ámbito moral y del eclipse de Dios en nuestras sociedades”.
La respuesta a este proceso de secularización puede ser visto como “un modo nuevo de vivir el cristianismo en una sociedad pluralista. En opinión de Manuel Barrios, “la respuesta de la Iglesia a este proceso de secularización debe de ser una nueva forma de proponer el mensaje cristiano e inculturarlo en una sociedad postcristiana”.
Alfredo Abad comenzó su intervención recordando que el motor de la ue fueron aquellas madres y abuelas europeas que cruzaban las fronteras para perdonar a los asesinos de sus hijos. Ya en la actualidad, reseño que hablamos del problema de la secularización cuando a veces el problema somos nosotros. “A la hora de hablar de los conflictos actuales lo hacemos en clave de religiones”. Estamos en el lado de lo que puede construir Europa pero también de lo que puede deconstruir.
La falta de una constitución europea nos sigue lastrando porque no hemos tenido la participación de las iglesias más allá de algunos artículos de la ue. ¿Por qué no tenemos las iglesias europeas más estructuradas nuestra presencia en Europa? “La credibilidad del diálogo de las iglesias con las instituciones europeas deben hacerse desde una posición conjunta”, afirmó Abad. Donde nosotros podemos construir Europa es a través de la trasmisión de los valores de la religión a los fieles”. “Es muy relevante que sigamos presentes para que no se degrade la democracia de la UE”