Cada vez son más los que abogan por el cambio de un modelo económico de acumulación de riqueza, a otro más sostenible y eficiente, donde el capital no esté concentrado en unas pocas multinacionales basadas en un sistema de producción y distribución a bajo coste. La revolución del low cost y la economía digital surgida a raíz de la crisis del 2008, han normalizado un sistema que no sólo genera pérdida de calidad y de servicio, sino que supone en gran coste laboral y personal. Porque para bajar precios hay que reducir costes y el más sencillo es el laboral, recortando sueldos, primero, y plantilla, después. En el último año, compañías aéreas como Ryanair, incapaces de hacer frente al alto precio del combustible, están sufriendo de lleno la muestra de que este low cost es un fracaso a largo plazo que fomenta una economía del precariado. Sectores como el textil, el de la telefonía, la banca, o los transportes están viéndose profundamente afectados por este modelo de economía a bajo coste, con el que es imposible competir en modos de producción y costes. Frente a ello, existen quienes defienden que es posible un cambio hacia una economía más sostenible o solidaria, que tenga como base el Bien Común. El Catedrático de Organización de Empresas Joan Ramón López Sanchis, dirige la Cátedra de Economía del Bien Común en la Universitat de Valencia. Él ha sido uno de los participantes del Curso de verano sobre “La economía civil. Una economía al servicio de las personas” que ha tenido lugar los días 4 y 5 de septiembre en la Fundación Pablo VI.
1.- ¿Qué se entiende por Economía del Bien Común?
La Economía del Bien Común (EBC) es un modelo económico que tiene por objeto poner la Economía al servicio de las personas a través de los valores éticos y humanos. Pretende substituir el afán de lucro por el bien común o interés general, y la competencia por la cooperación, de manera que el fin último de la economía sea la mejora de la calidad de vida y el bienestar de las personas, y no el crecimiento.
2.- ¿Está el sistema económico actual orientado a esa consecución del bien común o todo lo contrario?
El sistema económico actual no está orientado a la consecución del bien común, sino que se centra en el interés particular e individual, primando el beneficio de unos pocos sobre la mayoría. El poder de mercado ejercido por las grandes empresas y las multinacionales, que imponen sus criterios frente a los de la mayoría de la población provoca fuertes desigualdades, mayor pobreza y exclusión social.
3.- Cuando se plantea la necesidad de cambiar el modelo económico para hacerlo más responsable, sostenible, menos orientado al lucro y la competencia y más al bien común o la cooperación, inmediatamente surgen quienes tachan estos postulados de antisistema o de ir contra el progreso. ¿Son estos modelos incompatibles con la rentabilidad económica o la viabilidad empresarial?
Los modelos económicos sostenibles no son incompatibles con la rentabilidad económica ni con la viabilidad empresarial, sino todo lo contrario. Lo que hacen es compatibilizar la creación de valor económico y financiero con los valores sociales y ambientales. Estos tres tipos de valores o dimensiones (económica, social y ambiental) y su interrelación son la clave de la sostenibilidad. Que una empresa cree valor social y ambiental no es incompatible con crear valor económico; más bien al contrario, la creación de valor social y ambiental incrementa el valor económico de las empresas. El modelo de la Economía del Bien Común no es contrario al beneficio económico; apuesta por él a la vez que se garantizan los valores sociales y ambientales y la ética en las empresas.
4.- ¿Cuáles serían las principales líneas de actuación en una empresa guiada por el bien común? ¿Podría ponerme algún ejemplo?
Las empresas del bien común han de basar sus líneas de actuación en la aplicación del Balance del Bien Común, a través del cual se puede cuantificar su contribución a este bien común. Este balance utiliza una Matriz (la Matriz del Bien Común), compuesta de cuatro valores básicos: dignidad humana, solidaridad y justicia social, sostenibilidad ecológica, y transparencia y participación democrática. Estos valores han de guiar la actuación de las empresas, en relación con los 5 cinco tipos diferentes de stakeholders o grupos de interés: proveedores, propietarios y financiadores, personas trabajadoras, clientes y entorno social. Y se traduce en acciones como el fomento de la contratación estable sobre la temporal; la apuesta por la igualdad de género, la equidad salarial y la contratación de personas con diversidad funcional; trabajar con proveedores locales; facilitar la participación de los clientes en las decisiones que les afectan directamente; favorecer la participación y el trabajo en equipo de las personas empleadas o reducir las emisiones de CO2 y la huella ecológica.
5.- Aunque cada vez la sociedad va tomando mayor conciencia de la necesidad de que las empresas y la actividad económica esté dotada de unos códigos éticos y comprometida socialmente, el modo de consumo sigue siendo compulsivo y agresivo (por internet, masivo y a muy bajo coste) obligando a los empresarios a ajustar sus modelos de producción a ese modo de consumo. ¿Cómo se concilia eso? Porque en ocasiones, mantener unas determinadas “autoexigencias” éticas y unas condiciones salariales y laborales lleva a las empresas a su propio suicidio.
Aplicar criterios éticos y humanos en las empresas puede reducir su capacidad competitiva si no va unido a un cambio de criterios de compra de los consumidores. Los consumidores exigen precios más bajos, sobre todo en situaciones de crisis económica, y esto obliga a las empresas a ajustar sus costes. Sin embargo, este modelo de economía low cost puede ser rentable a corto plazo, pero no a largo plazo. Cada vez son más los consumidores que exigen a las empresas un compromiso con la sociedad y con el planeta, por lo que surgen nichos de mercado más rentables. Los mercados basados en la economía low cost son muy competitivos y cada vez menos rentables (océanos rojos). Las empresas han de buscar nuevos nichos de mercado donde la competencia no existe o es mucho menor, y los consumidores imponer criterios basados en la sostenibilidad (océanos azules). Ése es el futuro.
6.- ¿Qué futuro económico nos espera con la robótica y la inteligencia artificial?
La introducción de la robótica y la inteligencia artificial supone una nueva revolución industrial, la 4.0. Esto va a suponer un cambio importante en el mercado de trabajo, donde los trabajos con baja cualificación desaparecerán y se exigirá una mayor cualificación laboral, lo que producirá mayor productividad en las empresas y les obligará a hacer inversiones considerables en esta materia para no quedar obsoletas y poder ofrecer productos/servicios de calidad. Todo esto, si se lleva a cabo mediante criterios de sostenibilidad, no tiene por qué suponer una pérdida en la calidad de vida de las personas y en su bienestar, sino todo lo contrario. Se exigirá un mayor reparto del trabajo, empleos de mayor cualificación y mejor remunerados y una oferta de productos y servicios mejor adaptadas a las necesidades de los consumidores. El reto está en que esto no se haga aumentando aún más las desigualdades, sino bajo criterios basados en el bien común. Por eso es tan importante el cambio de modelo económico y productivo. Hoy es más necesario que nunca.