Iñigo Alli, biólogo, consultor de impacto social y sostenibilidad y padre, sabe mucho de la lucha por el reconocimiento de los derechos y la inclusión de las personas con discapacidad intelectual. Su vida cambió en el año 2009, cuando vino al mundo su hija Inés, con síndrome de Down. Un despertar a «la fragilidad de la vida», como él mismo lo define, que le hizo dejar su puesto directivo en un banco para pelear por un cambio de enfoque en el trato a las personas con discapacidad intelectual. Y su pelea no ha sido en vano. Porque es, entre otras muchas cosas, uno de los promotores del voto de las personas con discapacidad intelectual, que hizo que, en mayo de 2019, 100 mil personas en España votaran por primera vez.
En el marco del Día de la Discapacidad, hablamos con Íñigo de derechos, de oportunidades y de inclusión. Pero también de dignidad y de la importancia de abrazar la vulnerabilidad como una riqueza. En una sociedad que busca la perfección, la discapacidad intelectual nos hace tomar conciencia de que se puede ser muy feliz sin ella. Pide una carta magna "a nivel intra país" en la que se preserve la dignidad de las personas con discapacidad, pero también que no dejen de nacer, porque "si no hay sujetos de esos derechos no hay nada que hacer".
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