La última sesión de la jornada ha sido un debate, moderado por la corresponsal de la cadena COPE en Bruselas, Paloma García Ovejero, para responder a la pregunta sobre si existe una conciencia del ciudadano europeo, 70 años después de su fundación, en la antesala de unas elecciones decisivas para el futuro de la Unión Europea.
Dos grandes conocedores de esta realidad, Herman van Rompuy, expresidente del Consejo Europeo; y Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea, han abordado, en sendas intervenciones, el concepto y el valor de la solidaridad y la participación europeas hoy, en un contexto de profundo malestar, de desconfianza y de individualismo. “Existe una crisis permanente desde la crisis financiera de 2008 que ha exacerbado esta desconfianza”, arrancó Van Rompuy. “Hay que tomar conciencia de que las recetas del pasado ya no funcionan y que uno no se puede esconder tras una tradición”. Porque ahora hay otros retos, el del nacionalismo, el invento de los estados nación y una crisis económica que es también moral, generada por nuevas formas de injusticia. Por eso, explica, “es más necesario que nunca ese pensamiento social cristiano” alejado de la individualidad y del mirar hacia dentro. “Necesitamos menos individuos y más personas, más ciudadanos reales conectados con los demás”.
Por su parte, Romano Prodi, quien estuviera al frente de la Comisión Europea entre 1999 y 2004, ha puesto en valor el papel mediador de la Unión Europea para lograr la paz en el mundo. Es aquí “donde el resto de países nos respetan”, ha dicho. Por eso ha reclamado la necesidad de transmitir a la población la idea de que juntos somos importantes, y que la ruptura, como ocurrió con el Brexit, solo supone el aislamiento.
En este sentido, a la pregunta de la moderadora sobre si somos capaces hoy de sentirnos más comunidad, Victoria Martín de la Torre, asesora en el Parlamento Europeo, ha hablado de las diferencias que existen sobre este concepto en cada generación. “La comunidad nos da la pista sobre cómo tenemos que avanzar hacia ese destino final y de pertenencia. Nos da derechos y obligaciones, lo que implica empujar en sentido positivo. No somos conscientes de que Europa no se hace sola, sino que se va construyendo con la participación de los ciudadanos. Tenemos que elegir qué rumbo queremos que tome y esto no es una cosa ya predefinida”.
Y ¿existe una conciencia europea? ¿Hay conciencia de pertenecer a la Unión Europea más allá de la concatenación de crisis sucesivas? El eurodiputado Iñigo Méndez de Vigo, que fue eurodiputado hasta el año 2004, cree no existiría Europa si no fuera por la conciencia de los ciudadanos. Y es precisamente la capacidad de responder a las crisis lo que hace Europa esencial. “Para nosotros es como el aire que respiramos y está en nuestra cotidianeidad de tal manera que apenas nos damos cuenta”. Pero hay que “hacer pedagogía” para no acabar echando siempre la culpa a Europa de lo que ocurre.
Otras de las cuestiones a las que ha apuntado la moderadora son hacia aquellas que ponen en jaque algunos de los valores del humanismo cristiano en Europa: el debate sobre el acceso al aborto como derecho fundamental, las voces que apremian a crear un fondo europeo de defensa, y el paso de 27 a 36 estados… Entre estas cuestiones el profesor Julio Martínez ha querido pararse muy especialmente en la cuestión referida al aborto y la decisión de incluirla en la carta de derechos de la Unión. “En el momento en que no se ponga en la dignidad humana el fundamento acabamos convirtiendo los derechos en armas subjetivas y aquí lo que estamos poniendo en segundo plano claramente es el valor de la vida. Aunque sea difícil poner de acuerdo a los 27 estados miembros, lo que se está viviendo es una huida hacia adelante ante la dificultad de responder a retos de la época que vivimos”.
Adrian Pabst, Subdirector del National Institute of Economic and Social Research, de Reino Unido ha apuntado, por su parte, a otros planteamientos y reflexiones: cómo hacer gobiernos representativos a todos los niveles, cómo participar desde el asociacionismo, etc. “Creo que aquí se puede mejorar, hay un margen de mejora para aumentar la acción colectiva y la utilidad colectiva, distinguiendo lo que es el bien común desde el punto de vista cristiano y el interés general”, combatiendo el populismo y el tecnocentrismo.
Para finalizar, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy ha alentado a seguir defendiendo también los valores que hacen de Europa un lugar diverso. “No somos una Europa colonial, pero tenemos unos valores y eso ha de basar nuestra lucha”